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Latinoamérica

'Me entregué para desnudar al régimen de Maduro': Leopoldo López

El momento en que Leopoldo López se entrega a la Justicia, el 18 de febrero del 2014. Fue condenado a casi 14 años de cárcel.

El momento en que Leopoldo López se entrega a la Justicia, el 18 de febrero del 2014. Fue condenado a casi 14 años de cárcel.

Foto:EFE

Esta entrevista se logró con respuestas en trozos de papel y en la piel de quienes logran visitarlo.

Diego Narváez
Leopoldo López no pierde el espíritu combativo con el que salió la mañana del 18 de febrero del 2014 para liderar una marcha pacífica en Caracas a sabiendas de que no regresaría a casa. El presidente Nicolás Maduro consiguió encerrarlo y orquestar, en palabras de Franklin Nieves, el fiscal que lo acusó, una “farsa” judicial para condenarlo por el asesinato de 43 estudiantes en las manifestaciones de ese año.
Esta semana, el presidente de EE. UU., Donald Trump, pidió la liberación “inmediata” de este líder opositor, pero al día siguiente la justicia venezolana ratificó su condena a casi 14 años.
Desde la prisión militar de Ramo Verde, a 45 kilómetros de Caracas, donde se encuentra recluido en un régimen de aislamiento casi total y donde le graban todos los encuentros con sus familiares directos y abogados –los únicos que pueden visitarlo–, el líder de Voluntad Popular (VP) sigue llamando a la movilización de los venezolanos y haciendo honor al eslogan que se podía leer en su camiseta el día que fue detenido por la Guardia Nacional: ‘El que se cansa pierde’.
Han pasado ya tres años desde aquel sábado, 18 de febrero de 2014, cuando lo encarcelaron. Y de acuerdo con la sentencia, le quedan casi 11 más. ¿Lo acompañarán las fuerzas?
Ese día les expliqué a los venezolanos, en la plaza José Martí, que esta lucha era por todo el pueblo de Venezuela, que estaba y está sufriendo. No sabía cuánto nos llevaría esta lucha, meses, años, pero lo que sí sabía es que si no la iniciábamos, ese cambio no llegaría jamás.
El deterioro de Venezuela se ha acelerado, ¿cómo analiza la crisis humanitaria y de desabastecimiento que se vive?
La población está sufriendo escasez. Los jóvenes no tienen empleo, no tienen futuro por culpa de un modelo equivocado, por un modelo importado. Nos encontramos en una lucha por cambiar no solo al Gobierno más ineficaz y corrupto de nuestra historia, sino también a un Gobierno que degeneró en un sistema antidemocrático, en una dictadura. De manera que esta lucha se convirtió en una lucha por recuperar nuestras libertades y nuestra democracia, y hasta alcanzar ese objetivo continuará. No puede ser de otra forma. O nos sometemos o luchamos por nuestra libertad. Y nosotros vamos a resistir, vamos a seguir luchando y vamos a triunfar. No tengo dudas de eso. Así es la historia de los pueblos frente a la opresión. Insisto, esta lucha no es una lucha dentro de un marco democrático, es una lucha frente a una dictadura y, por tanto, de resistencia democrática. Consciente de esto, me he preparado en cuerpo, alma y mente para afrontarla el tiempo que sea necesario.
¿En este tiempo se ha arrepentido de haberse entregado a la Policía y haberse sometido a un juicio sin garantías? ¿Pensó en el exilio?
Ante la orden de captura, tenía tres opciones: irme del país, lo que nunca consideré; irme a la clandestinidad, que hubiese limitado aún más la posibilidad de expresarme y me hubiese expuesto a un asesinato por parte del régimen; o presentarme voluntariamente ante una justicia injusta. Opté por la tercera opción, y no me arrepiento de haberme entregado y sometido a un juicio sin garantías. He conseguido ejemplos inspiradores en líderes como Martin Luther King y Gandhi, que se enfrentaron a justicias y sistemas injustos para precisamente desnudarlos ante los ojos de sus compatriotas y del mundo. Presentarme a una justicia injusta representó una nueva oportunidad de enfrentar la mentira y el abuso de poder, y de reforzar la idea de la necesidad de cambiar de raíz el sistema.
Los venezolanos votaron por el cambio en las legislativas de 2015, pero la oposición en el parlamento no ha logrado frenar el deterioro. ¿No teme que los ciudadanos dejen de ver a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y a VP como un vehículo para el cambio?
Desde mi perspectiva, nuestro peor adversario no es Maduro ni la élite corrupta que lo acompaña, sino la desesperanza y el pesimismo. Por eso no podemos perder la moral, ni dejar de creer en nuestras convicciones. Nos guste o no, entramos en una fase distinta, una fase de resistencia. Nuestra actitud ante esta dictadura violadora de los derechos humanos tiene que ser de permanente irreverencia y desafío. La desesperanza vendrá si, dadas las circunstancias que vivimos, asumimos una timidez paralizante que impida que la oposición sea una opción creíble de cambio.
¿Quedó debilitada la oposición tras la división exhibida en el intento de diálogo con Maduro?
En el mismo momento de plantearse ese ‘diálogo’, Voluntad Popular fijó una posición muy clara y firme, y fue la de no acudir. Lo hicimos, en primer lugar, por principios y, en segundo lugar, para ser consecuentes con una estrategia de lucha y con la coherencia para ejecutarla. Yo creo profundamente en la negociación y el diálogo, y siempre lo he sostenido, pero ellos deben darse con base en principios.
¿Faltó un frente común?
Ese diálogo estuvo planteado bajo condiciones inaceptables. En un ámbito de la mayor represión (hoy hay más presos políticos), y después de arrebatarle al pueblo el derecho constitucional al voto mediante el secuestro del referéndum revocatorio. Pero además, es claro que ese ‘diálogo’ fue totalmente ineficaz. ¿Qué se logró? Todos los venezolanos ven la forma desequilibrada e inconstitucional en la que sigue desempeñándose el sistema.
¿Aprovecha el chavismo la heterogeneidad de la MUD para dividirlos?
Cada organización política es responsable ante sus seguidores, ante la Unidad y ante la historia de explicar por qué participan o no en tal o cual iniciativa. ¿Aciertos? ¿Errores? Todos los tenemos, y cada organización es responsable de los suyos.
¿El Gobierno está ahora más fortalecido tras el diálogo?
De lo que estoy convencido es de que la alternativa democrática se fortalece cada día más y de que cada día nos acompañarán más y más venezolanos que quieren un cambio.
¿Puede la oposición derrotar al chavismo mientras este siga controlando todos los resortes del Estado?
Por supuesto que se puede. Pero para eso debe haber estrategia, coraje y determinación. No hay ningún poder que pueda contener durante mucho tiempo la voluntad de cambio de un pueblo. En Venezuela somos millones los que clamamos por un cambio. Sí se puede, pero nos necesitamos todos con la convicción de nuestro corazón, nuestra alma y nuestras acciones. La dictadura de unos pocos no podrá con la voluntad de millones de venezolanos. Solo lo lograrán si no reaccionamos, si nos desmoralizan y nos desmovilizan. Solo un pueblo organizado y movilizado puede hacerle frente a este tipo de regímenes.
Los venezolanos han mostrado una enorme capacidad de soportar la adversidad. ¿Cuánto tiempo más podrán resistir sin un estallido social?
No lo sabemos, y allí radica una de las mayores gravedades de esta situación. Debemos hacer hasta lo imposible por conquistar un cambio antes de que haya un estallido social que lamentaremos todos los venezolanos, en especial los más humildes. No podemos dejar de liderar el cambio y esperar la posibilidad lamentable de que explote una situación que nadie quiere por las condiciones económicas y sociales en las que está el país, creyendo que eso beneficiará a algún sector político. El liderazgo debe ofrecer una salida y no la simple espera. Venezuela se cae a pedazos ante nuestros ojos. ¿Cómo les vamos a decir a los miles de madres a las que les han matado a un hijo, producto de la violencia que reina en Venezuela, que debemos esperar hasta 2019 para salir de este gobierno; cómo les vamos a decir a los venezolanos que hacen colas todos los días que hay que esperar a que la crisis económica empeore para que se den los cambios? Como ya he dicho, ante las injusticias, los atropellos y las violaciones de los derechos se reacciona. A las injusticias se las combate, se les planta cara con decisión y sin cálculos políticos.
¿Está vinculada la continuidad del chavismo al apuntalamiento del sistema militar?
La continuidad no del chavismo, ya que hay un chavismo de base que es democrático, sino la continuidad de la dictadura está vinculada a la capacidad de movilización y organización de la sociedad. Cuando seamos millones resistiendo en las calles y exigiendo la restauración de la democracia, no habrá ningún estamento, institución o sistema que pueda contener esa fuerza.
Usted se ha convertido en la bestia negra del Gobierno venezolano. En el 2008 fue acusado de corrupción y consiguió probar su inocencia. ¿Esa experiencia lo fortalece hoy?
Sí. Me enfrenté a mi inhabilitación en el 2008, pero finalmente logré demostrar mi inocencia y la violación de mis derechos en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la cual falló a mi favor en septiembre de 2011. Para mí, esa fue una victoria no solo moral, sino política, ya que demostró la arbitrariedad y, sobre todo, el miedo del régimen venezolano, que ha sido la verdadera razón de la persecución que se ha emprendido en mi contra durante más de una década. Estar en la prisión de Ramo Verde me ha acercado en carne propia a la descomposición de la justicia venezolana, que hoy padecen miles de venezolanos.
“Quien tenga un porqué para vivir sabrá encontrar el cómo”, escribió Nietzsche...
He conseguido la fortaleza para saber que esta experiencia, por más dura que sea, me ayudará a ser una mejor persona, un mejor líder, un mejor venezolano. Un líder debe ser capaz de inspirar a quienes, como él, persiguen un sueño. Y con las duras circunstancias que vive el pueblo venezolano, comprendí que los cálculos políticos sobraban y que debía asumir un riesgo en pro de la libertad de Venezuela.
¿Ha dejado Venezuela de ser una democracia?
Hace tres años, el 23 de enero de 2014, denunciamos claramente que en Venezuela había una dictadura y que, por tanto, debíamos oponernos frontalmente a ella. Menos de un mes después, fui encarcelado y luego juzgado por mis palabras. Se transformó en un ‘delito’ el decir: “Hay que salir a conquistar la democracia”. Increíble, pero cierto, pues fue parte del alegato de la fiscalía aceptado y usado por el juez para condenarme por, supuestamente, alentar a la violencia.
Las diferencias entre una democracia y una dictadura se asientan en tres aspectos: el origen y la legitimidad del poder, el desempeño que se hace de ese poder y la finalidad última del poder. La legitimad sobre la llegada al poder de Maduro está cuestionada por la opacidad de las elecciones de 2013, y yo sigo sosteniendo que esa elección no la ganó Nicolás Maduro. Durante la etapa de Hugo Chávez, la propaganda oficial se nutrió del discurso de que Venezuela era el país más democrático por someterse en dieciocho ocasiones a las urnas. Pero lo cierto es que cuando las circunstancias fueron adversas, como ocurre en estos momentos, se opta por suspender la vía electoral: se le impide a los venezolanos acudir al referéndum revocatorio porque saben que pueden verse perjudicados.
La democracia es más que ir a votar cada cinco o cuatro años...
La legitimidad de un sistema democrático requiere más que el voto universal, directo y secreto de sus ciudadanos. Es igualmente necesario preservar la separación y autonomía de los poderes y la vigencia del Estado de derecho. Pero en Venezuela no existe frontera entre los poderes y se violenta la ley permanentemente. Pero, ¿para qué el poder? ¿Con qué finalidad? En democracia, el poder se ejerce con la finalidad de promover y defender los derechos y libertades de todos los ciudadanos, mientras se busca su permanente bienestar, sin ningún tipo de discriminaciones. Sin embargo, en las dictaduras la finalidad en el ejercicio del poder es mantenerlo a cualquier precio para beneficio de una pequeña cúpula corrupta y no para el bienestar y el progreso de todos los venezolanos.
Esta entrevista se publica con autorización de su autora y del diario ‘La Razón’ de España.
ROCÍO COLOMER
Jefe de la Sección Internacional del diario ‘La Razón’ (España)
Diego Narváez
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