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Alianza De la Calle-Fajardo

No se trata solo de superar desafíos políticos, sino también jurídicos para conseguirla.

Laura Gil
La fragmentación del Sí deja al No en el mejor de los escenarios, y la derecha enemiga del acuerdo de paz se prepara para llegar al poder.
Quienes fueron parte del No siempre tuvieron las cosas claras. Entendieron la necesidad de cohesión, acordaron mecanismos de escogencia, cabalgaron sobre la popularidad de Álvaro Uribe y aceptaron la inclusión de personas tóxicas como Alejandro Ordóñez. Los resultados del domingo indican que Iván Duque hasta podría terminar de presidente en primera vuelta.
Del lado contrario, estamos como la canción: “Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga”.
Sergio Fajardo le dio la espalda a Humberto de la Calle cuando se negó a participar en una consulta interpartidista. No quería nada con las malas prácticas que le atribuye al Partido Liberal. Luego fue el turno de De la Calle, que rechazó la oferta de Gustavo Petro para participar en una consulta de centroizquierda. No podía hacer una coalición con la izquierda, sostuvo, mientras siguió dándole palo a Vargas Lleras, como si fuera este el puntero de las encuestas.
Hoy, Fajardo está listo a recibir a De la Calle siempre que ello no implique una renuncia de la candidatura verde. Petro los invitó a ambos a dialogar con base en una aglutinación detrás de él. Vargas Lleras se dirigió a todos los partidos de la mal llamada Unidad Nacional, esa que él abandonó, y nadie le contesta.

ni Vargas Lleras es tan extremo contradictor del proceso de paz como el uribismo-pastranismo, ni Petro es el chavista que nos llevará a una Venezuela.

Humberto de la Calle constituye el eslabón más frágil de la cadena y comete, una y otra vez, el error de quedarse con el pecado y sin el género.
A un alto costo político para el Partido Liberal, presionó por una consulta solitaria, costosa y a destiempo, para llegar a una interpartidista que no se dio. Luego nombró como fórmula a Clara López, una mujer de izquierda moderada y sensata. Esta elección reforzó la versión caricaturesca de De la Calle como castrochavista, tan alejada de la realidad, bajo cuya presión había descartado los llamados de Petro.
Por la vía de una consulta de centroizquierda, De la Calle podría haber unificado a un disperso Partido Liberal, obtenido votos del antipetrismo, sacado al exalcalde de primera vuelta y dado un impulso a su campaña. Los miedos le ganaron el pulso al candidato liberal.
Aun en medio de esta debilidad, De la Calle da respetabilidad a cualquier coalición que se plantee, y, como Mockus, somos muchos los dispuestos a arrodillarnos para conseguir la alianza De la Calle-Fajardo. No se trata solo de superar desafíos políticos, sino también jurídicos para conseguirla. Una norma obligaría a un candidato partidista elegido en consulta a llegar hasta el final. No perdemos la esperanza de que, en el país de los abogados, una interpretación creativa nos saque del aprieto.
Dicho esto, esta tan buscada unión por sí sola no permite asegurar su presencia en segunda vuelta. Seamos conscientes de ello. Los votos de opinión no parecen suficientes y, guste o no, se necesitan respaldos políticos adicionales.
Sergio Fajardo y Humberto de la Calle parecen repudiar a Gustavo Petro y a Germán Vargas Lleras por igual. Así las cosas, no existe manera de producir más acercamientos. No nos sorprendamos, entonces, los defensores del acuerdo cuando seamos derrotados.
Pero ni Vargas Lleras es tan extremo contradictor del proceso de paz como el uribismo-pastranismo, ni Petro es el chavista que nos llevará a una Venezuela. Es probable que nosotros, que nos definimos del centro del Sí, hoy atrapados en el idealismo de nuestros candidatos, pronto tengamos que resignarnos a una decisión incómoda de puro pragmatismo.
LAURA GIL
Laura Gil
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