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Solo tenemos un planeta

Se ha perdido mucho tiempo ignorando al cambio climático, y no nos queda prácticamente margen.

Antonio Albiñana
La Tierra ha entrado en una nueva época geológica: el Antropoceno. Sustituye al Holoceno como nombre de la actual época del periodo Cuaternario en la historia terrestre. La causa de este cambio (y del nombre) es el impacto global que las actividades humanas tienen y han tenido sobre los ecosistemas terrestres, provocando cambios trascendentales como el climático. Por primera vez en la historia de la humanidad, la actividad humana está influyendo peligrosamente en la salud del planeta. 
Remontándose un poco más, los expertos hablan, incluso, de que asistimos a la “6.ª extinción”, un fenómeno que está sucediendo a un ritmo distinto a otras extinciones anteriores a la aparición de la especie humana sobre la Tierra. Para expresar todo esto en una dimensión completamente accesible basta contemplar en algunos cuadros de la pintura romántica del siglo XIX especies que ya no existen. Por ejemplo, el león del Atlas, pintado por Delacroix. El último ejemplar fue avistado en 1925. Especies que han tardado millones de años en definirse desaparecen ahora en unas décadas.
Son paradojas y conclusiones, tan decisivas como preocupantes, que exponen el economista Joan Martínez Alier y el físico Jorge Wagensberg en un libro imprescindible de reciente aparición que lleva como título el que encabeza esta columna.
Se quejan, en principio, del desdén hacia las conclusiones de la ecología que han mantenido todas las escuelas económicas, desde las marxistas hasta las capitalistas en sus diversas variantes. Por ejemplo, desde hace ya bastante tiempo se sabe que el planeta es finito en sus recursos y posibilidades. Pues bien, todos los sistemas económicos parten de una misma hipótesis: crecer y crecer. Si no hay crecimiento no hay economía. No importan los problemas de recursos y residuos para la religión del crecimiento. Por reflexionar en positivo, Wagensberg y Alier apuntan que “la clave estaría en diseñar una economía de no crecimiento que dé de comer a todo el mundo”.

Por primera vez en la historia de la humanidad, la actividad humana está influyendo peligrosamente en la salud del planeta.

Otro ejemplo es el del “cambio climático”. Se ha perdido mucho tiempo, y no nos queda prácticamente margen. Según filtraciones de estos días, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático prepara un informe en el que se muestra pesimista sobre las propias conclusiones a que se llegó en la Conferencia de París de 2015.
Un punto central: la economía industrial se sigue basando en el carbón, el petróleo, el gas... Además de producir efecto invernadero, solo van a durar unos siglos. Mientras, los humanos prescinden del Sol. Según nuestros autores, “podríamos vivir sosteniblemente con la energía del Sol, que se encuentra en la mitad de su vida” (le quedan 5.000 millones de años).
Y su reflexión es amarga cuando aún tenemos que discutir con “negacionistas” respecto al Cambio Climático: “¿Por qué ha tardado tanto tiempo la ciencia en vencer a la ignorancia?”.

Modesta sugerencia

Los méritos cinematográficos de Las horas más oscuras y la excelente interpretación de Gary Oldman no deberían conducir al enaltecimiento de Winston Churchill como “defensor de los valores de la civilización occidental”. Lo cierto es que Churchill fue un racista que defendió “la pureza de la raza británica”, los campos de concentración y esterilización forzosa para personas discapacitadas. Apoyó la marginación del pueblo palestino (“hordas bárbaras comedoras de mierda de camello”). Se opuso a la independencia de India (“bestias”) y defendió el uso de armas químicas contra los kurdos. Fue admirador de Mussolini (“¡Qué hombre extraordinario!”) y de su régimen (“El fascismo ha prestado un gran servicio al mundo”). Solo se hizo antifascista, la imagen que se ha retenido finalmente, cuando vio que el expansionismo nazi entraba en conflicto con el Imperio británico. (Sobre esta cuestión, entre otra documentación, recomiendo el artículo del profesor Vicenç Navarro en publico.es, del que extraje las citas).
ANTONIO ALBIÑANA
Antonio Albiñana
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