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Raúl Prebisch: transformar la economía

Latinoamérica siguió el camino de la apertura. De ahí el retroceso en la industrialización.

Ahora que la publicación de ‘Principios de economía política’ (1817-2017) de David Ricardo, ha cumplido 200 años, al que se le ha dado un estatus de libro sagrado, mientras el libre comercio se ha convertido en el credo del economista moderno, leer al argentino Raúl Prebisch (1901-1986) no solo tiene actualidad sino que es refrescante.
Prebisch en el artículo ‘La crisis del capitalismo y sus consecuencias sobre América Latina’ (1986) se refiere a las políticas de liberalización comercial recomendadas por las agencias multilaterales y que hacían parte del paquete del Consenso de Washington, como medio para superar la crisis del 80, de bajo crecimiento económico.
Las políticas de apertura eran para Prebisch un retroceso a “fórmulas del pasado”, mientras el proceso de sustitución de importaciones era descartado por los economistas del centro (EE. UU.-Europa-Japón), por el que habían pasado antes ellos mismos, como inconveniente para el desarrollo de la periferia (Latinoamérica y otros).
Afirma Prebisch que con los acuerdos de apertura, “ya hay suficiente experiencia en América Latina acerca de lo que significan las fórmulas de apertura ante la desigualdad de los centros y de la periferia. Las fórmulas de apertura están destinadas a asegurar los intereses de los más poderosos. Hay que decirlo con toda franqueza y llamar la atención de América Latina para que no se deje seducir por estas fórmulas, que no coinciden con los intereses latinoamericanos”.
El problema clave del desequilibrio, para Prebisch, entre centro y periferia, es que las exportaciones de productos agrícolas y materias primas tienen una demanda que crece más lentamente que la demanda por importaciones de bienes industriales que de manera continua se diferencian y diversifican. Para superar esta situación es necesaria la industrialización substitutiva bajo medidas de protección, al igual que de promoción a las exportaciones.
Cuando Latinoamérica haya desarrollado su industria con una gran diversificación de su producción, entonces, Prebisch ve que habría una oportunidad para que la región se integre sin prevenciones al mercado internacional: “Algún día podremos integrarnos en el intercambio internacional, cuando hayamos adquirido la densidad económica y tecnológica para participar de esa innovación incesante de bienes y servicios.
Pero hoy no es así y lo que sucede es que con respecto a las manufacturas simples que América Latina ha aprendido a exportar, hay una tendencia de la demanda de los centros a crecer con relativa lentitud. Una cosa son los bienes que produce la electrónica y otra cosa son los tejidos, los calzados o el acero, de manera que estamos expuestos siempre a esas tendencias, al desequilibrio”. Y advierte, “no es que haya dos teorías económicas diferentes, sino que estamos en un mundo en que hay centros y periferias y ojalá dejáramos de ser periferia alguna vez”.
¿Qué significa el proteccionismo de los países periféricos y el de los países centrales? Para Prebisch hay dos tipos de efectos distintos para los países periféricos. Por un lado, para estos, el proteccionismo les permite equilibrar el intercambio entre exportaciones e importaciones; por otro, el proteccionismo de los centros agrava el desequilibrio de los países periféricos, aun mucho más, como sucede con la política agrícola común de la Comunidad Económica Europea (ahora eurozona) con subsidios a su propia producción y aranceles a la importaciones, a la vez que adopta políticas comerciales de vender por debajo de los costos (‘dumping’ de precios). Y lo curioso frente a esta situación, señala Prebisch, es su reclamo a los países periféricos a que se ciñan a las ventajas comparativas. Hay que advertir que estos subsidios agrícolas continúan.
Prebisch no ve con disgusto que los centros busquen su propios intereses, pero sí llama la atención sobre los latinoamericanos que hacen lo contrario: “Lo que reprocho es a aquellos ilusos de América Latina que recogen todas las inspiraciones de todas esas ideas, sirviendo, muchas veces, sin querer a los intereses de los otros, sin ajustarse a las conveniencias de América Latina. Yo llamo la atención sobre esto, porque creo que estamos corriendo ese peligro y es necesario que América Latina desarrolle su forma de pensar, desenvuelva su personalidad, no para entrar en una lucha indecente, sino para defender sus intereses y para definir lo que quiere y debe llegar”.
Latinoamérica no siguió perseverando en el camino de Prebisch (Cepal) sino el de la apertura. Eso explica el retroceso en la industrialización, exitosa en su momento, para volver a ser un conjunto de países primarios exportadores con procesos de desindustrialización muy fuertes, y un estilo de consumo imitativo del centro, auspiciado sobre una gran desigualdad social y de ingresos, con alto desempleo.
A Raúl Prebisch se le negó el máximo reconocimiento otorgado a los economistas, el Premio del Banco de Suecia en honor de Alfred Nobel, (Premio Nobel de Economía), porque sus posiciones teóricas contradecían la teoría del libre comercio ricardiana, convertida en un principio científico incuestionable, y los intereses económicos de las élites del centro y la periferia.
GUILLERMO MAYA
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