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Unas elecciones revolucionarias

Lo revolucionario en Francia ha venido de la mano de una doble elección, la de Macron y la del REM.

“Bienvenidos a la revolución”, dijo el editorial de The Economist. Es una palabra que hay que utilizar con cautela. Pero la influyente revista británica no es la única en apelar a ella en sus análisis de lo que ha sucedido recientemente en Francia. Y es cierto. Lo ocurrido allí es una verdadera revolución política, sin balas, a punta de votos.
No hay quizás nada revolucionario en la elección de Emmanuel Macron como nuevo presidente de Francia. No es un aparecido en el escenario político, ni ajeno al ‘establecimiento’. El fenómeno de figuras independientes que logran ascensos rápidos al poder es cada vez más común, sobre todo en esta era del ‘populismo global’ –aunque Macron, importa advertir, no es un populista–.
Lo verdaderamente revolucionario ha sido la transformación del mapa político francés tras las elecciones legislativas. República en Marcha (REM), el partido fundado por Macron hace unos meses, ocupa hoy la mayoría de las curules de la Asamblea Nacional (350 de 577). Los socialistas se redujeron a una veintena de diputados. Los conservadores republicanos ocuparán el segundo lugar, con 137 curules.
Es difícil encontrar paralelos recientes en el “mundo desarrollado” –Trump llegó a la presidencia bajo las toldas de uno de los partidos tradicionales norteamericanos, el Republicano, que domina las mayorías legislativas–.
Tampoco hay paralelos claros en el ‘tercer mundo’. Populistas como Chávez lograron conquistar la presidencia en las urnas, pero enfrentados a congresos adversos. Solo tras el cierre inconstitucional del Congreso y la manipulación del sistema electoral, Chávez pudo sepultar a los dos partidos que habían dominado por medio siglo la política venezolana.

El impacto del triunfo de Macron va más allá de las fronteras francesas

Lo revolucionario en Francia ha venido de la mano de una doble elección, la de Macron y la del triunfo arrollador de REM en la Asamblea. La victoria presidencial sirvió de arrastre a los novatos copartidarios de Macron en las legislativas. No obstante, eran otras elecciones: el haber logrado identificar candidatos ganadores para el nuevo partido en tan corto tiempo es una hazaña extraordinaria.
“Elecciones críticas” fue el nombre que el politólogo V. O. Key dio a ciertas elecciones que, por sus resultados, transformaron en su momento el mapa político de Estados Unidos. En particular, Key se fijó en el realinderamiento duradero que ciertas elecciones producían en el electorado.
Es muy pronto para especular sobre impactos a largo plazo. Muchos señalan los altos niveles de abstención –fenómeno sobre el cual los analistas suelen hacer juicios apresurados–. Los derrotados se han agarrado de la abstención para restarle legitimidad al triunfo de Macron. De cualquier forma, se desconocen las razones de quienes se abstuvieron –menos aún, cómo votarán en el futuro–.
Por lo pronto, el significado de las elecciones es enorme, dentro y fuera de Francia. Los franceses cuentan ahora con un Parlamento lleno de caras nuevas, con alta proporción de jóvenes y mujeres. Macron, quien llegó al poder con mensajes de optimismo, le ha devuelto las esperanzas a un país abrumado por problemas recesivos que se reflejan en el desempleo.
El impacto del triunfo de Macron va más allá de las fronteras francesas. De inmediato, ha servido para frenar, junto con los resultados de las elecciones en Holanda, el ascenso de los nacionalismos populistas en Europa. Su elección promete oxigenar a la Unión Europea, golpeada tras el referendo británico.
En medio de la crisis que rodea hoy a la democracia representativa, lo sucedido en Francia puede ser aleccionador para el mundo entero. Otra revolución, pero esta vez por causa de las elecciones.
EDUARDO POSADA CARBÓ
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