¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

El verdadero beneficiario

La indignación ‘plantada’ en las redes para manipular resultados electorales es un peligro real.

Adriana La Rotta
Representantes de Facebook revelaron esta semana en el Congreso norteamericano que una compañía rusa compró publicidad por cien mil dólares durante la última campaña presidencial, no para hacerle propaganda a un candidato en particular, sino para diseminar mensajes que polarizaran a los votantes. 
Es decir que en lugar de resaltar los defectos o cualidades de los candidatos, gran parte de ese presupuesto publicitario se gastó en armar polémicas y en crear un clima de fin del mundo entre los sectores más conservadores de la población sobre temas espinosos, como los derechos de los LGBT, la inmigración y las restricciones al uso de armas de fuego. Cien mil dólares no suena a mucho dinero en el contexto de campañas políticas multimillonarias, pero es una suma que bien invertida en redes sociales llega lejos.
La madeja del dinero ruso en la campaña del año pasado apenas se está empezando a desenredar, pero la revelación arroja pistas sobre el impacto de la manipulación de las redes sociales en los procesos electorales. Es un fenómeno fascinante de observar, si no fuera porque está erosionando la democracia a velocidad supersónica.

A grupos demográficos claves en lugares precisos los alimentaron de indignación a través de las redes sociales, y muchos norteamericanos salieron a votar ‘emberracados’

La estrategia política de agravar el diagnóstico y de propagar el miedo y la indignación para producir resultados electorales tiene paralelos con lo que mi hermana, que es directora de televisión, describe como tensión dramática; es decir, la relación entre el protagonista y el antagonista. Para que el personaje del protagonista funcione y sea adorado por el público, el antagonista tiene que ser fuerte, poderoso, aparentemente invencible. A veces el antagonista no es una persona, sino una serie de circunstancias y obstáculos tan descomunales que parecen genuinamente imposibles de superar. Si el desafío no es lo suficientemente grande, el protagonista parece débil y acaban echando al libretista.
En Estados Unidos, la técnica de los anunciantes rusos para aumentar el drama e intensificar el clima de miedo y amenaza entre los votantes elevó al candidato que declaró tener el valor para enfrentarse a esos problemas gigantescos y aparentemente insuperables. Creado el perfecto antagonista, el camino estaba allanado para el protagonista. A grupos demográficos claves en lugares precisos los alimentaron de indignación a través de las redes sociales, y muchos norteamericanos salieron a votar ‘emberracados’, para usar una palabra apropiada.
El tema viene al caso porque estamos entrando en lo fino de la campaña electoral en Colombia, y esa dinámica antagonista-protagonista va a tratar de hacer carrera.  Enervar a la población y convencerla de que hay una crisis estructural, una bancarrota de valores, una... ¿cómo es que decían con insistencia esta semana en la radio colombiana?... una Emergencia Moral, así con mayúsculas, beneficia a los candidatos populistas y a los extremos del espectro político. El candidato moderado y ponderado sabe que las cosas no son blancas o negras. El populista tiene que convencer al electorado de que los problemas son inéditos, enormes e insolubles para poder venderse como la solución.
Con lo cual no quiero decir que en Colombia no haya problemas o que muchos no sean de muy difícil solución. Tampoco quiero decir que el poder que el mundo digital ha puesto a la mano y en la mano de quienes antes no tenían voz no tiene muchos aspectos positivos. Pero la indignación ‘plantada’ en las redes para manipular resultados electorales es un peligro real. En la ausencia de mecanismos en las propias redes que hagan sonar las alarmas, los indignados deben saber que detrás de sus sentimientos que ellos sienten tan genuinos hay alguien que es el verdadero beneficiario.
ADRIANA LA ROTTA
Adriana La Rotta
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción