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Azul, pintado de azul

Esto no se trata de personalismos. El asunto es Bogotá, saber qué les conviene a sus habitantes.

Por ahora, la estrategia defensiva contra la revocatoria del alcalde mayor Enrique Peñalosa se realiza en tres frentes. Uno, jurídico, a cargo del doctor Humberto Sierra Porto; otro, pedante y beligerante, asumido por Luis Felipe Henao, y el tercero, inteligente, dirigido por Andrés Villamizar. Examinemos a cada uno por separado y con la necesaria síntesis de una columna de periódico.
En su solicitud a la Registraduría Nacional (RN) y al Consejo Nacional Electoral (CNE) para tumbar el proceso de la revocatoria, el exmagistrado de la Corte Constitucional arguye que a Peñalosa no se le notificó “del inicio de dichos trámites administrativos (¿el proceso de revocatoria?) ni tampoco se le dio oportunidad de exponer los ejes de su programa de gobierno para que no se vulneraran su derecho político y los derechos de los ciudadanos que respaldaron en las urnas su plan de gobierno”.
Interesante sutileza leguleya. Lo mismo hubiera podido alegarse cuando un grupo de ciudadanos impulsó contra Gustavo Petro un proceso revocatorio, en los mismos términos en que se adelanta el actual, y fue aceptado por la RN y el CNE sin los requisitos jurídicos que aduce el doctor Sierra Porto para pedir que se tumbe el proceso revocatorio de Peñalosa. Y es que ni los promotores del revocatorio de Petro estaban obligados a tales requisitos ni lo están quienes hoy promueven la remoción de Peñalosa.
Pues no es cuestión de un proceso judicial, con notificaciones, derecho a la defensa, etc., sino de una iniciativa ciudadana cuyo derecho está consagrado en la Constitución, como bien lo sabe el doctor Sierra Porto. Una iniciativa ciudadana de carácter político, no judicial. Y los únicos requisitos que debe cumplir esa iniciativa son los de reunir el mínimo de firmas válidas exigido por la ley para solicitarles a la RN y al CNE que se convoque la consulta revocatoria en las urnas.

La revocatoria no está vulnerando, sino reafirmando los derechos de los partidarios de Peñalosa; pero tumbar leguleyamente el proceso revocatorio sí vulnera los derechos de un sector de la ciudadanía.

¿En qué podría esto vulnerar los derechos de la minoría que votó por Enrique Peñalosa y su programa de gobierno? En nada. Por el contrario, les brinda a esos electores la oportunidad de reafirmar su confianza y su convicción de que Peñalosa es el mejor alcalde, y su programa de gobierno, el más apropiado que se ha concebido para el progreso de Bogotá. Y al mismo tiempo les brinda igual oportunidad de expresar “el invierno de su descontento” a quienes consideran (o consideramos) que en el año y cuatro meses que lleva de gobernar, la administración Peñalosa y su programa de desarrollo implican el desastre presente y comprometen el futuro de Bogotá durante, por lo menos, los próximos cincuenta años.
La revocatoria no está vulnerando, sino reafirmando los derechos de los partidarios de Peñalosa; pero tumbar leguleyamente el proceso revocatorio sí vulnera los derechos de un sector importante de la ciudadanía, quizá mayoritario, al que se le va a negar su derecho constitucional a manifestar en las urnas su insatisfacción por la gestión administrativa del alcalde y su preocupación por las implicaciones de un plan de desarrollo sobre el que la ciudadanía no fue suficientemente ilustrada y que se aprobó a pupitrazo limpio en el Concejo, sin debates ni alegatos distintos a las objeciones solitarias de uno o dos concejales que, siguiendo las enseñanzas del cofrade Palacio Rudas, no quisieron tragar entero. No creo que una personalidad democrática como el doctor Sierra Porto piense que a la ciudadanía hay que obligarla a tragar entero por la vía de argucias jurídicas. Así no funciona la democracia.
A la columna del señor Luis Felipe Henao (‘Petro el deprimido’, EL TIEMPO, 6 de abril del 2017) hay poco para responderle, por cuanto es poco lo que dice, en un estilo belicoso y petulante, muy del corte de su héroe el alcalde Peñalosa. No intenta el señor Henao una defensa de Peñalosa, sino un ataque a Petro. No voy a gastar espacio en la apología de Petro, porque no es el caso, además Petro puede defenderse él, y sabe hacerlo muy bien.
El bla, bla, bla del señor Henao se nutre de un poco de lugares comunes e inexactitudes flagrantes. Por ejemplo: “Hoy la ciudad empieza a respirar un aire de cambio. Una mirada objetiva advierte, por ejemplo, la reparación y recuperación de la malla vial, la puesta en marcha del Transmicable de ciudad Bolívar”, etc. La recuperación de la malla vial se efectuó en un cuarenta por ciento en la alcaldía anterior, y es parte ineludible de las obligaciones administrativas, no una gracia especial de los burgomaestres. El Transmicable aéreo de Ciudad Bolívar fue un proyecto concebido, estructurado, financiado y puesto en marcha por la administración Petro, y al alcalde Peñalosa no le quedó más remedio que continuarlo, pero apropiándoselo como si hubiese sido de su inspiración.
¿Podría explicarnos el señor Luis Felipe Henao por qué la administración Peñalosa echó abajo el Transmicable aéreo de San Cristóbal, que el alcalde Petro dejó casi listo para ser comenzado?
El señor Henao busca situar la discusión como una pelea personal entre el exalcalde Petro y el alcalde Peñalosa. Por ahí no es el problema. Esto no se trata de personalismos. El asunto es Bogotá, el presente y el futuro de la capital, saber qué les conviene a sus habitantes, o qué sus habitantes sepan que les conviene, y cómo brindarles, con su conocimiento, un buen presente para poder garantizarles un mañana mejor.
Por eso saludo con alegría la aparición de Azul Bogotá, que según su vocero, Andrés Villamizar, controvertirá con los promotores de la revocatoria de Peñalosa y también “llevará las banderas del modelo de ciudad que propone la actual administración” (EL TIEMPO, 3 de abril del 2017), y del mismo modo invita a los propulsores de la revocatoria “a debatir cara a cara y no por Twitter” (‘El Espectador’, 5 de abril del 2017). Magnífico. Eso es lo que hemos estado pidiendo todo el tiempo. Que se haga sobre cuatro ejes un debate ciudadano, abierto, cara a cara, respecto al plan de desarrollo o modelo de ciudad propuesto por Peñalosa: metro elevado o metro subterráneo; troncal de TransMilenio o tranvía eléctrico por la carrera 7.a; reserva ecológica van der Hammen y política ambiental prioritaria sobre el cemento; cambio del Sistema Integrado de Transporte Público por el Sistema Multimodal de Transporte Público.
Andrés Villamizar dice que Azul Bogotá (llamada así por el azul del cielo bogotano, muy poético) no va a estigmatizar a nadie porque opine diferente. Pensamiento generoso y caritativo que de verdad agradecemos los pobres bichos que pensamos diferente al señor alcalde Peñalosa. Esperamos que el debate se haga, como lo quiere Villamizar, “cara a cara”, en los foros, en los parques, en las calles, por fuera o por dentro de las redes sociales y de las trampas jurídicas. Que, como lo indica Carlos Carrillo, los pros y los contras se puedan expresar equitativamente, y no que a los defensores de Peñalosa se les amplifique el altoparlante y a sus opositores se les ponga la campana neumática-mediática.
ENRIQUE SANTOS MOLANO
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