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Un político visionario

Higuita demostró que no solo sabe atajar goles en la portería, sino en el mundo de la política.

Lo primero que hay que decir tras la presentación en ‘sociedad política’ del nuevo movimiento de las desmovilizadas Farc es que se trata de un hecho trascendental e inimaginable hace apenas pocos años: que la guerrilla más antigua del continente entre al juego electoral –con todas sus trampas– y llene la plaza de Bolívar en su primera aparición pública.
Todos esperamos que nunca más se repita lo ocurrido con la UP, que los desmovilizados y militantes del nuevo partido sean protegidos por el Estado, que se combatan todas las organizaciones clandestinas que pretendan impedirles ejercer sus recuperados derechos políticos y que la JEP dé tranquilidad al país en materia de justicia.
No fue muy afortunado darse el mismo nombre de la organización guerrillera, utilizando una expresión que tal vez evoca, en la parte positiva, la revolución de los Comuneros. Pero, en honor a la verdad, recuérdese que el recién desmovilizado M-19 fue a la Constituyente del 90 como Alianza Democrática M-19, nombre usado mientras fueron guerrilleros, y en esa condición eligieron, en 1991, la tercera parte de una constituyente votada apenas por 3 millones de ciudadanos. De los invitados, no asistió ninguno de los casi treinta candidatos presidenciales.
Pasó casi inadvertido el hecho insólito de que los nuevos políticos desmovilizados llamaran a filas a René Higuita, carismático portero de la Selección Colombia en los 90, invitándolo a llegar al Congreso bajo su alero protector. El famoso ‘Escorpión’ de Wembley declinó la invitación, como lo hizo en 1990 cuando el M-19 quiso llevarlo a la Constituyente en compañía del director técnico Pacho Maturana, quien, ya elegido, reflexionó que lo suyo eran y siguen siendo los balones, no hacer constituciones, y por eso decidió no asistir.

El famoso ‘Escorpión’ de Wembley declinó la invitación de las Farc, como lo hizo en 1990 cuando el M-19 quiso llevarlo a la Constituyente

Quien lo reemplazó apareció luego en un video, no suficientemente aclarado, cuando se ofrecía dinero para tumbar la extradición, como lo pedían los narcos. Higuita, más visionario, dijo que entonces no podía aceptar por compromisos adquiridos, pero que se reservaba para la próxima constituyente, demostrando así su natural olfato y talento para la política. Es decir, calculando que esa constituyente no sería “el camino” –como decía el pegajoso mensaje oficial–, sino que, más temprano que tarde, otros protagonistas volverían sobre la idea ‘salvadora’ de una constituyente: Hablaba el Higuita clarividente.
Hoy, ante la aberrante corrupción de la justicia, debida en buena parte a los errores de la Constituyente que Higuita no quiso integrar, vuelve a hablarse de lo mismo: otra constituyente salvadora. A lo mejor el genial portero –quien demostró también la responsabilidad política que no tienen nuestros políticos– quiera cumplir su promesa y nos ayude a cambiar la Constitución.
Tal vez pensando en que de haber intervenido, hoy estaría ante varios juicios de responsabilidad política originados en esa ‘magna asamblea’, como haberle quitado de encima la extradición a Pablo Escobar, por cuya existencia ordenó, al lado de los ‘extraditables’, los asesinatos de Galán, Carlos Mauro Hoyos, Federico Estrada, Guillermo Cano y tantos otros, se mostró huidizo. También, por haber politizado las Cortes dándoles funciones electorales, así como por crear todas las condiciones para el clientelismo judicial, o aumentar el presidencialismo y acabar, en la práctica, la descentralización.
Le agradecerían, tal vez, la tutela, el Banco de la República, la creación de la Fiscalía, pero matizado el reconocimiento por los actuales escándalos, cuyas reales dimensiones aún no se conocen. No le perdonarían haber aniquilado los partidos so pretexto de acabar con el bipartidismo, ni la crisis y el desgobierno que ello ha generado. Tampoco lo elogiarían por el uso que se ha hecho de los indígenas y de los afros para que avivatos se hagan elegir en su nombre y muchas cosas más...
Por eso, al negarse en 1990 –no sé ahora–, Higuita demostró que no solo sabe atajar goles en la portería, sino en el azaroso mundo de la política.
ALFONSO GÓMEZ MÉNDEZ
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