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Las fuerzas alternativas en la nueva Colombia

Vimos la importante participación política de ciudadanías liberadas de ataduras clientelistas.

Varios acontecimientos simultáneos en la jornada electoral del domingo 27 de junio están destinados a gravitar positivamente sobre el proceso político en desarrollo, de cara a la segunda vuelta presidencial. En primer lugar, la importante participación política de ciudadanías liberadas de ataduras clientelistas (53,58 %) y con ellas el ingreso de nuevas fuerzas sociales en los asuntos públicos.
La derrota de las maquinarias políticas tradicionales, el abatimiento de la representación clientelista y la lucha contra su instrumento clave en el ejercicio electoral: la flagrante corrupción público-privada fueron logros derivados de la atmósfera de concordia impulsada por los acuerdos de paz alcanzados con la insurgencia de las Farc.
Sin duda, este fue un hecho que inspiró la movilización masiva de los jóvenes y de amplios sectores populares, que conciliaron sus intereses divergentes para buscar la reconfiguración del sistema político a través de una ciudadanía activa y propiciar la espantada clientelista en las zonas urbanas y el influjo perverso de las mafias latifundistas en los sectores rurales.
Un fenómeno deplorable es la práctica desaparición del Partido Liberal, tal vez el partido político más antiguo (1848) y cuyo candidato, el distinguido estadista Humberto de la Calle –autor de los dos procesos civilizatorios de mayor alcance en la historia reciente del país: la Constitución de 1991 y la negociación del conflicto interno armado más antiguo y cruento del país con las guerrillas de las Farc–, pese a su propuesta programática de avanzada y de su firme apuesta por la consolidación de la paz, su candidatura presidencial se hundió sin remedio por cuenta del comportamiento de su director, el expresidente neoliberal César Gaviria.

Por primera vez se hicieron a un escenario competitivo para presentar sus reformas sociales, aunque asimétrico para disputar espacios con dos extraordinarias figuras: Sergio Fajardo y Gustavo Petro.

La derrota de Vargas Lleras, figura anclada en la historia de las élites políticas del país desde comienzos de la república –que en las últimas décadas amasó la mayor cantidad de poder político y económico conocido– que bajo las presidencias de Juan Manuel Santos como ministro y vicepresidente de la República tuvo a su libre disposición la mayor cantidad de recursos públicos que funcionario alguno haya tenido en sus manos, así como una ininterrumpida exposición mediática, nos da la medida de la profundidad del cambio a que está aspirando la nueva sociedad colombiana.
Toda esta debacle está siendo copada en forma ética por las fuerzas alternativas con sus idearios modernos y la producción de conocimiento político, humanista y democrático. Por primera vez se hicieron a un escenario competitivo para presentar sus reformas sociales, aunque asimétrico para disputar espacios con dos extraordinarias figuras: el profesor Sergio Fajardo y el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro.
Sergio Fajardo, candidato de Coalición Colombia, tuvo una satisfactoria respuesta electoral 4’589. 696 (23,7 %), y el privilegio de no ser víctima de ataques matreros ni de ‘fake news’, como sí lo fue, desde diversos ángulos, especialmente desde la extrema derecha uribista, Gustavo Petro. El discurso de Fajardo centrado en la educación y contra la corrupción comprometió amplias solidaridades (ganó en Bogotá) y sus planteamientos no tuvieron mayores contradictores.
Por su parte, el exalcalde Gustavo Petro, candidato de Colombia Humana, dejó sentir al estadista moderno, de gran inteligencia política y al brillante orador que, a su paso por el Senado de la república, dejó huella por su capacidad para investigar y denunciar la corrupción y los crímenes de la ‘parapolítica’.
Petro construyó un marco conceptual y pedagógico nuevo y poderoso de comprensión de los problemas sociales, económicos y ambientales, y llegó con gran claridad analítica a amplias capas de trabajadores, jóvenes e intelectuales progresistas del mundo académico, del sindicalismo y del sector agropecuario del país. Fue atacado con bajeza pero respondió con altura y mucha dignidad. Cosechó un capital electoral de 4’851.254 (25,08 %) que lo llevó al segundo lugar y le otorgó el tiquete para la segunda vuelta presidencial.
Todo indica que si se concretan las alianzas que los sectores progresistas y los nuevos movimientos sociales están buscando estructurar, Petro sería el nuevo presidente de los colombianos, a partir del 17 de junio del 2018. Las cuentas, por ahora, serían así: 9’827.792 de la izquierda democrática con la Colombia Humana de Petro, contra 7’968. 513 de la derecha de Iván Duque, apadrinado por Uribe Vélez y posiblemente Vargas Lleras.
Con Petro, “ni un paso atrás, siempre adelante” han dicho los principales actores de las fuerzas alternativas de la nueva Colombia.
ALPHER ROJAS
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