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Cerón y sus ángeles sin alas

En las propuestas iconográficas de este pintor el humor y el sarcasmo están a la orden del día.

Fabio Martínez
Situar la obra del Gilberto Cerón dentro del mundo del arte contemporáneo es un desafío, pues el pintor es un artista multifacético que se vive renovando en su técnica y en sus propuestas temáticas.
Como discípulo del maestro David Manzur, Cerón se formó en el dibujo y el color, y a partir de este aprendizaje, comenzó a articular técnica con temática hasta producir una serie de cuadros irreverentes donde el amor y la muerte atraviesan sus telas y objetos estéticos.
El artista no pertenece a aquella raza de pintores que producen un solo cuadro. Tampoco a ciertos artistas conceptuales, que ignorando la historia del arte y sus desarrollos técnicos, producen basura cotizada en el mercado del arte.
El pintor bogotano, quien vive hace veinte años en la ciudad de Cali, va a caballo entre una sólida formación clásica y unas propuestas iconográficas donde el humor y el sarcasmo (tan ajeno en el arte colombiano) están a la orden del día.
Hablando literariamente, podemos afirmar que Cerón conserva en su trabajo un aire de familia con los cuentos eróticos de Boccaccio y el humor negro de don Francisco de Quevedo y Villegas.
Su serie: ‘La tangente y la mirada’ es un tema erótico con sus múltiples variaciones donde el pintor demuestra su experticia en la técnica así como sus diferentes lecturas de interpretación, rescatando una antigua obra del Renacimiento.
Cerón juega en la obra, haciendo de paso un guiño a sus pintores predilectos: Pablo Picasso, Francis Bacon y José Guadalupe Posada. El retrato en mención, que pertenece a la segunda escuela de Fontainebleau, narra el momento cuando Julienne, la hermana de Gabrielle d’ Estrées, la prometida del rey Enrique IV, le toca un pezón mientras ella sostiene en sus dedos el anillo de compromiso.
En ‘Andes profundo: tumbas para querubines ápteros’ el pintor indaga en aquella arteria vital que atraviesa América del sur, con sus precipicios y sus cavidades insondables. En medio de esta naturaleza agreste se encuentran los cuerpos humanos entrelazados en el erotismo y la muerte.
En sus objetos y artefactos estéticos el artista hace, pinta y moldea ánforas, vasijas y penes erectos, remontándonos a las antiguas culturas de nuestros antepasados.
Su pequeña escultura ‘El ángel de la consolación’ es un falo de porcelana recubierto con hojillas de oro, resina y tiras de cuero de vaca, listo para ser usado en caso de necesidad.
La retrospectiva de Cerón está colgada en la Biblioteca ‘Mario Carvajal’ de la Universidad del Valle, y el 9 de junio fue objeto de un homenaje coordinado por el académico Omar Díaz Saldaña del Departamento de Filosofía, que incluyó una conferencia dictada por el escritor Eduardo Márceles Daconte, y la publicación de la revista: ‘¿Qué está mirando?’.
FABIO MARTÍNEZ
Fabio Martínez
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