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María

Que tenga que aplazar las ilusiones de una sociedad sostenible, pero que empiece a vivir sin miedo.

El país que quiero para ti no sé si lo verás. Hay paz, sostenibilidad, fiesta y desarrollo.
Lo he vislumbrado como una Colombia Humana (esa es la palabra), pero a él se le va la lengua ante las multitudes y propone como solución para Electricaribe paneles solares en los precarios techos de los pobres. Munición para sus detractores. 
¡Populista! (su argumento, así dicho, lo es). Porque no basta un buen diagnóstico sin una propuesta viable: la transición ordenada, necesaria y gradual hacia una economía sin carbono. Eso está en el Ideario energético 2050 (Upme). Él prefiere el efectismo. Irrefrenable, a veces. Y no hablo de otros casos por falta de espacio tiempo.
Y un poco más allá, entre sombras conocidas, está el país que no quiero: hacer trizas el acuerdo de paz. Quien lo dice usa el esquema argumentativo de aquel: juegos de lenguaje (Wittgenstein). Decir que no hará trizas, pero que modificará su estructura. Y yo leo: hacerlo trizas. Malabarismo conocido, pues fue el que catapultó a su mentor como el “presidente eterno” (sus palabras). ¡Qué peligro! Nadie se le parece tanto a Chávez. Y, claro, entre el discursito aconductado logra camuflar la fiera que le respira en la nuca. Para que la galería olvide que aquí asesinaron a diez mil civiles y los llamaron ‘falsos positivos’. Pues no, ese país nomás. Y perpetraron calumnias contra la oposición y manipularon la Constitución para quedarse.

No basta un buen diagnóstico sin una propuesta viable: la transición ordenada, necesaria y gradual hacia una economía sin carbono.

Una sola corte y un fiscal designado por el Supremo, policía con atribuciones judiciales, prohibición de la dosis mínima de droga, desmonte de matrimonio de homosexuales. En fin, yo no quiero ese país para María, mi nieta. Prefiero que tenga que aplazar las ilusiones de una sociedad sostenible, pero que empiece a vivir sin miedo.
Admito que en la alcaldía de Petro pudo haber mejor gerencia, pero constato que la del ‘doctor en gerencia’ no puede ser peor. No creo que sea un extremista de la ultraizquierda colombiana ni que saldrán corriendo los inversionistas si llega a gobernar. Dije que lo ideal habría sido que uniera a su propuesta la experiencia de Humberto de la Calle y la apuesta educativa de Fajardo. No se pudo. El lo intentó.
Ahora está solo frente a la propuesta del país que yo no quiero para María. Por eso lo voy a acompañar el 17 de junio, y si gana, confiaré que en el camino se pueden arreglar las cargas. Si pierde, le diré a María que hay que seguir luchando.
MANUEL GUZMÁN HENNESSEY
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