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La difícil decisión de Álvaro Uribe

Uribe hizo lo correcto al excluir a Zuluaga de la encuesta.

Juan Lozano
Quizás el primero que debería estar agradecido con Álvaro Uribe por la decisión de no incorporar en la encuesta para seleccionar el candidato de su partido a Óscar Iván Zuluaga es el propio Óscar Iván Zuluaga.
Con el escándalo de Odebrecht sin resolución definitiva y con el fantasma de una prueba que no llegó al expediente del CNE, pero que dicen que ronda por ahí, así a la postre quede en limpio su nombre, como es deseable, su segunda candidatura se habría convertido en un infierno y les habría generado una gigantesca vulnerabilidad a él, a su partido, a su hijo David y a toda su familia, gente decente y buena.
Álvaro Uribe hizo lo correcto, así algunos de sus copartidarios lo critiquen. Y creo que la carta de Óscar Iván colocó al expresidente en una situación personalmente dolorosa y políticamente compleja que se vio obligado a resolver de manera acelerada. “La política se hace ingrata cuando obliga a decisiones que afectan intereses legítimos de compatriotas a quienes se quiere y se respeta”, dijo el comunicado del Centro Democrático.
Y lo más difícil es que probablemente Óscar Iván habría podido ganar la encuesta. Pero eso no les garantizaba ni a él ni a su partido la victoria en las presidenciales. Ni siquiera el paso a la segunda vuelta, pues la aspiración de Óscar Iván podría haber complicado las condiciones de adaptabilidad, flexibilidad y desprendimiento que se requieren para que consoliden una coalición sólida con vocación de triunfo.
Ante el desafecto popular por el presidente Santos y su gobierno y ante la indignación y preocupación que en muchos sectores, incluso cercanos al proceso de paz, están causando las actitudes desafiantes de las Farc después de la refrendación a pupitrazos de los acuerdos, muchos, sobre todo en el Centro Democrático, están creyendo que basta el apoyo de Álvaro Uribe para ganar la presidencia. Ese apoyo es muy importante, pero para que fructifique se requiere que el candidato tenga condiciones de elegibilidad.
Mockus propuso un ejercicio interesante. Mirar fortalezas de los candidatos opcionados. Van ejemplos. ¿Acaso alguien duda de la experiencia de Estado, la eficacia administrativa y la solidez del programa que está construyendo Germán Vargas? ¿O de la fuerza y el potencial de crecimiento de la unión entre Sergio Fajardo, Claudia López y Jorge Robledo, reconocidos como dirigentes íntegros y estudiosos? ¿O de la trayectoria limpia y la preparación para ser presidente de Marta Lucía Ramírez? ¿O de la capacidad política y el liderazgo popular de Gustavo Petro?
Con esa nómina de aspirantes, entre otros que también se traen lo suyo, el Centro Democrático no podía correr riesgos. Después de estos meses de juicioso recorrido nacional de sus precandidatos por todo el país (en orden alfabético, como lo piden sus comunicados) Iván Duque, María del Rosario Guerra, Rafael Nieto, Carlos Holmes Trujillo y Paloma Valencia han demostrado talento, compromiso y condiciones de Estado, así aún no se les conozca mucho. Por eso la pregunta correcta para el Centro Democrático no es solo quién tiene más reconocimiento hoy, sino quién puede crecer más en el futuro si gana el aval de su partido.
Viene para el Centro Democrático la prueba de fuego para consolidar la unidad de todos sus sectores, que deben observar hacia adentro las reglas de juego limpio que reclaman hacia afuera y disponerse a entender en momentos tan cruciales para Colombia que si quieren defender con verdadero éxito sus ideas, deben pensar con generosidad en los intereses superiores del país más que en las vanidades y ambiciones personales de cada uno.
P. D. Poniendo punto final a esta columna, veo las imágenes sobre el lánguido espectáculo de la consulta liberal y recuerdo con dolor de contribuyente los más de 40.000 millones que costó.
JUAN LOZANO
Juan Lozano
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