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El desencanto del Sí

La paz está desfinanciada, y el incumplimiento de los compromisos la amenaza.

Laura Gil
La paz dejó de enamorar. El Sí está cansado y los pronósticos electorales anuncian nubarrones a la vista. La magia se perdió y, si no la recuperamos, los que quieren hacer trizas el acuerdo de paz nos ganarán la mano.
El primer balde de agua fría fue la derrota en el plebiscito. Los 50.000 votos adicionales, que apenas llenan el Campín, sirvieron para ahogar la alegría. Esos días oscuros de la renegociación culminaron en un documento reformado cuya refrendación se convirtió más en tecnicismo legal que en fiesta popular. La emoción de aquella primera firma en Cartagena no se replicó en el teatro Colón.
A ello le siguió el boicoteo de la paz desde adentro. Contó con la dirección de Germán Vargas Lleras y, cuando el vicepresidente renunció, Cambio Radical se liberó para acelerar el paso. El atolladero obligó al Presidente a retirar del Gobierno al vargasllerismo, que, a regañadientes, entregó su cuota burocrática. Ya le había sacado suficiente provecho y el discurso antipaz da más réditos que viviendas y carreteras. ¿Cómo podemos mantener el entusiasmo los defensores de la paz cuando, aun así, el Presidente continúa haciéndole guiños a Germán Vargas Lleras?

El acuerdo se convirtió en una historia sin fin que se escribe y reescribe hasta el infinito.

El Presidente se ha equivocado en sus apuestas. La inclusión de Néstor Humberto Martínez en la terna para la Fiscalía no nos dejó con un enemigo acérrimo de la paz, pero sí con alguien que pone palos en la rueda. Al escucharlo, uno creería que el acuerdo de paz constituye un islote de impunidad en medio del mar de justicia pronta y efectiva en el que navegamos. Mucho menos colaboran las Farc. Bien podrían hacer uso del silencio para dejar de ofender a una sociedad que todavía no les cree. Algo menos de soberbia y un poco más de sensatez no sobrarían para la campaña electoral.
El acuerdo se convirtió en una historia sin fin que se escribe y reescribe hasta el infinito. El fallo de la Corte Constitucional, que permitió la introducción de modificaciones a los textos legislativos propuestos por el Gobierno, alteró la razón de ser del fast track. La implementación legislativa cada día toma más distancia de lo negociado en La Habana. Vamos como los cangrejos: un paso adelante y uno atrás. Las inhabilidades para los magistrados incorporadas a la jurisdicción especial, redactadas con nombres y apellidos en mente, nos devuelven al inicio del tablero. En un congreso de extorsionistas, los honorables que nos representan suben el precio y pocos quedan que actúen por convicción.
La paz está desfinanciada, y el incumplimiento de los compromisos la amenaza. Según Jean Arnault, jefe de la misión de verificación, unos 4.300 hombres de las Farc abandonaron los espacios de reincorporación. Nada bueno puede augurar la deserción para la consolidación de la paz. El aumento de los asesinatos de líderes sociales y defensores de derechos humanos pone un manto de duelo en las regiones.
Tan poco atractiva resulta la paz que una consulta con dos de los grandes adalides del Sí apenas logra un poco más de 700.000 votos. El negociador de paz ronda en el 5 % de las encuestas y la coalición más atractiva –la de Sergio Fajardo, Claudia López y Jorge Robledo– se dio el lujo de darle la espalda.cm
¿Por qué tan poco afecto por la paz cuando sus logros son evidentes? “El inicio del posconflicto trae consigo drásticas reducciones del riesgo de seguridad y del riesgo humanitario, con poca probabilidad de aumento”, indicó el Centro de Recursos para Análisis de Conflictos. No menos de 3.000 muertes se han evitado.
“Como los soñadores, confundí el desencanto con la verdad”, escribió Jean Paul Sartre. No podemos permitir que nuestro desánimo se convierta en nuestra realidad. A sacudirnos y a defender la paz.
LAURA GIL
Laura Gil
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