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Derrames y amenazas

Ecopetrol, Trump y la polarización colombiana.

Las noticias de la semana son los derrames y las amenazas.
El impacto ambiental del derrame en el pozo Lizama ha puesto de presente que nuestra empresa insignia, Ecopetrol, tiene todavía mucho por mejorar en sus prácticas de protección ambiental.
En un estudio de finales de los ochenta* demostramos la enorme contribución del petróleo a la economía colombiana, pero también la necesidad de adoptar prácticas más avanzadas de cuidado ambiental en esa industria. Nos sorprendió que nuestra empresa estatal era entonces una de las más atrasadas en esta materia.
Ecopetrol eliminó luego el plomo de la gasolina en 1990, introdujo las mezclas con etanol en el 2005 y ha mejorado sus prácticas ambientales en la mayoría de sus actividades. Pero parece ser que no progresó tanto en el sellamiento de pozos abandonados. De probarse negligencia, deberá pagar una indemnización alta. Por su parte, los ministerios de Minas y Energía y de Ambiente tienen que reforzar su labor de supervisión para evitar que vuelva a suceder otro episodio similar y la opinión se radicalice en contra de esta industria, tan necesaria para nuestra economía.
Pero no menos dañinos que el petróleo en las aguas resultan los derrames verbales y las amenazas en la política, pues envenenan el ambiente social. Doy dos ejemplos.
Primero: la retórica agresiva y las acciones recientes de Trump (imposición de aranceles al acero y aluminio y a 50.000 millones de dólares de importaciones desde China) han enrarecido el ambiente internacional y amenazan con desencadenar una guerra comercial que podría frenar la actual expansión de la economía global. Los chinos respondieron imponiendo restricciones equivalentes a importaciones desde EE. UU., y Trump dobló la apuesta el jueves pasado. Estos disparos entre naciones poderosas amenazan convertirse en un bombardeo destructor.
En la próxima visita de Trump a Colombia, Santos tiene que estar alerta para que no le suceda lo del presidente mexicano, Peña Nieto, cuando lo invitó a su país en plena campaña gringa. Peña Nieto pensó que con esa visita, Trump iba a moderar sus amenazas contra México y que él recuperaría la popularidad perdida por los escándalos de corrupción que afectaban entonces a su gobierno. Le salió el tiro por la culata. Trump arreció las amenazas, la popularidad de Peña Nieto cayó aún más y México es hoy un rehén en la mesa de renegociación de su acuerdo comercial con EE. UU. bajo la amenaza de que, si no acepta lo que Trump quiere, no lo eximirán de los nuevos aranceles al acero y el aluminio. ¡Y van a militarizar su frontera!
Acá puede suceder algo parecido con temas como el control de los narcocultivos, en lo que estamos fallando, y la agenda bilateral de comercio, con la que Washington nos está chantajeando para votar en favor del ingreso de Colombia a la Ocde. Ojalá, por su bien y por el nuestro, Santos adopte una posición digna y firme.
Segundo ejemplo: el derrame de insultos y amenazas proferidos por seguidores de algunos sectores políticos en Colombia se está saliendo de madre, como lo demuestra el episodio reciente contra Matador. Uribe y Duque salieron de inmediato a condenar ese ataque. Pero creo que ellos y otros dirigentes políticos deberían ir más lejos e instruir enfáticamente a sus activistas para que frenen la catarata de insultos y amenazas veladas con la que nos obsequian a través de las redes a todos los que nos atrevemos a criticar a sus jefes.
* * * *
Hace ocho años la Ola Verde, con la dupla Mockus-Fajardo, nos llenó de esperanza a quienes aspiramos a que algún día cambie la forma de hacer política en Colombia. Ahora esperábamos algo parecido con la posible alianza Fajardo-De la Calle. Esta se frustró, pero no todo se ha perdido. El repunte de Fajardo en las encuestas lo demuestra.
* G. Perry, Política petrolera: economía y medio ambiente, Fedesarrollo 1991
GUILLERMO PERRY
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