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Los locos del botón

Así como Trump, Hillary Clinton podría 'oprimir el botón rojo' y desatar la tercera guerra mundial.

Desde sus inicios, la campaña republicana de Donald Trump ha proyectado ante el electorado de los Estados Unidos la imagen de un país deprimido y amenazado por el terrorismo, un país asustado al que solo él, Donald Trump, podrá salvar.
Los demócratas que respaldan a Hillary Clinton han respondido con la manifiesta intención de construir, por el contrario, la imagen de una patria poderosa, orgullosa y grande, que ha de continuar liderando al mundo.
Más allá de los eslóganes de campaña, el partido demócrata ha recurrido, en las últimas semanas, a alimentar el miedo de entregar la presidencia a un tipo como Trump, quien estaría exhibiendo una personalidad enfermiza, con visos de locura.
“Necesitamos a alguien cuerdo en la Casa Blanca”, ha manifestado el presidente Obama, mientras crece entre muchos norteamericanos el temor de que un Trump desquiciado y errático pueda llegar a la Oficina Oval, en Washington.
La intención demócrata es persuadir a los votantes de que Trump es una persona peligrosa que, como presidente, tendría control del llamado botón nuclear, siempre al alcance de sus manos en una de las gavetas del primer escritorio de la nación.
La imagen podría cambiarse por otra mucho más veraz: la de un computador especial que cargan en una maleta los asesores del presidente norteamericano mientras este viaja por el mundo, en caso de que deba tomarse la decisión de bombardear, con arsenal nuclear, algún país enemigo.
Decisión del Ejecutivo es lanzar esas bombas y destruir a medio mundo, un desastre muy posible y de terribles consecuencias. Se calcula que los Estados Unidos poseen hoy 17.000 bombas nucleares, parecidas a las que hizo arrojar el entonces presidente, Harry Truman, sobre Hiroshima y Nagasaki.
Trump ayuda a sus contrarios cuando expresa su intención de utilizar armamento nuclear contra el Estado Islámico. Incluso para numerosos republicanos, el hombre no está bien de la cabeza.
Pero de la exsecretaria de Estado norteamericana se tienen también oscuros temores. No es un secreto que muchos electores potenciales desconfíen de ella, la consideren deshonesta y rechacen el manejo de su política exterior.
A Hillary y a su marido, el expresidente Bill Clinton, los han criticado por su relación estrecha con el mundo de los banqueros de Wall Street, de quienes han recibido muchos recursos, en una relación amigable que estaría influyendo sus decisiones políticas.
Hillary y Bill son señalados también responsables de trastocar la ideología del Partido Demócrata, impulsando ahora no la lucha por la igualdad social, sino por la igualdad de oportunidades.
En lugar de aplicar políticas universales que incrementen los estándares de vida de los norteamericanos, Hillary dice luchar hoy por los derechos de las mujeres y las minorías, que tendrán éxito en forma individual si avanzan en su carrera y se enriquecen. Ella es de las que creen y pregonan que, en nuestros tiempos, con esfuerzo personal y ambición, cualquiera puede alcanzar el éxito.
El uso del llamado botón rojo asusta también en las manos probables de Hillary Clinton, a quien algunos detractores llaman la ‘reina del caos’. Son los mismos críticos que la responsabilizan de la guerra en Libia y del creciente terrorismo en Europa. Hillary ha prometido ayudar más a Israel que a los palestinos, respalda la alianza entre israelitas y árabes sauditas con el ánimo de fragmentar a Siria y aumenta así los riesgos de confrontación con el Oriente Medio y con Rusia. Aunque usted no lo crea, no son pocos los que temen que, como Donald Trump, Hillary Clinton pueda también “oprimir el botón rojo” y desatar la tercera guerra mundial.
HERIBERTO FIORILLO
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