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Presidencia sin antifaz

El mejor presidente para elegir este año tendría que parecerse más a Pepe Mujica.

El mejor presidente para elegir este año tendría que parecerse más a Pepe Mujica que a un Supermán de plástico de venta en las esquinas. Uno de quien recibir y aprender algún ejemplo que empiece por casa. Ese que encarne valores, los enseñe y, antes que nada, los cumpla. Un gobernante no despachador de pedidos de entrega rápida a domicilio, sino el poseedor de alguna virtud, una, una sola, la única aunque así sea.
Daría que apreciar alguien que afirme empeñarlo todo en revolucionar la educación (como lo anuncian los aspirantes por simple inercia, porque ninguno puede ocultar que por ahí se inocula el grueso déficit nacional en el desarrollo humano), pero que por vez primera en la historia excluyente y arribista del sistema educativo en el país decidiera exigirse a sí mismo y a su equipo de trabajo matricular a sus hijos en colegios o universidades públicas, porque el prioritario y sincero propósito fuera superar brechas en la calidad y la pérfida visión de que hay niños de azúcar solo en establecimientos de matrícula cara y otros de montón en un montón brumoso de escuelas estatales.
Daría para empezar a creer en un país no cimentado en cáscaras de huevo, el hijo del ministro de Educación en el pupitre contiguo a la hija del profesor o del tendero, sin diez guardaespaldas esperándolo con arsenal intimidante y carros apostados en pie de exterminio sobre los andenes. Ese hijo del ministro que desde la educación elemental entiende, en la práctica, y no en discursos escritos por su padre gobernante en papel de baño, que los hijos de los demás que no son ministros no transmiten la bacteria de la fealdad o la pobreza. Que tal bacteria no existe, que se la inventaron gobernantes de tiempos pasados y otros estúpidos de los que él, desde ese mismo momento, ya no hará parte.
El presidente y los ministros no hablarían entonces de la educación pública como una dádiva, como una liberalidad asistencial y coyuntural de la pobreza, sino cual cosa personal. Entenderán en carne propia, aunque solo eso muy valioso hicieran en cuatro años, que no hay varias educaciones (una pobre contra pobres y otra igualmente pobre pero perfumada para los suyos). Por fin la pregunta del escáner social para saber cuánto tienes o cuánto sirves dejará de ser ¿en qué colegio están tus hijos? Votos para el candidato que firme este compromiso.
GONZALO CASTELLANOS V.
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