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Internacional

El Reino Unido no encuentra la puerta para salir de Europa

La primera ministra del Reino Unido, Theresa May.

La primera ministra del Reino Unido, Theresa May.

Foto:AFP

Según expertos, el debilitado liderazgo de Theresa May erosionará la posición negociadora británica.

Sandra Ramírez
El brexit, proceso que debe sacar al Reino Unido de la Unión Europea después de decidirlo así, en referéndum, los ciudadanos británicos hace ya más de dos años, es una trituradora de dirigentes políticos y un camino que por ahora no encuentra destino.
Londres tiene tres opciones: un sistema a la noruega, saliendo nominalmente pero en la práctica respetando toda la normativa y los tribunales del bloque (traición según los más nacionalistas); una salida abrupta, haciendo que el Reino Unido pierda el destino del 49 por ciento de sus exportaciones (un destrozo económico) o dar marcha atrás y cancelar la salida (violando así el resultado del referéndum).
Ninguna opción es del agrado del gobierno, así que la primera ministra pareció encontrar esta semana la cuadratura del círculo.
Theresa May se sacó del sombrero una cuarta opción, una salida que mantendría al Reino Unido dentro de gran parte del mercado común europeo. Un engendro jurídico que aunque la UE no lo acepte, sí funcionó como aparato de ciencia ficción durante unas horas para mostrar que el gobierno británico, dos años después del referéndum, había conseguido una postura común entre los más pragmáticos y los más nacionalistas.

Londres debe decidir si capitular para minimizar pérdidas  o morir con honor

El documento, que fue presentado oficialmente el jueves pasado, es lo que May defenderá en Bruselas, pero sin dos de los ministros que en teoría se hacían cargo de la negociación tras la dimisión del responsable del brexit, David Davis y el canciller Boris Johnson.
Ambos, pesos pesados del sector más nacionalista del Partido Conservador de May, intentaban hacer caer a la primera ministra. Pero May resistió la semana y podría haberse quitado de encima competidores por el liderazgo del partido.
Davis dimitió el pasado 8 de julio diciendo que “cada vez es menos probable que se cumpla el mandato del referéndum”. 
Ignacio Molina, analista del Real Instituto Elcano de Madrid y autor de varios estudios sobre el brexit, considera que “aunque habrá quien quiera ver que la determinación y realismo de May le hacen ganar autoridad”, en realidad, “como intentó el año pasado, su intento de ganar fuerza le volvió a salir mal. Y, con su liderazgo debilitado, se erosiona también la posición negociadora británica”.

Gobierno deshilachado

Dos años después de aquel referéndum (23 de junio de 2016), el gobierno “fuerte y estable” de May se deshilacha, y la bronca interna en Londres, sumada a la parálisis de las negociaciones con Bruselas, hace temer en las instituciones europeas una salida británica abrupta, sin acuerdos, un duro golpe para la economía europea y un destrozo para la británica.
La legislación del Reino Unido, tras 44 años de membresía al club, está totalmente influenciada por la normativa europea. Desde la seguridad de sus centrales nucleares hasta la aprobación de sus medicamentos, pasando por los acuerdos de aviación aérea y más de 700 tratados internacionales, la vida diaria de los británicos, como la del resto de los europeos, está marcado por su pertenencia a la Unión Europea.
Molina cree que Londres podría ir al brexit duro, que no capitularía ante las líneas rojas europeas “por razones de política interna, fragilidad conservadora y dignidad nacional. Y entonces vamos a un desastroso no acuerdo.  Londres debe decidir si capitular para minimizar pérdidas (y hacer pedagogía del engaño que fue el referéndum) o morir con honor. La opción menos indigna es el brexit duro, pero no deja de ser un disparate económico y puede romper la Unión por Escocia e Irlanda del Norte”.
La fecha límite es el próximo 29 de marzo de 2019, pero el trato debería estar cerrado a finales de octubre para que los parlamentos británico y europeo cuenten con unos meses para su ratificación.
El canciller austríaco, Sebastian Kurz, dijo la semana pasada que Londres podría ganar tiempo pidiendo una extensión del plazo para negociar, algo que debería ser aprobado por unanimidad por los otros 27.
El otro escenario, del que nadie habla en voz alta en Bruselas y que Londres niega, sería que los británicos, ante el caos que podría provocar un brexit sin acuerdo, frenaran hasta dar marcha atrás y se olvidaran del brexit.
Si May cayera y a su caída siguieran unas elecciones legislativas, la crisis política podría servir para que un nuevo gobierno se replanteara el brexit o, incluso, para organizar un segundo referéndum. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, escribió el lunes: “Los políticos vienen y van, pero los problemas que crean se quedan”.
IDAFE MARTÍN PÉREZ
Sandra Ramírez
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