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Meditación, alzhéimer y migrañas

Con la práctica meditativa, todas las dolencias psicosomáticas se irán solitas.

Gustavo Estrada
Si ‘googleamos’ alzhéimer y meditación de atención total, obtendremos una docena de artículos sobre los beneficios de esta práctica en la desaceleración de la fatídica enfermedad. ¿Debemos ilusionarnos con tal perspectiva? No, por dos motivos.
Veamos el primero. Todo lo que define a cada individuo como ‘fulano de tal’ y todo lo que ese fulano sabe y puede hacer está codificado en su cerebro; ese 'código' es el 'software'. El cerebro mismo, siguiendo con la comparación tecnológica, es el 'hardware', del cual el alzhéimer parece ser un daño serio, que hace que el dúo equipo-programa funcione mal.
Desde finales del siglo XX se han efectuado numerosos estudios —los primeros con monjes budistas, los más recientes con meditadores aprendices— que han revelado cambios notorios en el cerebro, provenientes del ejercicio de silencio mental. Algunas investigaciones han detectado aumentos considerables de la actividad neuronal en ciertas áreas; otras, más impactantes, reportan cambios físicos en la concentración misma de materia gris. Tales hallazgos no sorprenden, pues el cerebro es el control de todo, sea actividad intelectual o pasividad meditativa.
Un proyecto piloto del Centro Médico Beth Israel Deaconess en Boston, efectuado en el 2013, insinúa que las transformaciones cerebrales asociadas con la meditación podrían contribuir en la disminución de los trastornos cognitivos relacionados con la enfermedad de Alzheimer y de otras demencias.
“El estudio fue de alcance reducido… pero estamos muy entusiasmados con los hallazgos porque sugieren que las prácticas de atención total pueden reducir la atrofia del hipocampo y mejorar la conectividad de las áreas del cerebro afectadas por el alzhéimer”, dice la doctora Rebecca Erwin Wells, directora de la investigación.
El optimismo es obvia consecuencia del afán científico de encontrarle soluciones prontas a tan grave padecimiento. Es necesario resaltar, sin embargo, que la Asociación Norteamericana del Alzhéimer enfatiza la ignorancia actual sobre la causa de la enfermedad. Unas placas y unos enredos en las fibras neuronales de los pacientes son los principales sospechosos de la muerte celular y la pérdida de tejido en el cerebro; el mal parece, pues, originarse en daños físicos y no en un problema de conectividad neuronal.
Mediante pruebas de comprensión y observaciones de la conducta, los médicos pueden conjeturar que la demencia de algún paciente proviene del alzhéimer, pero solo su autopsia confirmará inequívocamente que la persona padecía del terrible mal. Los cambios detectables con instrumentos no son suficientes para establecer que un tratamiento blando como la meditación pueda prevenir una enfermedad cuya presencia inequívoca solo se conocerá después de la muerte. La prevención del alzhéimer no es entonces una razón valedera para meditar.
Revisemos el segundo motivo. Nunca debemos tener expectativas cuando cerramos los ojos y favorecemos el silencio mental, ya que cualquier ilusión que nos surja se vuelve parte del ruido que queremos acallar. Ni siquiera debemos perseguir la eliminación de la ansiedad o el estrés que se encuentran en la raíz de innumerables dolencias psicosomáticas.
Con mucho humor, S. N. Goenka (1924-2013), el gran divulgador de la técnica Vipassana de meditación de atención total, relata la secuencia de su propio aprendizaje, recibido directamente de U Ba Khin, un sabio laico de Myanmar. Narraba el maestro Goenka que su primera aproximación a Ba Khin provino de unas migrañas devastadoras que se curarían, según le habían recomendado, mediante la meditación. Cuando le explicó que esa era su motivación para asistir al retiro, la negativa que recibió fue tajante: “Una migraña no es razón suficiente para meditar”.
Poco tiempo después, el maestro Goenka comprendió el mensaje y la experiencia vivencial; cuando hizo su primer retiro, para fortuna de millones de personas, condujo a la creación progresiva de los ciento setenta Centros de Meditación Vipassana que existen hoy alrededor del planeta.
El panorama de nuestra eventual demencia es, nadie lo duda, aterrador. Pero, si en el caso particular suyo, amable lector, la prevención del alzhéimer es su motivación principal para meditar, pues tal vez pierda su tiempo. Tampoco lo haga porque sufre de migrañas. Aproximándonos desprevenida y disciplinadamente a la práctica meditativa, todas las dolencias psicosomáticas se irán solitas, dolores de cabeza incluidos… y en el momento oportuno.
P. S. ¿Cuál es su actitud y su predisposición hacia la meditación? Participe en el sondeo que aparece en www.gustrada1.blogspot.com
GUSTAVO ESTRADA
Autor de ‘Hacia el Buda desde Occidente'
Gustavo Estrada
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