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Presidente con partido

¿Cuál es el impacto de las elecciones en el sistema de partidos colombiano?

“¿Tendremos otro presidente con partido?”, preguntaba Yann Basset, profesor de la Universidad del Rosario, tras haber registrado que, en las últimas dos décadas, ningún partido político había elegido, por sí solo, al primer mandatario del país. La excepción habría sido el de ‘la U’ en 2010, “pero entonces el papel del partido fue marginal” (Razón Pública, 7/5/18).
En la elección de Iván Duque concurrieron varias fuerzas políticas. Pero el Centro Democrático (CD) fue sin duda vehículo clave de su victoria. ¿Cómo serán las relaciones del CD con el nuevo presidente? ¿Y cuál es el impacto de las elecciones en el sistema de partidos colombiano?
Un examen desapasionado sugiere algunas observaciones preliminares. Importa reconocer que Duque se ganó su candidatura a pulso en el CD, fruto de un proceso interno del partido. Que el expresidente Uribe sea el líder del CD es una cosa. Pero de allí a sostener que Duque le deba su presidencia a Uribe parece desacertado.
Como candidato del CD, Duque volvió a ganar también a pulso la consulta con otras fuerzas de la coalición que lo acompañó en primera vuelta. Ahora llega a la presidencia con tan alta votación que le confiere mandato propio. Es claro que el nuevo presidente llega al poder sobre las bases de su partido, pero con un respaldo electoral que va más allá del CD, incluidos los partidos que lo apoyaron en la segunda vuelta.

Es claro que el nuevo presidente llega al poder sobre las bases de su partido, pero con un respaldo electoral que va más allá del CD, incluidos los partidos que lo apoyaron en la segunda vuelta.

Habría que tener también mayor claridad sobre la naturaleza del CD y su ubicación en un sistema de partidos en transformación.
En otro artículo de Basset y Daniel López, los autores sugieren atinadamente que el CD se ha instalado de manera duradera en el sistema de partidos. Ha luchado desde la oposición varias contiendas electorales. Ha logrado importante representación en el Congreso. Ha mantenido disciplina parlamentaria.
Tal vez menos percibido es el entusiasmo de sus cuadros, muchos jóvenes que se refieren a “su partido”. Se equivocan quienes identifican al CD exclusivamente con un solo líder. La elección del presidente Duque muestra capacidad en el CD de renovar su dirigencia.
Hay razones para creer que el CD sobrevivirá a sus fundadores. Todo dependerá del rumbo que le dé la presidencia de Duque. Como anotan Basset y López, no es lo mismo ser partido de oposición que de gobierno.
El panorama de los otros partidos y movimientos es más incierto. ¿Lograrán reencaucharse con agencia propia quienes se sumaron a Duque en la segunda vuelta? ¿Tratará Santos de revigorar el de ‘la U’? Liberales y conservadores, bastante disminuidos, no dejarán de existir del todo, pero sin una sacudida se verán cada vez más marginados.
Los ‘verdes’ parecen fortalecidos y podrían consolidarse más si sus líderes lograsen apreciar que existe un electorado de centro en búsqueda de partido. Es un electorado moderno, contestatario y volátil que exige quizás una organización partidaria sui géneris.
La gran incógnita es Petro, quien ha despertado los ánimos de la izquierda. Aquí sí que hay más líder que partido. Muchos de los votos por Petro en la segunda vuelta fueron prestados del centro. Otros, fieles a la izquierda, tendrán que decidir entre sus respectivos partidos y Petro. Y Petro tendrá que decidir entre seguir liderando un movimiento personalista, con rumbo al populismo, o darle organización partidaria a su movimiento.
“Las organizaciones que no sepan leer adecuadamente (EL) contexto político –observa Basset– corren el riesgo de condenarse a la irrelevancia”. El contexto no es uno simple de derecha-izquierda. Pero la elección de un presidente con un nuevo partido duradero abrirá quizás otro capítulo en la historia colombiana.
EDUARDO POSADA CARBÓ
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