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Santrich y Santa JEP Trudis

Ayúdate que yo te ayudaré, dijo Dios. Santrich no recibe nada, pero la JEP no debe dar papaya.

“Todo pícaro es de buenas” afirmó un amigo para comenzar a hablar del caso de Zeuxis Pausias Hernández, alias Santrich, al que ya llaman, como lo hizo Juan Lozano en este diario, de ‘San Trich’. En vez de santo, este exintegrante de la cúpula de las Farc se ha vuelto un lucifer para la Iglesia, donde produjo confusión de inciensos; y para las instituciones de justicia, donde amenaza con choques de trenes.
Santrich, capturado el pasado 9 de abril, está armando un bogotazo. A él le echaron mano con fines de extradición por supuesta conspiración para enviar cocaína a Estados Unidos, después de firmado el acuerdo. La DEA y la Fiscalía lo cogieron de las pruebas, con grabaciones y videos, incluso enviando un cuadro de su propia inspiración “para don Rafa, con aprecio y esperanza de paz”. Don Rafa es uno de los jefes del cartel de ‘Sina’, como le dicen en una grabación por decir Sinaloa, fíjense no más, mis cuates.
Desde entonces entró en huelga de hambre. No prueba bocado, dizque solo quiere probar que todo es un montaje. Como ha venido perdiendo kilos, por razones humanitarias tuvo que ser trasladado de la Picota al hospital de El Tunal. Pero es de buenas. En vista de que parece que Jean Arnault, jefe de la misión de la ONU para verificar el cumplimiento de los acuerdos vio que el proceso se estaba deshidratando, pidió al Gobierno cambio de sitio de reclusión.

Pero ahora a San Trich se le apareció Santa JEP Trudis, recién elevada a los altares de la Justicia Alternativa, que parece que llegó a dar bendiciones adelantadas sin que nadie se arrodillara.

Así, don Santrich terminó en el seno de la Iglesia, en la fundación con un nombre que ni enviado por Dios: Caminos de Libertad, donde sigue en ayuno indefinido. Es como si prefiriera la extremaunción en Colombia que la extradición a Estados Unidos. Se dice que no ha querido recibir ni la visita de una santo de su devoción, como es San Cocho. Pero la Fiscalía teme que quiera comer conejo.
Hablando de comida, él se ha convertido en una papa caliente para el país y en un chicharrón para la Iglesia. Casi que en un mal que no tiene cura, ni obispo, pues se armó una división de padre y señor mío.
Pero ahora a San Trich se le apareció Santa JEP Trudis, recién elevada a los altares de la Justicia Alternativa, que parece que llegó a dar bendiciones adelantadas sin que nadie se arrodillara, pues le dicen que, más papista que el Papa, suspendió la extradición antes de ser pedida y hasta quiere revisar la legalidad de la captura. Válgame Dios.
Los doctores de la ley, como el Fiscal General, dicen que ha quedado amenazada la institucionalidad, que es también “una amenaza para la democracia” y “un desafío frente al respeto de las instituciones”.
Y el Gobierno, a través del ministro de Justicia, Enrique Gil Botero, y de Mininterior, Guillermo Rivera, alega que la competencia de Santa JEP Trudis se circunscribe a determinar la fecha de la ocurrencia de las conductas por las cuales existe la solicitud de extradición. Nada más.
¿Y entonces? Aquí lo único es que las ex-Farc saben latín: divide et impera, y siguen dividiendo al país. Ayúdate que yo te ayudaré, dijo Dios. Santrich no recibe nada, pero la JEP no debe dar papaya, ni ponerles en bandeja de plata las razones a los que la cuestionan por sesgos proFarc y a los que quieren más reformas y hacer campaña política con este caso. Aquí deben imperar el proceso, salvar la paz del país, las víctimas y la sensatez. ¿No será mejor mirar entre todos, sinceros y sin celos, los límites de cada uno? Unidad, por favor, pues cuando los bomberos se pisan las mangueras, ríen los pirómanos. El proceso de paz no tiene reversa y debe estar por encima de una extradición, llegado el caso, o de un individuo. No se dejen enredar ni por el diablo, que nos hacen santrizas.
LUIS NOÉ OCHOA
luioch@eltiempo.com
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