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... Felicidades

Qué vocación la de todos para complicar un asunto que de por sí ya es enredado.

La vida es fácil. Una mierda, pero fácil, y sin embargo nos empeñamos en mirarla con lupa a ver dónde encontramos la infelicidad. Vea usted el Día de la Mujer. No es un tema menor; de hecho, es el tema de nuestros tiempos, pero qué vocación la de todos para complicar un asunto que de por sí ya es enredado.
Hasta donde entiendo, ellas no quieren que las feliciten en su día, que les digan que son lo más bello ni que les regalen flores y les dediquen 'Mujeres', de Arjona. Quieren que no abusen de ellas. Quieren oportunidades, respeto e igualdad, pero tampoco estoy seguro. Vas y dices que las mujeres quieren igualdad, y sale alguien a corregirte porque lo que quieren es equidad, que no es la misma vaina. Luego aparece otro a defenderte, y esos dos terminan discutiendo sobre si lo que quieren es una cosa o la otra mientras tú ya te has ido, listo para meterte en el siguiente lío la próxima vez que abras la boca.
Pero qué esperaban: si hemos deformado conmemoraciones como San Valentín, Semana Santa y Navidad, cómo no íbamos a hacer lo mismo con el Día de la Mujer. En Viernes Santo se recuerda la muerte de Jesús, y hoy en día la fecha nos coge en la playa pasando el guayabo. Eso somos, agarramos de excusa lo que sea para hacer lo que más nos gusta: celebrar, beber y pasarla bueno.
Yo no sé si la vida siempre fue así de delicada y las personas así de hipersensibles, o si es que antes íbamos sin cuidado, pisoteando a unos y atropellando a otros. Lo cierto es que cada vez las cosas parecen más complejas, y lo que siento es que siempre han sido la misma vaina, solo que ahora les buscamos nombres refinados.
Al machismo de toda la vida le salió el micromachismo, que, según leí, “son pequeños gestos, comentarios y prejuicios que tenemos tan interiorizados que no los percibimos como machistas”. Es decir, el micromachismo es el mismo machismo de siempre, pero con prefijo.

Respetemos no solo a las mujeres, sino a todo el mundo. Eso, que es tan sencillo y a la vez tan complicado, es lo único que nos garantiza poder vivir en paz.

O la sexualidad. En mi adolescencia existían heterosexuales y homosexuales. Ahora está la comunidad LGBT, que a estas alturas ya va en LGBTIQ. Y bien que cada grupo con diferentes inclinaciones sexuales se exprese y sea visible y respetado. Lo que no me cabe, además de que algo tan íntimo como la sexualidad de cada quien sea un asunto de debate público y de lucha social, es que haya que reordenar el abecedario y que si alguien comete la indelicadeza de usar mal la sigla, se arme la de Troya.
El otro día leí un tuit que decía lo siguiente: “No, campeona. Si te gustan los hombres te gustan los hombres con pene o vagina. Si te gustan las mujeres te gustan las mujeres con pene o vagina. Y si no te gusta un hombre con vagina o una mujer con pene eres transfóbica porque solo te fijas en los genitales”. Me hubiera gustado participar en la charla, pero no entendí nada. Lo que sí sé es que sentí que toda la vida había tenido sexo de manera equivocada, y maldije la hora en que Twitter pasó de 140 a 280 caracteres.
La cosa es tan enredada que no se sabe qué es cierto y qué es un invento de las redes sociales. Existen sapiosexuales, pansexuales, demisexuales y lumbersexuales, y, aunque todos suenan a falso, son tan reales como el día y la noche. Por eso, cuando lees que hay una corriente de personas llamadas unibisexuales te lo crees entero, así sea un engaño. ¿Qué son? Pues bisexuales que nunca han estado con una persona de su mismo sexo. Es decir, heterosexuales de vieja guardia, como le gusta al exprocurador. Por ahora es mentira, pero no demora en aparecer alguno declarándose como tal.
Dejemos de pelear y complicarnos la vida, más bien celebrémosla. Eso, y respetemos no solo a las mujeres, sino a todo el mundo. Eso, que es tan sencillo y a la vez tan complicado, es lo único que nos garantiza poder vivir en paz. Por mi lado, solo resta desearles un feliz Día de la Mujer o, como muchas prefieren, un feliz día del no me felicites en el Día de la Mujer.
ADOLFO ZABLEH DURÁN
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