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Semana de pasión política

El centro y el liberalismo quieren resucitar de entre los muertos por las encuestas, como Lázaro.

Luis Noé Ochoa
Como dicen los pilotos, “el tiempo se pasa volando”. No se acaban de pagar las deudas de diciembre, y ya llegó Semana Santa; ya mañana es Domingo de Ramos.
Espero que no sea tarde, pero, queridos campesinos, no descogollen las palmas de cera ni de ninguna otra especie. Por todos los medios, en todas las emisoras, madruguen hoy sábado a hacer un llamado a que no cometan ese crimen ecológico, que Dios no ve con buenos ojos. No seamos mercaderes de la naturaleza. Como le dijo Jesús a Pedro: querido amigo, guarde el machete en su vaina, y deje la vaina. Y los demás no compremos ramo verde, pues terminamos siendo cómplices del pecado.
Este domingo se conmemora la entrada de Jesús de Nazaret a Jerusalén en medio de una multitud que lo aclamaba, montado en un burro cenizo que estaba amansando. Sin que fuera una campaña política, Dios me perdone, una muchedumbre decía: “Bendito el que viene en nombre del Señor”... Y, seguramente al ritmo de matracas, dirían: “¿Quién reinará? Mi Jesús lo será...”. “Con fe y con amor, bendito el Señor”; “Alabío, alabao, ala bim bom bao, Jesús es adorao” y otros estribillos divinos.
Con el máximo respeto, en verdad os digo que esta memorable escena bíblica sirve para pensar que la humanidad siempre ha necesitado líderes en quienes tener fe y esperanza. Y ahí nace la política.

Piensen bien, queridos lectores, lo que le conviene a Colombia. Es hora de que no sigamos sembrando odios, que llevan a que no pare la violencia.

Por estos días, precisamente, varios que aspiran a montar no en burro, sino en el potro presidencial, y a que les digamos: “Tuyo es el poder y la gloria”, nos están diciendo que son los salvadores, que están dispuestos a hacerse crucificar por nosotros, que multiplicarán los peces y los pesos y los panes, que lloverán maná y maní; que los corruptos irán al infierno empelotos. Que quien cree en ellos no vivirá pobre para siempre. Amén.
Dios los escuche, pero es ahí donde debemos saber escoger a nuestro salvador. Porque, por ejemplo, Juan Manuel Santos, que está a escasos cinco meses de entregar las llaves de la Casa de Nari, como decían los ‘paras’ en el gobierno Uribe, nos dijo: “Mi paz os dejo, mi paz os doy”. Con los ajustes necesarios, es lo mejor que ha pasado, y debemos elegir a uno que no venga a hacerla trizas, a sacarse espinas y nos haga exclamar: “Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen”.
Esta semana será de pasión política y puede ser de hechos definitivos para Colombia. El centro y el liberalismo, que es centroizquierda, quieren resucitar de entre los muertos por las encuestas, como Lázaro. Se harán promesas, se subirá de rodillas a Monserrate y a la Virgen de Guadalupe, porque debe haber equidad, para que no elijamos entre dos extremos, izquierda y derecha, como en pelea de boxeo. Por eso, hay ya miles de firmas en una epístola a corintios, filisteos, sefarditas, ‘se-fajarditas’ y humbertistas para que se unan en matrimonio, pues lo que el pueblo une no lo separa Uribe. Tomémonos un tinto, seamos amigos, se dijeron, y se van a ver en el centro. Todos confían en que no habrá ‘e-pistola’.
Todo esto indica un hecho: aquí hay miedo y cansancio de tanta polarización y tanto odio. Hay desespero ya porque Uribe divide: una parte del país lo ve como su mesías y la otra, como el emperador. Y esa es una cruz que carga Duque, sobre quien muchos, de todos los colores, coinciden en que es gran persona, preparado y serio, pero todo le puede sonar a “no crean en mí, sino en mi padre” putativo. Y eso, de golpe, a la larga se le puede volver un viacrucis.
Esta semana de reflexión, piensen bien, queridos lectores, lo que le conviene a Colombia. Es hora de que no sigamos sembrando odios, que llevan a que no pare la violencia. Hay que hacerlo ya, antes de que se diga que “todo está consumado”.
LUIS NOÉ OCHOA
luioch@eltiempo.com.co
Luis Noé Ochoa
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