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Preparativos para asistir a la ceremonia del Nobel de Paz

Tras pocos días del anuncio ya se avizoran preocupaciones que distraen al Presidente de los textos de modificaciones que empiezan a enviar los del 'No' y algunos del 'Sí'.

Héctor Pineda
En la Casa de Nariño están que no caben de la dicha. Desde la madrugada en que llegó la noticia del galardón de la paz otorgado al Presidente, en medio de la ‘tusa’ de la derrota en el plebiscito del aciago domingo 2 de octubre, nadie pega el ojo. Atrás quedaron los reclamos a los políticos que no pusieron los votos, las lágrimas “por la leche derramada” y las angustias de las viandas que quedaron de una celebración que se la tiraron los del ‘No’.
Ahora, todo es alegría. Los reclamos por el enorme fraude que confesó el gerente de la campaña del ‘No’ poco importan. Las correndillas para asistir a la ceremonia en la que el presidente Santos recibirá el Nobel de Paz, con todo detalle, ya han empezado en la Casa de Nariño. Tendrá que superar el carnaval de corronchearías macondianas de camisa de liquiliqui, parrandas de vallenatos memorables y el bullicio, como el tropel de los gitanos ingresando a Macondo con los inventos del mundo, que espantó el circunspecto universo en Estocolmo, hace varios años.
Las voces de la política hacen sugerencias. Que se haga acompañar por un personaje de cada uno de los estereotipos de la variopinta interculturalidad colombiana, dicen. Desde Leticia hasta Punta Gallinas, un senador, ha iniciado un riguroso ‘casting’ para escoger a los acompañantes del Presidente hasta el pedestal de Nobel de Paz. Todo ello, por supuesto, supervisado por ojos expertos en la casa presidencial. No podrá colarse algún “mal vestido” que empañe la comitiva.
Los detalles no deben fallar. El Presidente no puede ser el hazmerreír de aquel Presidente que lució un frac ‘coge puerco’ ante la monarquía, dicen mientras repasan revistas y figurines del ‘jet set’ y de la últimas tendencias de la moda. La señora de los tintos que sugirió que el Presidente luciera un sombrero vueltiao, según me informan, fue despedida. El servicio doméstico del “Edificio Colombia” perdió la tranquilidad. Gritos solicitando la llamada a los mejores diseñadores y modistos; la inevitable elaboración de la lista del selecto grupo que acompañará al Presidente, incluyendo a los diplomáticos que se quedaron con los crespos hechos en la celebración fallida del triunfo del plebiscito fallido.
La idea de llevar cien jaulas atiborradas con las palomas de la plaza de Bolívar, para que sean liberadas en los cielos europeos, propuesta por un concejal con la idea de resolver la sobrepoblación de los bichos alados en Bogotá, fue desechada por expresa prohibición de las autoridades sanitarias de Oslo. Homenajear a los integrantes del Comité Noruego del Nobel, en agradecimiento por la distinción, con un ajiaco santafereño no pasó el examen y se armó el debate porque alguien dijo que el Nobel era la expresión del “sancocho nacional”.
En fin, tras pocos días del anuncio ya se avizoran preocupaciones que distraen al Presidente de los textos de modificaciones que empiezan a enviar los del ‘No’ y algunos del ‘Sí’, como el Vicepresidente y ‘los Verdes’, que creen que hay cosas mal redactadas en el acuerdo de La Habana. “Nada está modificado hasta que todo esté modificado”, dice el Presidente mientras escucha sugerencias de los expertos en imagen que inician la choricera de recomendaciones sobre si debe llevar los pantalones de colores chillones o el colonialista frac de corbatín.
Chismes dicen que le está confeccionando un vestido entero (inspirado en la moda nacional tradicional) elaborado con los retazos de los camuflados de guerra abandonados por los integrantes del Secretariado de las Farc que, según trasciende, hacen parte de comitiva presidencial que se alista para viajar a Oslo.
Héctor Pineda
*Constituyente 1991
Héctor Pineda
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