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Exagerar es mentir

No es cierto que ‘la clase media tuvo una fuerte progresión, aumentando de 37% al 55%’ (BID, 2016).

Un principio fundamental impuesto por mi padre, q. e. p. d., era que “exagerar es mentir”. Es algo que llevamos muy adentro en mi familia, y por eso nos sorprende cada vez más que se haya vuelto una práctica generalizada entre los individuos, e inclusive en respetadas instituciones internacionales. Esa reacción me produjo el informe del BID sobre Colombia del 2015, titulado ‘Colombia: hacia un país de ingresos altos con movilidad social’. Sin duda, trae un análisis e información muy valiosos porque realmente, desde una perspectiva de mediano plazo –y no como hacemos ahora, solo medir el último año–, Colombia muestra progreso en todos sus indicadores.
Nadie niega el descenso en la pobreza hasta el 2015, cuando subió de nuevo levemente, e inclusive la reducción en la proporción de la población que no recibe bienes públicos, incluyendo el 2016. El crecimiento promedio hasta el 2015 es verdad que fue positivo, y que ahora estamos en una desaceleración menos dramática que la de otros países similares a Colombia, obviamente con excepciones, como Perú y Panamá. Todo esto es correcto, y el Gobierno probablemente no ha sabido venderse adecuadamente; sus 7 años de administración poco lo muestran y dejan que solo se mire cuando las cosas empezaron a destorcerse, en el 2015.
Pero el siguiente párrafo de la página 22 de ese texto tiene un problema grave. Es absolutamente cierto que, como lo afirma el BID, “los indicadores sociales también mostraron un avance positivo. En el período 2002-2014, el desempleo pasó del 16 % al 9 %.” y el Gini mejoró levemente, de 0,57 a 0,54, en el mismo período. La pobreza disminuyó al 29 %. Lo que no es cierto es que “la clase media tuvo una fuerte progresión, aumentando de 37 % al 55 %” (BID, 2016). Si fuera así, otra sería Colombia. Ni siquiera el Gobierno ha dicho semejante exageración. Sí ha aumentado la clase media, pero está en cifras cercanas al 36 %. El problema nace de olvidarse del nuevo mayor sector de población de América Latina y de Colombia: los vulnerables –en el 2014, para América Latina fueron el 38,9 % y para Colombia, el 37,6 %–, aquellos que ya superaron la línea de pobreza pero pueden volver a caer fácilmente por debajo de esta. Y esto lo dijo el Banco Mundial hace algunos años: este sector es el mayor reto social que tiene Colombia, porque si vuelven a la pobreza habremos perdido 50 o más años de desarrollo.
El Gobierno se hizo el loco y no lo mencionó cuando presentó las cifras de pobreza recientemente, pero el BID suma este grupo a la clase media, lo que es claramente una exageración y, por lo tanto, una mentira. Si lo hicieron para ayudar al Gobierno colombiano, lo que hacen es perjudicarlo. A este sector mayoritario no se le puede ayudar como se ha hecho con los más pobres. ¿Se imaginan darles transferencias condicionadas a casi tres cuartos del país? Imposible. Es ahora cuando la universalización –y no solo la focalización– de la política social se vuelve un imperativo.
Considerar a los vulnerables como clase media es nivelar por lo bajo este sector, que, precisamente por poder satisfacer todas sus necesidades básicas y poder empezar a ahorrar, son en todas las sociedades el sustento de la democracia y la demanda interna. Lo que se requiere es reconocer la existencia de los llamados vulnerables y, dentro de las limitaciones de siempre, no solo impedir que vuelvan a caer en la pobreza, sino que ingresen a esas clases medias bien definidas.
La consecuencia de este error del BID es que respetados columnistas empiezan a repetir en los medios esta cifra. Claro que la clase media dejó de ser marginal en Colombia y es más grande que la pobreza. Pero decir que la mitad de Colombia está en ese grupo y que por ello ya somos como algunos países mucho más desarrollados que nosotros no le hace bien al análisis de la realidad colombiana, y menos a los millones de vulnerables.
CECILIA LÓPEZ MONTAÑO
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