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Diálogo de sordos

Es el colmo del cinismo que el Eln asesine a líderes comunistas en Arauca y a la vez reclame por el homicidio de militantes de Marcha Patriótica.

John Mario González
No solo hay que preguntarse si después de desmovilizar a 30.000 paramilitares, de reducir 20.000 miembros de las Farc a 5.700 y de estar ‘ad portas’ de su desmovilización, ¿tiene sentido negociar con apenas 1.330 del Eln, que además están en serio riesgo de fractura? Escasos 1.330 hombres que incapaces de emprender operaciones ofensivas amplias, se han dedicado al sabotaje, la extorsión, la minería ilegal, al narcotráfico, al sembrado de minas antipersonales y al asesinato de militares y policías con francotiradores.
¿No debería el presidente Santos cerrar el grifo de las negociaciones para apuntalar la implementación del acuerdo con las Farc y continuar con las tareas de presencia y recuperación del control territorial? ¿O es que acaso la lógica de un nobel de paz riñe o tiene que reñir con la lógica de largo plazo para el fortalecimiento del Estado de derecho?
Y es que se trata de unas negociaciones de paz con protuberantes inconsistencias de lado y lado y riesgos que la opinión asume cada vez más con mayor escepticismo e indiferencia. Le resta credibilidad al proceso que el jefe negociador, Juan Camilo Restrepo, sea el mismo que en el 2010 decía que “de las propuestas de Santos no conozco sino mentiras históricas”, pero que a pesar de eso aceptó el Ministerio de Agricultura. Aunque si no lo hubiera hecho, hace años que estaría retirado, porque siempre fue una gran contradicción, o una mera entelequia, eso de querer ser presidente y ser a la vez un ‘cusumbo solo’, como lo definió la revista Semana en julio de 1998.
Claro que tratándose de un diálogo de sordos, a Santos no le importaba designar a un pésimo ejecutor, como calificó a Restrepo cuando salió del Ministerio de Agricultura, y este dijo que el gobierno tenía a los conservadores embadurnados de mermelada. Ni le importó a Santos que ejerciera de reciente oposicionista desde su cuenta de Twitter, al decir que la reforma tributaria sería un rudo golpe a la clase media o que era muy grave la carencia de recursos para cumplir con el posconflicto. ¿Acaso las condiciones cambiaron de repente para aceptar el nuevo ofrecimiento de Santos?, ¿o es que la mermelada es mala cuando la ejercen otros, pero era buena cuando entregaba parte de su Unidad de Trabajo Legislativo a Fabio Valencia Cossio por haberlo hecho elegir al Senado?
Pero también le resta confianza al diálogo de sordos el hecho de que ante la denuncia pública que hizo hace poco Carlos Lozano, director del semanario ‘Voz’, de que el Eln está cometiendo crímenes cobardes contra líderes comunistas en Arauca, dicha guerrilla no solo no responda, sino que, vaya paradoja, a través de sus comunicados y su revista ‘Insurrección’ denuncie el asesinato de 130 militantes del movimiento Marcha Patriótica y sostenga que “la estrategia [de la derecha] sigue siendo la misma: asesinar y esconder su responsabilidad”. ¿No es ese el colmo del cinismo?
O es que acaso el Coce y alias Gabino no tienen ninguna autoridad sobre el frente Domingo Laín que opera en Arauca como tampoco, de acuerdo con una versión de conocedores de la filigrana de la guerrilla, tienen control sobre el frente Cimarrón que tiene secuestrado a Odín Sánchez. Un frente que, además de tener ahora alianzas con ‘los Urabeños’, se dice, rechazó la exigencia de ‘Pablo Beltrán’ de liberar a Odín Sánchez mientras no fueran pagados los tres mil millones de pesos.
En ese cúmulo de inconsistencias habría que preguntarle al Eln, ¿cuál es en realidad la decisión, ‘juzgar’ a Odín Sánchez, esgrimir una coartada para su falta de autoridad sobre el frente Cimarrón o liberarlo si el Gobierno accede a indultar o liberar a dos guerrilleros? Porque de parte del jefe negociador Restrepo también es impresentable que un día diga que “rechazar el indulto de las personas comprometidas con el delito de secuestro o del homicidio no es incumplir los acuerdos” y poco después manifieste en su cuenta de Twitter que la habilitación de dos militantes del Eln está lista. En este diálogo de sordos, la torpeza del Eln, como define Joe Broderick, tampoco le da para entender lo que le sucede a las Farc, que toda la vida creyeron que los gobiernos podían simplemente imponer sus decisiones y ahora se dan cuenta de que estaban totalmente equivocadas.
John Mario González
John Mario González
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