¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Las pesadillas de Russell

Tal vez sea el momento para volver a la historia, en busca de un país capaz de vivir en paz.

En 1931, Bertrand Russell publica el libro ‘La perspectiva científica’, al final del cual enuncia lo que podrá suceder con la educación. Son unas pocas páginas, pero coinciden en su anticipación de la sociedad con ‘Un mundo feliz’, la conocida novela de Aldous Huxley publicada en 1932.
La novela muestra que el desarrollo en tecnología reproductiva, cultivos humanos e hipnopedia, combinados, cambian radicalmente la sociedad. La utopía de la felicidad se asocia con la despreocupación, el cuidado obsesivo de la salud y los avances tecnológicos. Sin embargo, el precio que se debe pagar por semejante estado beatífico es el sacrificio de la familia, la diversidad cultural, el arte y la filosofía.
Russell, un año antes, había dicho que “los gobernantes científicos proporcionarán un género de educación a los hombres y mujeres corrientes y otro a quienes hayan de ser mantenedores del poder científico. Es de esperar que los hombres y mujeres corrientes sean dóciles, diligentes, puntuales, de poco pensar y que se sientan satisfechos. De estas cualidades, quizá la más importante será la satisfacción”. Continúa el texto detallando cómo se usarán todos los medios bioquímicos y psicológicos para evitar que los niños tengan complejos y procurar que todos sean normales, felices y llenos de salud. También se asegurarán de que no aprendan en los libros más de lo que se defina absolutamente necesario.
De otro lado, “aquellos niños destinados a ser miembros de la clase gobernante recibirán una educación muy diferente. Serán seleccionados, algunos antes de nacer, otros durante los primeros años de vida. Toda la ciencia conocida se aplicará al desarrollo simultáneo de su inteligencia y de su voluntad”. Añade que se recurrirá a la eugenesia, el tratamiento del embrión y la más avanzada ciencia nutricional para la producción de individuos de máxima eficiencia. También se tendrá cuidado en evitar desde un comienzo el contacto con la gente ignorante y no científica, y desde los doce años se lo especializará en aquellas ciencias para las que demuestre mejor aptitud. “Cada joven será, de este modo, sometido a una triple educación: de la inteligencia, del propio dominio y del mando sobre otros”.
Es notable que este texto, del cual apenas he recogido unas ideas, haya sido escrito mucho antes de los desarrollos de la genética, la sicofarmacología, el diseño instruccional, los estándares de competencias y los modelos universales de evaluación del aprendizaje. Tampoco estaba de moda proponer la felicidad como objetivo de los planes de desarrollo de ciudades o países mientras Europa presagiaba el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Nadie andaba por entonces con la obsesión de las dietas, el colesterol o la comida orgánica.
Bertrand Russell, filósofo y matemático, premio Nobel de literatura y activista a favor de la paz mundial, tanto en la primera como en la segunda guerra, tiene esta enorme pesadilla sobre lo que ocurrirá a una sociedad que se comporta de la manera más salvaje pero alimenta la ilusión de que la ciencia le resolverá sus problemas. Sin duda, el texto tuvo una intención irónica y de advertencia, como la novela de Huxley, pero la ficción se ha ido haciendo realidad. Ese gobierno científico del que habla con sarcasmo se asimila más de lo que uno desearía a la tecnocracia que hoy decide sobre la alimentación, el transporte, la salud, la vivienda, la reproducción y el ocio.
Sobre la educación, no podía estar más cerca de una realidad en la que hay cada día más distancia entre la educación de las élites y la del resto de la población, mientras el pensar es cada vez más escaso y la formación de un ciudadano libre es un concepto extraño. Tal vez sea el momento para volver a dar valor a la filosofía y a la historia, con el fin de afinar el rumbo hacia un país capaz de vivir en paz.
FRANCISCO CAJIAO
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción