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A salvar la paz, a salvar al país

En una sociedad que necesita reconciliarse, los candidatos más opcionados generan polarización.

Cuando estamos ad portas de la primera vuelta de la elección presidencial más importante de la historia reciente del país, es fundamental señalar aspectos que deben estar en la mente de los colombianos en ese momento tan definitivo para Colombia. Pareciera, por lo que dicen las encuestas y que muchos analistas señalan, que los pronósticos sobre quienes tienen las mayores opciones de ganar en esta primera etapa y pasar a la definitiva, que es la segunda vuelta que se daría en junio, no corresponden a esa figura que tendría las mejores calificaciones para asumir el gran reto que enfrentará el próximo presidente de la República.
Por el contrario, en una sociedad que necesita reconciliarse, dejar de matarse, reemplazar el odio por la solidaridad, los más opcionados generan una polarización tan grande que si nada cambia, el voto definitivo sería no a favor de un candidato sino en contra de su rival. La peor forma de elegir presidente.
Muchos se preguntan por qué llegamos a esa situación. Difícil saberlo, pero, en aras de profundizar en este debate, ¿no se encontraría una explicación en que se ha perdido en la campaña la verdadera meta que debe alcanzar la sociedad colombiana? Para empezar, debe reconocerse que Colombia es un país con una historia llena de conflictos, con las listas de muertes que no deberían haber ocurrido.
Al mismo tiempo, figura entre los países emergentes con grandes posibilidades de alcanzar niveles de desarrollo muy superiores al actual. Por ello, las agendas de los candidatos están llenas de temas. Cómo volver a tener un crecimiento económico muy superior al actual; cómo evitar que los vulnerables, 36 % de la población, no caigan de nuevo en la pobreza; cómo formalizar el trabajo; cómo diversificar la oferta exportable; cómo reducir de verdad todas las desigualdades que tenemos; cómo cerrar la brecha rural-urbana. Cómo lograr innovar, modernizar nuestra economía, desarrollar la tecnología y la innovación, y cómo lograr un recurso humano más acorde con los tiempos actuales.

El voto definitivo sería no a favor de un candidato sino en contra de su rival. La peor forma de elegir presidente.

Todos estos retos y muchos más existen, pero sinceramente creo que en este debate se ha dejado atrás el más importante: salvar la paz, para salvar al país. Como afirma María Jimena Duzán, quién asumirá el costo de los miles de nuevos muertos que traería la nueva guerra que vendría necesariamente si fracasa este proceso de paz.
Pero defender este proceso no es la prioridad actual del debate presidencial y la pregunta es por qué. Este país sigue siendo manejado por una pequeña élite que controla y posee todo el poder. El poco valor que le dan a la posibilidad de un nuevo conflicto podría obedecer sin duda a muchas razones. Sin embargo, es posible que la más importante para este poco respaldo para salvar la paz obedezca a que Colombia es de los pocos casos en el mundo donde un conflicto armado de semejante naturaleza no afectó el crecimiento de la economía y la modernización de algunos sectores. Fue una guerra eminentemente rural, donde los muertos, con algunas excepciones, los pusieron los pobres, especialmente rurales. La élite urbana, que además es con frecuencia feudal en el campo, no vivió realmente los costos del conflicto y por eso no valora la paz.
Como este país mal que bien progresa, aunque estos avances se concentren en algunas ciudades, en algunas regiones y en algunos grupos de poder, quienes influyen en la opinión no le temen a que perdamos este proceso de paz, lleno de enemigos rabiosos, colmados de envidia y de odio. Esta subestimación de la relación entre la paz y el futuro del país no se ha visto en los debates presidenciales porque no ha sido el tema prioritario ni para los periodistas ni para los candidatos.
Pero si en estas semanas no se asume esta terrible posibilidad de que un nuevo conflicto interno puede reiniciarse, como lo afirma de nuevo María Jimena Duzán, no se elegirá a quien mejor maneje semejante reto, sino que el voto irá contra el que más se odia.
CECILIA LÓPEZ MONTAÑO
cecilia@cecilialopez.com
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