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Petro y su constituyente

La constituyente debe responder a un consenso ciudadano y no a un espíritu de bandería.

Francisco Barbosa
El candidato presidencial Gustavo Petro puso sobre la mesa la idea de que en caso de ser elegido jefe de Estado, buscaría la realización de una asamblea nacional constituyente. El tema es complejo y no debe dejarse de lado por los expertos y los mismos medios de comunicación, dada la trascendencia de una decisión que pondría a los colombianos y a las instituciones ante una encrucijada mayor.
Realizar una constituyente no es un asunto propio de un momento de afán político. Por el contrario, cambiar las reglas de juego de forma definitiva debe ser necesario cuando el sistema no funciona; sin embargo, en Colombia las instituciones tienen problemas pero siguen siendo vigorosas. La constituyente debe responder a un consenso ciudadano y no a un espíritu de bandería.
Es cierto que en Colombia existen aspectos que no se han podido reformar debido al cerramiento constitucional que la Corte Constitucional trazó por por la malhadada tesis de la sustitución constitucional, la cual ha impedido que modificaciones fundamentales de la carta política, como la de la justicia, hubieran naufragado en el 2015.
También es cierto que en la historia constitucional de nuestro país se han presentado episodios en los cuales los impedimentos de reforma constitucional –1821, 1863 y 1886– han producido nuevas constituciones. Pero lo que debe observarse es que en Colombia existen instituciones contra las cuales se ha venido consolidando un discurso cargado de emociones como el odio o el rencor que ha minado la confianza política. El populismo irresponsable y vergonzoso ha comenzado a horadar las instituciones desde las plazas públicas. No es gratuito que las asonadas empiecen a ser la regla en ciertos lugares de nuestra nación.
Recordemos que ejemplos de líderes irresponsables cunden en nuestro continente. Los megalómanos de turno llegan al poder invadidos de una idea salvadora en favor de una nación. Es así como en la primera parte del siglo pasado, personajes de novela como Perón, Getulio Vargas, Rojas Pinilla, Velasco Ibarra, Trujillo, entre otros, formaban parte de lo que el escritor colombiano Alfredo Iriarte llamaba “bestiario tropical”.
En el mundo actual, Chávez, Maduro, Morales, Ortega y el mismo Rafael Correa llegaron al poder sin representación política en el Congreso y terminaron convocando constituyentes, revocando legislativos, reeligiéndose y, en el caso de Venezuela, llevando al país a una hecatombe humanitaria y económica de dimensiones colosales.
Colombia no puede ceder a la emoción; pensar en constituyentes en momentos tan álgidos es abrir un boquete cuya historia ya conocemos. Indicar que no existe riesgo alguno en nuestro país porque una constituyente se puede realizar limitando los temas de la asamblea puede ser cierto, siempre y cuando el futuro presidente tenga una representación política importante en el Congreso.
Esta historia no es ciencia ficción, es una realidad. Esperemos que más allá de inventarse nuevas perspectivas adánicas, los candidatos se remitan a proponer ideas realizables contra la inseguridad, la inequidad y en pro de la justicia, la paz y la armonía, y no pretendan convertir a Colombia en un país a su medida. La regla debe ser que las instituciones perduran y las personas sean meros accidentes. Ese es el único camino de construir la nación. Defendámoslo.
Adenda. Recomendada la serie española de Netflix ‘El Ministerio del Tiempo’, que le rinde un homenaje a la historia. Un ejemplo de lo que debe ser la creatividad y la cultura para nuestra televisión, lejos de las narconovelas que le han causado tanto daño al país.
FRANCISCO BARBOSA
Francisco Barbosa
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