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Mentiras: a la derecha, por favor

Las mentiras de la derecha parecen haber superado con creces a las de la izquierda.

Laura Gil
Las tácticas informativas cuestionables están más asociadas con la derecha que con la izquierda. El caso colombiano no parece escapar a la regla.
Sucesivas investigaciones en Estados Unidos y Europa muestran diferencias entre liberales y conservadores en el consumo, la difusión y producción de ‘fake news’. Concluyen que los conservadores acuden más a las ‘fake news’, las reparten más y las fabrican más.
¿Se podrían extrapolar los hallazgos a Colombia? No se conocen investigaciones nacionales que permitan hacerlo. Pero nuestra historia con el proceso de paz sí nos podría permitir el planteamiento de la hipótesis.
Los últimos informes llegan de la Universidad de Oxford y la Universidad de California del Sur. La primera monitoreó fuentes de EE. UU. con contenidos extremistas, sensacionalistas, conspirativos y de ‘fake news’. Al revisar su distribución en 15.000 cuentas de Twitter y 48.000 páginas de Facebook inclinadas hacia lo político, no encontró las mentiras repartidas de modo parejo en el espectro político. La extrema derecha compartió más historias de ‘fake news’ que todos los demás grupos en conjunto. La segunda halló que, antes de la elección de Trump, los usuarios conservadores retuitearon 31 veces más que los liberales los contenidos chatarra de los ‘trolls’ rusos.
Las evidencias se han venido acumulando durante años, al punto de que académicos de las universidades de Harvard y Northeastern concluyeron: “La desinformación constituye una patología de la derecha”. Solo así se podrían explicar las cifras citadas por el portal Slate: por qué 43 % de los republicanos niegan el darwinismo, 75 % de ‘trumpistas’ dudan del impacto de la actividad humana en el cambio climático y 66 % de los estadounidenses más conservadores consideran que la ley islámica se ha tomado las cortes.
Todo esto resulta tan loco como lo fue que la derecha colombiana lograra convencer a un número de votantes de que los menores serían dirigidos a convertirse en homosexuales. De la sección ‘Las mentiras más repetidas’ en La Silla Vacía, en relación con el acuerdo de paz, 11 benefician al No y solo tres al Sí. La lista no incluye las mentiras más notables del periodo preplebiscito, como la cadena de la reducción de pensiones para sustentar a las Farc. Las mentiras de la derecha parecen haber superado con creces a las de la izquierda.
¿A quién podría sorprender, entonces, que Cambridge Analytica, gran productora de ‘fake news’, con un historial de asesoría en unas 200 elecciones, operara en el país? ¿Por qué una compañía de alcance global dejaría pasar el ciclo electoral latinoamericano? El columnista Yohir Akerman afirmó que tres fuentes –anónimas, eso sí– la vincularon a Álvaro Uribe. Colombia tiene terreno fértil para la falacia.
Hartos seguidores tuvieron las mentiras de conservadores como Ordóñez et al. ¿Chiflados? No. ¿Estúpidos? Tampoco. Pero algo sí está pasando en la estructura mental de la derecha para que incorporen tantas mentiras a la argumentación.
Un sólido cuerpo investigativo sugiere que los conservadores no digieren información de la misma manera que los liberales. No solo están los conservadores más atentos a las amenazas al orden establecido, sino que también muestran menos afinidad por el pensamiento crítico ante ellas. John Jost, de la Universidad de Nueva York, uno de los investigadores más conocidos en el campo de la sicología política, advirtió: “Existen personas que no están motivadas o preparadas para procesar la información de forma crítica y sistemática”. “Por años –agregó–, estos norteamericanos han consumido mensajes aterrorizantes, irracionales, irrespetuosos de los estándares académicos y científicos”. Para Jost, así se prepara la tormenta perfecta: ciudadanos listos a abrazar visiones apocalípticas y políticos dispuestos a apostarles a esos miedos. Ténganlo en cuenta.
LAURA GIL
Laura Gil
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