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El frenesí del instante

Los conflictos en el continente se viven con una virulencia tal que día a día la institucionalidad parece tocar fondo.

Fabio Martínez
De Colombia se dice que ha sido tierra fértil de grandes bailarines, reinas de belleza, poetas y saltimbanquis. De personas dedicadas al pensamiento y la reflexión filosófica, las estadísticas del Dane son limitadas, y siempre se acude a la frase manida de que en la República es muy difícil que florezca este tipo personajes que trabajan en la invisibilidad y poco les importa salir en la televisión o formar parte del ruido mediático en que se metió la humanidad.
Contrariamente a lo que piensan los escépticos en el país del ruido, aquí ha habido algunos pensadores que, en medio de la eterna balacera, han leído a los clásicos intentando rescatar el diálogo racional y argumentado, en una sociedad intolerante como es la nuestra, donde el insulto, la mentira y la calumnia campean en la vida real y en las redes sociales.
Voy a mencionar a tres pensadores con la certeza de que en la academia aún existe un puñado de filósofos clandestinos que nunca dan declaraciones a los medios debido a su timidez proverbial: me refiero a Nicolás Gómez Dávila, Fernando González y Fernando Cruz Kronfly.
En esta ocasión voy a referirme a Cruz Kronfly, que a lo largo de su existencia ha llevado una vida silenciosa, como debe ser la vida de un pensador; pero siempre preocupado por el destino del ser humano contemporáneo, que hoy se debate entre un mundo de opulencias y la penuria económica que va dejando el capitalismo global como una plaga.
En su último libro, La sombrilla planetaria (Sílaba Editores), el ensayista colombiano afirma que la situación actual de Colombia y los países latinoamericanos es conflictiva, paradojal y violenta, y que no se puede comprender a partir de esquemas convencionales.
Los conflictos en el continente se viven con una virulencia tal que día a día la institucionalidad parece tocar fondo. Y cuando tocamos fondo, descubrimos con cierta incertidumbre que el fondo está cada vez más abajo.
Cruz Kronfly nos habla de la violencia generalizada que se vive de México a Argentina, y no está de acuerdo con quienes plantean que el problema social del continente se debe a un proceso delincuencial generalizado donde están comprometidas algunas élites políticas y financieras, sino que este proceso convulsionado se debe al despegue traumático que nuestras sociedades realizan para insertarse en el mundo de la modernidad.
Inserción tardía, pues mientras Europa y Estados Unidos iniciaron este proceso hace ya algunas centurias y permitieron resolver problemas básicos como la distribución de la tierra, los derechos humanos y la separación de la Iglesia y el Estado, en América Latina nos metimos en la modernidad tardíamente y arrastramos una serie de taras que hoy en día se tornan más agudas por la presencia de la guerra.
Entramos en la subjetividad hedonista, individualista y líquida, afirma Cruz Kronfly, en medio de una sociedad materialmente estancada, incapaz de ofrecer a las mentes modernizadas de las grandes barriadas urbanas la satisfacción de la casi totalidad de sus ilusiones.
La ilusión o utopía de la que hablaban las generaciones anteriores ha mutado hoy y se encuentra en el consumo frenético y en el culto a la vanidad, al egotismo y a la estupidez humana que se representa muy bien en los chats y las redes sociales.
Cruz Kronfly nos habla de la desigualdad que existe en la actualidad entre quienes poseen los medios de producción e información virtual y quienes solo aspiran a entrar al mundo del consumo, así sea por medios legales o ilegales.
En el siglo XIX, el filósofo Nietzsche anunció la muerte de Dios. En el siglo XX, Foucault predijo la muerte del hombre. Cruz Kronfly y los pensadores latinoamericanos anuncian la muerte del ciudadano y el nacimiento del sujeto digital.
Adenda: el ensayista Cruz Kronfly recibió un homenaje en el 8.° Festival de la Imagen y la Palabra de la Uceva, Tuluá, que dirige el poeta Ómar Ortiz.
Fabio Martínez
Fabio Martínez
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