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Personas con discapacidad, fuera del censo nacional

Con el nuevo censo entenderíamos verdaderamente la dimensión del problema de estas personas.

Nadie pudo corchar al doctor Perfetti, director del Dane. Cuando fue al Consejo Nacional de Discapacidad, el 14 de julio del 2015, a socializar la estrategia para incluir a las personas con discapacidad en el censo nacional, había hecho bien la tarea.
Contrataron una consultoría, una organización que se llama el Washington Group, especialistas muy específicamente en hacer preguntas para entender la situación de las personas con discapacidad en un censo nacional. La muy combativa sociedad civil quedó satisfecha. Todos salimos felices.
Cuando un año más tarde nos preguntaron en Ginebra los expertos de Naciones Unidas de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad acerca de los avances de Colombia (que es Estado parte) les dijimos que “frescos, todo bien”. Que sabíamos que el vaso estaba medio lleno pero que con el nuevo censo nacional entenderíamos verdaderamente la dimensión del problema y así podríamos entender los múltiples puntos de partida para las múltiples soluciones que nos hacen falta.
Pues parece que les mentimos a las Naciones Unidas. En un cruce de correos que más parecen “curadas en salud” entre el doctor Perfetti y el doctor Gaviria, ministro de Salud, los dos se tiran la pelota diciendo que “¡qué vaina!, no hay plata para esto. ¿Ustedes tienen?”. “No, pero ¡qué vaina!”.
Pues, ¡qué vaina! No podremos calcular el sistema de bienestar social, ni de vida independiente, ni tantos otros ajustes razonables que las personas con discapacidad necesitamos para acceder a nuestros derechos y así cumplir con los compromisos que tenemos ante la comunidad internacional.
Son más o menos 25.000 millones de pesos lo que cuestan hacer las cuatro preguntas que necesitamos para tener información diagnóstico como punto de partida para cualquier política pública. Es decir, casi la mitad de lo que cuesta una consulta liberal o las moronitas de lo que cuesta un soborno de Odebrecht.
¿Será que de verdad no hay en ningún lugar una alcancía que podamos romper para esto? Me siento como si estuviera pidiendo un favor.
JUAN PABLO SALAZAR
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