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Rosa Blanca, Patria Nueva e Iván Duque

El Estado debe proteger a las valientes denunciantes de abusos sexuales de las Farc, de Rosa Blanca.

Juan Lozano
La valiente Sara Morales, con dignidad, con firmeza, con coraje a pesar de que no cuenta con protección oficial (que deberían brindarle inmediatamente), ha venido contando su historia escalofriante, que se convierte en un verdadero compendio de las atrocidades humanas, de las atrocidades sexuales cometidas por las Farc.
La semana pasada la conocí. Conversé con ella. Es una mujer inteligente, elocuente; se le nota su experiencia como locutora de La Voz de la Resistencia, la emisora de las Farc; canta rancheras, no titubea, tiene claridad, dice las cosas como las siente y, sin alimentar odios, pese a que padeció en carne propia todos los horrores, todos los abusos, habla de un futuro mejor y de su infinito amor de madre.
La entrevisté en mi programa en el canal Red Más, y me llevó desde la máxima indignación, con su descripción pormenorizada sobre la forma como eran reclutados niños y niñas de 9, 10, 11 años y luego convertidos en premio sexual dentro de las Farc, hasta la mayor alegría en el momento de revelar que después de su deserción voluntaria de las Farc antes del proceso de Cuba, tiene sueños e ilusiones que pasan por estudiar comunicación social, periodismo y ciencias políticas.
Sara relata su escape con entusiasmo cinematográfico, llevando de la mano a un menor y defendiéndose en medio de una plomera con su AK-47. La sentencia de muerte para el desertor era inapelable, dijo. Y me habló del ‘campamento aborto’, como le decían al centro de abortos forzados del Magdalena Medio. Y me habló de Rosa Blanca, la corporación formada recientemente por niñas y mujeres víctimas de las Farc por violaciones y abortos forzados.
Su Twitter, @CorpoRosaBlanca, en una semana ya ha llegado a más de 6.000 seguidores, y ahora que estos crímenes irán a la justicia ordinaria está relatando con nombre y apellido las violaciones y vejámenes de las que fueron objeto. Su declaración es contundente: “Nosotras no elegimos ir a las Farc, menos aún elegimos a los violadores... fuimos reclutadas a los 9, 10, 11 y 12 años y de una vez violadas a la fuerza, embarazadas y luego sometidas a los abortos forzados”.
Sus trinos son directos. Crudos. Advierten lo que viene. “Muy pronto vamos a empezar a revelar pruebas sobre cada uno de los que... mientras le hablaban a la guerrillerada de que las violaciones eran prohibidas, ellos escogían para hacer de todo con nosotras”.
Si la idea de curules para las víctimas se pudiera retomar y corregir para evitar que queden a merced de los violentos, quienes deberían poder postularse deberían ser personas como Sara, como las integrantes de Rosa Blanca, víctimas de carne y hueso como las que defienden Herbin Hoyos, Sofía Gaviria, Diana Sofía Giraldo, víctimas que fueron silenciadas en Cuba durante las negociaciones entre el Gobierno y las Farc, víctimas reales de crímenes de lesa humanidad que pretendieron desestimar en los acuerdos de Cuba y el teatro Colón. Víctimas como el general Mendieta...
Sí... el general Mendieta... ¿lo recuerdan? Cerca de 12 años secuestrado por las Farc, amarrado como un animal, enjaulado, durmiendo en el monte con cadenas y candados en el pescuezo, pudriéndose en la selva, como lo dijeron sus compañeros... Pues bien, mientras aquellos que secuestraron, enjaularon, amarraron y encadenaron al general Mendieta tendrán curules regaladas, gastos pagados de los impuestos de todos los colombianos, fondos oficiales para su promoción, a él, que no ha cometido ningún crimen de lesa humanidad, le toca, de su bolsillo, salir a recoger una por una las firmas para su movimiento, Patria Nueva. ¿Injusto, no?

Iván Duque

Cuando ya había puesto punto final a esta columna veo al joven, limpio y talentoso senador Iván Duque haciendo una declaración serena, convocante y sin resentimientos, tras resultar vencedor en las encuestas internas del Centro Democrático. Felicitaciones.
JUAN LOZANO
Juan Lozano
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