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No votar por el que digan

No han sido conscientes los políticos de que han perdido lo más preciado: la credibilidad.

Luis Noé Ochoa
Estuve en días pasados en el campo, por las bravas tierras de Santander, como cantó Jorge Villamil, y el verano reseca la resaca, como decía una vaca. Las viejas quebradas, que eran raudales, son una columna vertebral de piedras, con chorritos como de próstata para cirugía. Y volví a pasar por tres casas que están muriendo de tedio, porque, como dice la bella canción 'Las acacias', ya no vive nadie en ellas. “Gime el viento en los aleros”. “Esto da tristeza”, me dijo un campesino.
El mismo que al rato me comentó: “Como que se vienen elecciones, pero uno no conoce a ninguno”. “Esto da tristeza”, me dije yo también. Y les comenté, a él y a su esposa, que son el 11 de marzo. Eso sí, les pedí que no vendan el voto, pues es dejarse tocar la próstata de político. O sea, vender la conciencia.
Y me quedé pensando en que da tristeza todo el país, pues estamos en un momento preelectoral peligroso, tenso, de confusión, de incertidumbre, de asesinatos de líderes sociales, de saqueos a los supermercados, que, según el valeroso fiscal Néstor Humberto Martínez, manejaban testaferros de las Farc. Se supone que vendían de todo: tomate un pueblo, borojojoy, jabón de lavar dólares y que estaba como un lulo. Esperemos a ver, pero este, en todo caso, va a ser un tema grande y berraco, como decía un político.
Por todo lo que estamos viendo, más que nunca, necesitamos instituciones fuertes y que haya unidad. Pero la política, como las quebradas aquellas, ya no es lo que fue. Si acaso corre agua, pero es turbia, y bajo los piedrones, no los de Uribe, hay alacranes y culebrones. Qué triste. Este diario contaba el domingo pasado de “las movidas electorales de los caciques presos y sus herederos”.

Se ha llegado a que los candidatos no se escogen en las sedes de los partidos, sino en los patios de la Picota.

Se ha llegado a que los candidatos no se escogen en las sedes de los partidos, sino en los patios de la Picota. Es que hoy muchos políticos, como un buen cuento que oí, parecen piojos, pues al preguntar por ellos, la respuesta es que están en la cana. Esto, al menos, es una esperanza en que hay algo de justicia, pero desde allí, como los carteles, escogen a los sucesores. Hermanos, esposas, corromprimos, soborbrinos. ¡Qué bonita familia! Dizque en la Costa hay pancartas que dicen ‘El que diga ‘Noño’ ’, frase que no es original. ¿Y la gente vota? Sí, por desgracia.
La política ha perdido respetabilidad. Hoy se echan de menos los grandes dirigentes. Nos faltan esos líderes que convocaban realmente, los que sabían del peligro de la polarización, de dividir a la sociedad, de sembrar odio y se reunían a hablar con respeto, y no en la Picota.
La política ha perdido altura. Uno no imagina a un Alberto Lleras, aquel gran estadista, diciendo: “Está llamada la están chuzado estos hijuep”...”. Da pena completar la palabra. Ni a un Álvaro Gómez Hurtado diciendo: “Voten antes de que los cojan presos”. Esto da tristeza.
No han sido conscientes los políticos de que han perdido lo más preciado: la credibilidad y el respeto de la gente. Y cuando el pueblo no cree en sus dirigentes, todo puede pasar. Incluso, que se elija un populista con nuevo librito constituyente, como Chávez y Maduro.
Por eso, reunido con mis seguidores del movimiento Polvo Democrático, no me lancé, a pesar de que mis alborotadas seguidoras me lo pedían. Y aun sabiendo que no todo está perdido, pues hay políticos honestos, como hablábamos con Bruno Díaz, que ojalá gane.
Pero colombianos y polvistas, la solución y el futuro de este país están en nuestras manos. Tenemos que votar conscientes, no por el que digan, sino por el que nos convenza con propuestas, por una trayectoria limpia. Y candidatos honestos, mostrar la declaración de renta es una declaración de amor a la democracia.
LUIS NOÉ OCHOA
luioch@eltiempo.com
Luis Noé Ochoa
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