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Regalías, un poderoso motor de desarrollo regional

Es claro que se ha avanzado a pasos de gigante en el uso eficiente y efectivo de estos recursos.

Las regalías –ingresos provenientes de la explotación de recursos naturales no renovables como el petróleo o el carbón– son un motor clave para el desarrollo regional. La manera como se invierten y administran estos recursos es determinante para lograr un desarrollo sostenible e inclusivo que beneficie cada rincón del país. De ahí que la creación del Sistema General de Regalías (SGR) haya sido una de las reformas más ambiciosas del Gobierno Nacional en 2012. Gracias a esta se obtuvo una mejora sustancial que, tras seis años en marcha, ha dejado avances palpables en equidad, ahorro, transparencia e impacto territorial.
Antes de la reforma, las regalías eran asignadas inequitativamente. El nuevo sistema cambió esto: mientras que antes el 80 % de las regalías se concentraban en solo nueve departamentos con el 23 % de la población, hoy la totalidad del territorio colombiano se beneficia de ellas. Por esto, el coeficiente de Gini –que va de 0 a 1 y entre más alto refleja una mayor inequidad– bajó entre departamentos de 0,77 a 0,32 después de la reforma.
La reforma estableció también un aumento de los recursos destinados al ahorro del 7 % al 27 % de las regalías totales, para que las regiones pudieran continuar accediendo a estos recursos en el evento de una disminución en los ingresos por regalías. Hoy, el país cuenta con un ahorro del orden de $11 billones, equivalentes a más de 1 punto del PIB. Ante eventos como la caída de precios del petróleo en 2014, el diseño del sistema permitió desahorrar recursos que fueron fundamentales para minimizar el impacto negativo de este choque en el desarrollo de las regiones.
De igual manera, el nuevo sistema permitió un manejo más transparente de las regalías. Por ejemplo, los Órganos Colegiados de Administración y Decisión (Ocad), donde participan los tres niveles de gobierno, permiten priorizar y aprobar los proyectos que son de mayor interés para los entes territoriales. La implementación de herramientas tecnológicas con datos abiertos como MapaRegalías permitió mayor participación ciudadana en el monitoreo y control de estos recursos.

Gracias a la reforma se obtuvo una mejora sustancial que, tras seis años en marcha, ha dejado avances palpables en equidad, ahorro, transparencia e impacto territorial.

Además, los métodos novedosos de vigilancia, como el monitoreo de proyectos con drones, las visitas con base en perfiles de riesgo y el control social con auditorías ciudadanas, permiten proteger las inversiones de estos recursos que pertenecen a todos los colombianos. Gracias a esto, las regalías se usan para proyectos que efectivamente impactan en la calidad de vida de las personas, y se finalizan y entregan a la ciudadanía. Los famosos elefantes blancos son cosa del pasado.
Pero quizá donde más se ha visto la diferencia es en la capacidad de las regalías para impulsar el desarrollo local a lo largo y ancho del país. Desde la reforma se han aprobado más de 12.500 proyectos por $ 32 billones, principalmente en los sectores de transporte, educación y agua potable y saneamiento básico; más de 8.900 proyectos ya fueron terminados. Más aún, desde 2012 se han creado con las regalías cerca de 97.000 empleos, cuya inversión ha aportado el 0,6 % del crecimiento económico anual, y se ha sacado de la pobreza a cerca de 449.000 colombianos, y de la pobreza extrema a otros 123.000.
Una reciente evaluación de impacto del nuevo sistema de regalías realizada por la Universidad del Rosario ha identificado otros beneficios. Según los resultados, el nuevo sistema ha disminuido la probabilidad de ser pobre, al aumentar la probabilidad de acceso a agua potable e internet, y ha aumentado la percepción de seguridad en los territorios irrigados con recursos de regalías. Con este nuevo sistema, las regalías son finalmente lo que siempre han debido ser: un poderoso motor de desarrollo regional.
Esto no implica que el sistema no tenga espacio para mejorar. En efecto, la semana pasada, el Congreso de la República aprobó una reforma que el Gobierno Nacional venía impulsando para hacer mejor uso de los recursos del Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación. Gracias a ella se habilitará a universidades y centros de investigación reconocidos por Colciencias para que presenten y ejecuten directamente proyectos que se escogerán en convocatorias abiertas, transparentes y competitivas. Un incentivo contundente para vincular de forma más directa a los científicos con proyectos que impulsen la productividad de los diferentes municipios y departamentos.
Sin duda habrá otros frentes por atender más adelante. Pero, entretanto, es claro que, para bien del país, se ha avanzado a pasos de gigante en el uso eficiente y efectivo de los ingresos por concepto de regalías en los últimos años. Hoy, lejos de ser un símbolo de despilfarro, las regalías son sinónimo de equidad y progreso territorial.
LUIS FERNANDO MEJÍA
* Director general del Departamento Nacional de Planeación.
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