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Latinoamérica

‘El avión se partió en dos justo detrás de nuestros asientos’

El accidente se registró poco después de haber despegado en el estado mexicano de Durango.

El accidente se registró poco después de haber despegado en el estado mexicano de Durango.

Foto:AFP

Reproducir Video

Así narraron Laura García Flores, una colombiana, y su madre, Jackeline Flores, el accidente.

Mientras se va fortaleciendo la tesis de que el avión de Aeroméxico que se accidentó el martes en el aeropuerto de Durango (norte de México) fue impactado por una ráfaga de viento que lo hizo descender bruscamente cuando despegaba y tocar tierra con el ala izquierda, se empezaron a revelar las identidades de los 103 ocupantes del vuelo que, por fortuna, no tuvo pérdidas humanas.
Entre ellos, 65 ciudadanos estadounidenses, algunos españoles, mexicanos y una colombiana y su madre, que iban de regreso a Bogotá tras unas vacaciones en el país.
El vuelo 4231 se desplomó cuando despegaba en unas condiciones meteorológicas adversas, aunque todavía se desconocen los motivos exactos del accidente de la nave, con diez años de antigüedad, del fabricante brasileño Embraer.
También se supo que 97 de los ocupantes del avión resultaron con diversas heridas. El piloto, quien sufrió una lesión en la columna, y una niña de ocho años, con quemaduras en 25 por ciento de su cuerpo, fueron los más afectados.
Aeroméxico informó este miércoles también que 64 personas han sido dadas de alta de los hospitales.
“El piloto fue operado de las cervicales (...) la operación fue exitosa, pero nos dicen que la recuperación será lenta”, dijo el gobernador de Durango a la cadena Milenio.
Las dieciocho personas restantes permanecen hospitalizadas y evolucionan favorablemente.
Laura García Flores, de 16 años, y su madre, Jackeline Flores, mexicana radicada en Colombia hace 23 años, se encontraban en Durango visitando a su familia y abordaron ese día la aeronave, en la fila ocho, para ir de regreso a casa. Ambas narraron a EL TIEMPO los angustiosos momentos que vivieron y la forma como lograron salir del avión minutos antes de que explotara:
“Yo soy bogotana, pero mi mamá Jackeline es mexicana, por lo que el 30 de junio decidimos irnos de vacaciones para Durango a visitar a nuestra familia. Tuvimos unos días muy bonitos con ellos.
Yo viabaja en ese vuelo porque íbamos de regreso y teníamos que tomar la ruta Durango-Ciudad de México, y de ahí la conexión a Bogotá. Recuerdo que, cuando estábamos subiendo al avión hacía mucho sol. En un día así, uno no piensa que algo pueda suceder. 
Embarcamos y justo cuando comenzaron a darnos las instrucciones sobre el uso de las máscaras de aire, empezaron a sonar truenos y a llover muy fuerte. Aun así dijeron que el vuelo continuaba y que íbamos a sentir turbulencia.
Luego, unos segundos después de que el vuelo despegó y se elevó un poco, sentí un vacío horrible, como si estuviéramos aterrizando de nuevo. Entonces el avión se impulsó hacia la izquierda y empezó a rebotar. Se empezaron a caer los maletines sobre nosotros y mi mamá me gritó ‘¡agáchate!’, pero ella misma tuvo que agacharme porque yo estaba paralizada, para luego soltarme el cinturón y liberarme.
El avión se detuvo y pude ver que se estaba incendiando y que el humo invadía la cabina. Después miré hacia atrás; nosotros estábamos sentadas en la fila ocho, y me di cuenta de que el avión se había partido en dos justo detrás de nuestro puesto. Decidimos entonces salir por ahí.
La verdad, no sabíamos si nos íbamos a quemar o algo, pero yo estaba demasiado paralizada y decidí tirarme a la nada. Afortunadamente, cuando estaba cayendo me recibió un señor que ya estaba abajo, y yo le pedí que también ayudara a mi mamá, que para ese entonces ya se estaba tirando del avión, por lo que ella se dio un golpe más duro.
Mi mamá estaba muy tranquila, la verdad. Ella intentó mantener la calma porque yo estaba superalterada y no sabía ni lo que estaba pasando. Cuando salimos, ella dijo: ‘Vámonos que el avión puede explotar’, y tratamos de caminar detrás de una azafata y un grupo de personas que acabábamos de ver, pero el humo los hizo perderse y me tocó gritar: ‘Señora, ¿dónde está?’, para que ella nos respondiera y camináramos hacia su voz.
Yo no vi a nadie más salir, ni rodaderos inflables ni nada, porque fui una de las primeras personas en evacuar. Eso debió haber ocurrido después. Yo lo que hice fue llamar a mi familia con el celular, lo único que había sacado conmigo, para decirles que el avión se había estrellado.
Llegamos a un canal y lo atravesamos, pero era bastante difícil, pues estaba hasta cayendo granizo.
Luego llegamos a una caseta blanca y ahí había varias familias llamando a sus otros familiares, todos desesperados.
Había una niña, de más o menos 10 años, que se había quemado todas las piernas y le decía a su mamá: ‘Mamá, me arden mucho, por favor ayúdame. La niña estaba en shorts.
Es que las llamas eran tan fuertes que, incluso, toda mi ropa quedó oliendo a combustible de avión. También había otros señores; a uno lo vi con la cabeza abierta, sangraba mucho. Y luego desapareció la azafata.
Laura y su madre Jackeline son las colombianas que iban a bordo del vuelo de Durango.

Laura y su madre Jackeline son las colombianas que iban a bordo del vuelo de Durango.

Foto:Foto cedida por las entrevistadas

La gente de emergencia se demoró mucho tiempo en llegar; pasaron más o menos unos 25 minutos, los pude contar con el reloj de mi celular”.

Habla la mamá

“Yo soy de Durango, pero hace 23 años vivo en Bogotá; mi esposo es colombiano, al igual que mis dos hijos.
Cuando sucedió lo del avión yo sí me acordé del protocolo de seguridad y me agaché, Laura no, por eso me tocó ayudarla, pues ella seguía rígida y tensa. Lo que hice fue agacharla con el brazo izquierdo para que ella no se fuera a pegar en la cabeza con el asiento de adelante con las vibraciones.
Luego le desabroché el cinturón y cuando me di cuenta, la cabina ya estaba llena de humo. Ahí entendí que debíamos salir. Vi el agujero que se había abierto detrás de nosotros y le dije: ‘Laura, ¡rápido, salta!’
Ella saltó y yo pensé que debía rescatar mi mochila con los documentos, pero decidí saltar y cuando caí, pese a que un muchacho intentó recibirme, me golpeé una pierna; caí mal, pero empecé a caminar.
Caminamos en medio de esa tormenta tan inesperada que me hizo recordar que cuando despegamos, de un momento a otro, la niebla cubrió el cielo y el avión se elevó con cero visibilidad.
En la caseta blanca, la niña cuyas piernas estaban quemadas estaba acompañada de su madre y sus hermanitos pequeños. Yo incluso le ayudé a la señora y cargué al más chiquito, pues la niña no podía ni mantenerse de pie.
La gente gritaba en pánico. Una señora estaba tratando de marcarle a su hermana, le decía: ‘Flor, Flor’, con toda la angustia del mundo. Entonces, la azafata le dijo: ‘dígale que estamos bien, que estamos vivos, que estamos acá parados y vivos’.
Luego le marqué a mi esposo, pero no me contestó; le marqué a mi hijo, que en esos momentos tenía un examen final. Cuando le marqué todavía no había salido del examen.
Luego me di cuenta de que no habían llegado ambulancias ni bomberos. Pero también pensé que en Durango nunca había sucedido algo así. Yo creo que la falta de preparación ocasionó la demora.
Yo no miré atrás, solo vi las llamas y el avión incendiado, pero no supe cómo sacaron a los demás.
La aerolínea nos ha estado llamando que para organizar el vuelo de regreso, pero la verdad no sabemos cómo se va a lograr eso si perdimos todos nuestros documentos, pasaportes, cédulas, tarjetas de identidad, pases de conducción y la ropa. No tenemos lo básico para poder regresar. Esta es la hora que seguimos esperando la ayuda.
Afortunadamente, el consulado de Colombia en México nos dice que cuando lleguemos a Ciudad de México nos darán un pasaporte provisional para Laura”.

Sigue la investigación

Autoridades de México y Estados Unidos analizaban ayer los restos del avión de Aeroméxico en busca de pistas sobre las causas por las cuales se precipitó a tierra.
La aeronáutica civil mexicana inició los trabajos junto con representantes de las estadounidenses Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB, por su sigla en inglés) y la Administración Federal de Aviación (FAA). Representantes de Embraer, el fabricante brasileño de la aeronave, y de General Electric -a cargo de los motores CF34-10E del avión- también participaban.
Las cajas negras fueron recuperadas en perfecto estado, según anunciaron las autoridades, y las entrevistas con los pilotos dependerán de la evolución de su estado médico.
MARÍA DEL MAR QUINTANA CATAÑO
INTERNACIONAL
EL TIEMPO
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