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La paz, en la encrucijada

Si el país se deja enredar en discusiones eternas, como desean los señores de la guerra, nos convertiremos en parias del mundo.

Fabio Martínez
Los colombianos tenemos esa ingrata costumbre de pasar de la euforia a la decepción y del encanto a la frustración.
Esto fue lo que sucedió el pasado 2 de octubre, cuando los compatriotas que votaron ‘No’ al Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc ganaron por una estrecha diferencia.
Lo que predijo el expresidente uruguayo José Mujica se cumplió: al ganar el ‘No’, quedamos ante el mundo como un país esquizofrénico.
¿Cómo es posible que un pueblo azotado por la violencia durante medio siglo se oponga a unos acuerdos que duraron cuatro largos años de discusión? ¿Cómo es posible que un país que vomitó 200.000 muertos y dejó un saldo de 8 millones de víctimas dijera ‘No’ a los acuerdos hasta ahora mejor logrados con la guerrilla?
Sin entrar en discusiones psicológicas, debemos aceptar que hasta quienes votaron ‘No’ entraron al día siguiente del plebiscito en un estado de incertidumbre que aún no se ha podido superar.
El apoyo a la paz por parte de las Naciones Unidas, el Vaticano y la comunidad internacional es muy importante para los colombianos. Pero el problema está en nosotros.
En esta encrucijada en que quedó el país, hay uno de dos caminos por seguir: o refrendamos los acuerdos de La Habana con las enmiendas del caso, o nos hundimos en una discusión hasta que una de las partes rompa el cese del fuego y reinicie la guerra.
Esto lo deben tener claro todos los colombianos. Tanto los que votamos por el ‘Sí’ como los que votaron por el ‘No’. Así como los abstencionistas inescrupulosos, a quienes nunca les ha importado el destino del país. Aquí debe existir una responsabilidad política no solo por parte de los dirigentes del Gobierno y la oposición, sino también por el conjunto de la población.
Mi propuesta para todos los colombianos sin excepción es que en la comisión creada se recojan propuestas claras, viables y precisas que enriquezcan el acuerdo, se lleve a La Habana para su refrendación por parte de las Farc, y de allí el presidente Santos, haciendo uso del artículo 22 de la Constitución, lo presente ante el Congreso de la República como mensaje de urgencia.
La paz depende de nosotros, y está en nuestras manos. Así lo demuestran los miles de jóvenes que han salido a las principales ciudades del país para exigir una paz inmediata y sin dilaciones. Así lo manifiesta la acción de duelo titulada ‘Sumando ausencias’, que realizó la artista Doris Salcedo en la plaza de Bolívar. Así lo desean las víctimas que hoy marchan a pie hasta Bogotá. Así lo quieren los 400 empresarios que apoyan la paz sin contraprestaciones.
Si el país se deja enredar en discusiones eternas, como desean los señores de la guerra, para el mundo no solo seremos un país esquizofrénico, sino que nos convertiremos en parias otra vez.
Fabio Martínez
www.fabiomartinezescritor.com
Fabio Martínez
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