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Un líder para la paz

Es hora de mirar de verdad al futuro, para construirlo, no para destruirlo. 

Abel Veiga Copo
La paz no es el único gran problema que tiene Colombia, pero sí uno de los principales. Los retos que hay: consolidar la paz definitiva, implementarla lejos de improvisaciones, erradicar los cientos de miles de hectáreas en los que el cultivo de la coca ha crecido en los dos últimos años, evitar la fractura civil y política del país, evitar la polarización, porque si algo ha conocido este país a lo largo de muchas décadas ha sido, y es, la polarización política. Es hora de mirar de verdad al futuro, para construirlo, no para destruirlo. Y es una tarea tan colectiva como titánica.
El pasado domingo se celebraron elecciones legislativas a sus dos cámaras. No cabe duda de que el triunfador es Uribe, con su Centro Democrático, y, de paso, el candidato Iván Duque. El expresidente logró, además, el mayor número de votos de un senador en la historia política de Colombia. Nadie puede negar el tirón y aceptación de un “animal político” que tiene tanto detractores como apasionados apoyos y seguidores. Esta vez el candidato de su partido y que tiene el apoyo es (el domingo se despejó la incógnita fáctica pero anunciada por las encuestas) Iván Duque. Lo acompañará en la carrera presidencial Marta Lucía Ramírez, que aspiraba también a la canonjía electoral por la presidencia.
Frente a ellos: la izquierda de Petro, izquierda populista. El centroizquierda, los verdes, pero ¿habrá hueco y lugar para un tercero en liza?

No hubo violencia en estos días electorales, y eso fue un alivio sin duda, para todos, no solo para el Gobierno.

No cabe duda de que estas elecciones se votan en una clave, muy distinta a lo que sucederá a finales de mayo en la primera vuelta de las presidenciales. El 11 de marzo significa un primer termómetro, pero solo una primera medición que nada tiene que ver con lo que sucederá ni en la primera ni, sobre todo, en la segunda vuelta y definitiva. Mas, eso sí, ha servido para perfilar quién es quién en esa carrera presidencial. Habrá que ver qué espacio juega en una no lejana ni improbable coalición con los liberales hacia dónde bascule el báculo del poder. A ellos se une Germán Vargas Lleras y Humberto de la Calle, entre otros nombres reconocidos, amén de Fajardo y Pinzón.
Contrariamente a lo que muchos vaticinaban, no monopolizó el debate electoral ni el acuerdo de paz con la vieja guerrilla, ni tampoco la situación actual de impasse y parón en las conversaciones con el Eln ni otros problemas con el narcotráfico y otros grupos o clanes. No hubo violencia en estos días electorales, y eso fue un alivio sin duda, para todos, no solo para el Gobierno.
Han sido otros los problemas: la corrupción, la política misma y el Legislativo y su descrédito; la pobreza, la desigualdad económica, la inseguridad ciudadana, etc., son muchos los frentes que hoy preocupan a los colombianos, y preocupan sobremanera a una ciudadanía cada vez más informada y deseosa de hacer valer sus derechos. Lejos de confrontación, lejos de polarizaciones, muchos colombianos se plantean si en agosto de 2018 quien jure su cargo como presidente, sea quien sea, y aun teniendo un Legislativo muy complicado para hacer política, será o no el líder para la paz que el país necesita. Para un cambio de época, para una lucha real y decidida, también para erradicar el cáncer y la metástasis de la corrupción, para eliminar la enorme brecha que la desigualdad genera y sigue generando. El problema de la restauración de las tierras. La seguridad jurídica. Hoy más que nunca, urge la Política con mayúsculas. El compromiso de todos los colombianos.
No la trinchera ni el desandar viejos caminos que solo conducen al odio, la desigualdad, la mentira y a negar el futuro.
ABEL VEIGA COPO
Abel Veiga Copo
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