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Teresita

Teresita Gómez se ha robado todos nuestros sentidos: incluso aquellos a los que no les han puesto nombre. Celebrará sus 60 años de carrera artística con un concierto en el Teatro Colón.

Fernando Quiroz
Si alguna vez la han visto, saben que a medida que sus dedos acarician el piano –o lo golpean: esa es parte de la gracia: darle a cada nota la fuerza que se merece– se va erizando la piel. Y esa descarga que recorre el cuerpo interrumpe por un segundo la concentración, apenas un segundo que se pierde en un suspiro o en el movimiento lento de las manos para retirar las lágrimas que han empezado a caer sobre las mejillas. Entonces uno comprende que Teresita Gómez se ha robado todos nuestros sentidos: incluso aquellos a los que no les han puesto nombre.
Mientras la sala se llena con notas que conmueven, que transportan, es un placer enorme ver el espectáculo de sus dedos sobre el piano, como si teclas y dedos fueran un solo órgano: un instrumento de fibras y de pequeñísimos huesos y de nervios que se convierten en cuerdas y de piezas de marfil, unas negras, otras blancas. Y de esa pasión que es más importante que todas las clases y todas las horas de práctica.
Una pasión que se empezó a adueñar de Teresita Gómez cuando era apenas una niña que corría por los pasillos del Palacio de Bellas Artes de Medellín, y en las noches silenciosas, después de que todos se habían ido, se colaba en los salones repletos de atriles y de instrumentos, se sentaba en el piano y empezaba a hacerlo sonar. Allí vivía, pues fue adoptada por don Valerio y doña María Teresa, que eran los celadores del instituto. Allí, a escondidas, comenzó a recibir clases de las maestras Marta Agudelo y Anna María Penella. Allí supo que la verdadera sangre de su corazón era la música.
Cuando las monjas la rechazaron del colegio por negra, y se desencantó de la religión, supo que su forma de orar sería a través del piano. También, su fuente de gozo. Teresita ha sido rumbera y buena amiga de irreverentes de la talla de los nadaístas. Está convencida de que Bach es el pulso del universo. Recibió lecciones de vida, por igual, en una clínica de reposo y en el Goce Pagano. Fue agregada cultural en Alemania, ha tocado a Chopin en Varsovia, y en privado canta tangos con su seductora y ronca voz.
La próxima semana, Teresita celebrará sus 60 años de carrera artística con un concierto en el Teatro Colón de Bogotá, el jueves 16 de febrero. Cómplices de toda su vida, la volverán a inspirar esa noche Mozart y Chopin, Gustavo Yepes y Oriol Rangel, entre otros. ¡Enorme!
Fernando Quiroz
Fernando Quiroz
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