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¡Elecciones ya en Venezuela!

Imposible tomar en serio las propuestas del régimen que decidió posponer las elecciones regionales.

“¡Elecciones (EN VENEZUELA) ya!”. El reclamo no vino de la oposición, sino del presidente Nicolás Maduro. Casi al tiempo, Maduro circuló un tuit proponiendo “un proceso popular constituyente por la vía electoral y pacífica”.
Parece chiste de mal gusto.
Imposible tomar en serio las propuestas del régimen que decidió posponer las elecciones regionales del año pasado. El mismo régimen que ha impedido la celebración del referendo revocatorio, a pesar de que la oposición recogiera millones de firmas para su convocatoria –superando los márgenes requeridos por la ley–.
Las olas de protestas organizadas por la oposición se desataron precisamente por las acciones de las autoridades electorales, controladas por el Gobierno, para evitar aquellos comicios. Las últimas manifestaciones se originaron en el acto del Tribunal Supremo de Justicia, que se asignó para sí las funciones del Legislativo, una especie novedosa de golpe de Estado.
Con válidas razones, la OEA aprobó una resolución a comienzos de abril en la que se expresa que existe “una grave alteración institucional del orden democrático en Venezuela”.
La última vez que los venezolanos fueron a las urnas, el Gobierno sufrió la más apabullante de las derrotas desde el advenimiento del chavismo, en 1999. Aquello fue en diciembre del 2015, cuando la oposición ganó el control mayoritario de la Asamblea Nacional.

Una de las herencias más nefastas de Chávez ha sido la creciente militarización del sistema político venezolano

Es claro por qué el gobierno de Maduro suspendió el proceso del referendo revocatorio y la convocatoria a elecciones regionales. En el primero se jugaba su propio cargo: hoy, Maduro estaría diciéndole adiós a la presidencia. La suspensión de las regionales le permite al régimen contar con el soporte de la mayoría de las gobernaciones y alcaldías que le son adictas.
Aunque es cada vez más evidente que Maduro se sostiene en el poder gracias al apoyo de los militares. Una de las herencias más nefastas de Chávez ha sido la creciente militarización del sistema político venezolano, visible en los símbolos que rodearon y siguen rodeando a la figura presidencial: trajes de fatiga, saludos marciales y boinas rojas.
Pero la militarización del régimen va mucho más allá de los símbolos. Según el informe de Angélica Lagos Camargo en El Espectador (23/4/17), las fuerzas armadas venezolanas, además de controlar hoy la importación de alimentos, han extendido sus tentáculos a diversas áreas de la economía, incluidos “la minería y el petróleo” tras el establecimiento de una compañía que parece una “competencia” a la empresa estatal de petróleos, PDVSA.
Una penetración “empresarial” desde la política. De acuerdo con Lagos Camargo, un militar activo y diez en retiro ocupan 11 de los 32 ministerios en el gabinete de Maduro. ¿Cuántas gobernaciones?
Todo esto se encuentra amarrado por un fuerte componente ideológico y doctrinario. Baste repasar el libro de entrevistas de Ignacio Ramonet con Hugo Chávez para identificar muy pronto la naturaleza y raíces del ideario chavista, originados en su misma carrera en el ejército desde temprana edad.
La concepción del gobierno ‘cívico-militar’ se refleja en el anuncio de Maduro de distribuir fusiles entre 500.000 ciudadanos, la Milicia Nacional Bolivariana, controlada también por la Fuerza Armada. Sería un paso grave hacia la militarización de la sociedad, de catastróficas consecuencias.
¿Elecciones ya? Sí, que se cumpla con la convocatoria al revocatorio, y con el calendario de las regionales. Pero con observadores internacionales y con respeto a la Carta Democrática, suscrita por Chávez. De lo contrario, el llamado de Maduro es una burla a la comunidad internacional y, sobre todo, a los venezolanos.
EDUARDO POSADA CARBÓ
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