¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Salir de la burbuja

La polarización, tan vieja como la humanidad, está amenazando la integridad de la democracia.

Adriana La Rotta
Recientes revelaciones del fiscal especial norteamericano Robert Mueller, responsable de investigar la interferencia de Rusia en las elecciones en que resultó elegido Donald Trump, sirven para entender el enorme impacto que tienen las redes sociales en el clima político de los países. Y, aún más grave, dejan al descubierto lo poco que sabemos de cómo se están usando para manipular a la opinión pública y minar, de manera posiblemente irreversible, los fundamentos mismos de la democracia.
Según lo que se ha conocido, Rusia montó una operación sistemática de compra de publicidad y siembra de información distorsionada o abiertamente falsa en redes sociales, que empezó dos años antes de las elecciones presidenciales y se fue intensificando a medida que se acercaban los comicios. Los detalles de la estrategia montada por el Kremlin que han empezado a emerger muestran que, más que elegir a Trump –lo que, en todo caso, parece estar resultando muy provechoso para Putin–, el objetivo era sembrar el caos, profundizar las divisiones y causar grietas en las instituciones democráticas.
Hay quienes cuestionan si estos esfuerzos, que hasta cierto punto fueron ejecutados en forma improvisada, tuvieron un impacto decisivo en el desenlace electoral. Sostienen que las divisiones ya estaban ahí y las grietas se estaban extendiendo a la vista de todo el mundo, y Rusia solo aprovechó el momento para echarle un poco más de leña al fuego de la polarización. Lo que está causando inestabilidad a la democracia norteamericana, dice el argumento, no es obra de unos trolls rusos, por más exitosos que hayan sido sus esfuerzos, sino la realidad de una sociedad política y socialmente fracturada, en primer lugar.

Los colombianos, que no estamos de acuerdo en nada, debemos por lo menos estar de acuerdo en que nos estamos dejando manipular.

Tiendo a coincidir con ese análisis, pero también estoy convencida de que la polarización, tan vieja como la humanidad, está amenazando la integridad de la democracia porque está siendo ayudada por tecnologías que no controlamos. La democracia funciona cuando hay negociación y cada lado es capaz, al menos, de ver el punto del otro lado. Pero las redes nos han puesto a habitar en burbujas ideológicas en las que nadie se comunica con quienes viven en otras burbujas, se alimenta la desconfianza y se recompensa el pensamiento conspiratorio. Los colombianos, que no estamos de acuerdo en nada, debemos por lo menos estar de acuerdo en que nos estamos dejando manipular.
Hay muchos aspectos de la dinámica de las redes que no son transparentes y hay vulnerabilidades que existen desde el diseño mismo de esas plataformas. Una de ellas es la flexibilidad para usar nombres que no son auténticos, lo cual abre la puerta para que haya ejércitos de robots que crean tendencias de opinión e inflan cifras de popularidad que acaban teniendo un impacto en el mundo real. Las políticas y especialmente los mecanismos para controlar la diseminación de noticias falsas están en su infancia, y en el entretanto la mentira avanza velozmente, mientras que las salvaguardas de la verdad van a paso de tortuga.
La pregunta, naturalmente, es qué hacer con ese diagnóstico. Que yo sepa, todavía no hay una buena respuesta ni del sector tecnológico, responsable por haber desarrollado las herramientas, ni de gobiernos, que, en todo caso, no conviene invitar a que intervengan con mano pesada y terminen coartando el derecho a la libre empresa o a la libre expresión.
Por ahora, lo único que queda es que el individuo que está inmerso en su propia burbuja entienda que su perspectiva no es la única que existe y que, en lugar de tomar decisiones –como votar en las elecciones– para perjudicar al adversario y confirmar sus propios prejuicios, haga el esfuerzo de ver el otro lado. Y el ejemplo norteamericano de que la democracia no tiene futuro si persiste la polarización extrema no podría ser más diciente.
ADRIANA LA ROTTA
Adriana La Rotta
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción