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Europa

‘El final de Eta llega demasiado tarde’

Mientras el grupo terrorista Eta estuvo activo, miles de personas se manifestaron en su contra en España.

Mientras el grupo terrorista Eta estuvo activo, miles de personas se manifestaron en su contra en España.

Foto:A. ARRIZURIETA. AFP

Florencio Domínguez habló con EL TIEMPO acerca del significado de la disolución de la banda. 

La banda independentista vasca Eta reunió a un grupo de personalidades internacionales este viernes para celebrar su fin. En la localidad francesa de Cambo-les-Bains se dieron cita políticos, miembros de sindicatos y organizaciones sociales, sin presencia de representantes de los gobiernos de España y Francia.
EL TIEMPO entrevistó sobre la disolución de Eta a Florencio Domínguez, autor de varios libros sobre la banda y presidente de la Fundación Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo.
En 2011, Eta informó que abandonaba la violencia. ¿Por qué anuncia ahora, más de seis años después, su final?
Aunque se negó a reconocerlo en 2011, anunció el abandono de la violencia porque el Estado había conseguido neutralizarla e impedir que tuviera una capacidad terrorista mínimamente eficaz. Lo que pretendió entonces fue negociar la entrega de sus armas o su propia disolución con los gobiernos de España y Francia a cambio de la libertad de sus presos y de la retirada de las fuerzas de seguridad del Estado del País Vasco.
Pero la Policía de los dos países (España y Francia) siguió persiguiendo a los etarras, y Eta se encontró sin estrategia. Al final, en 2017, se vio obligada a entregar una parte de su armamento porque nadie negociaba y el año anterior varios miembros habían sido sorprendidos intentando mover armas, con lo que comprobó que había un control militar importante.
En abril de 2017 hizo entrega de armas al Gobierno francés y se metió en un debate interno a ver qué hacían, sobre todo con los presos —porque el grueso de Eta está en la cárcel— y decidió disolverse. Lo que han hecho durante estos días con sus anuncios es un mensaje propagandístico, para crear una apariencia de gesto unilateral, de que ha sido una decisión voluntaria, pero se trata de camuflar la derrota.
Sin embargo, no abandona esas ideas porque en el mensaje lanzado en Cambo-les-Bains se volvió a hablar de los presos y de reconciliación. ¿Busca forzar al Estado?
Ya no tiene instrumentos de presión. Desde 2010 tomó la decisión secreta de parar porque había recibido numerosos golpes policiales, y luego se vio forzada a hacer la renuncia pública.
¿Son palabras al viento?
Sí. La situación penitenciaria de los presos dependerá de sus comportamientos en la cárcel, como lo determinan el Código Penal y la ley penitenciaria, que establecen normas de funcionamiento para pasar por los diferentes grados.
Un comportamiento correcto les acumula méritos, como a cualquier preso. Es problema de cada uno de los miembros de Eta, no es una decisión colectiva. Hay presos que en los últimos dos o tres años han dado pasos que antes tenían prohibidos, como hacer determinados trabajos que les favorecen en el expediente penitenciario.
¿Qué seguirá ahora con Eta?
Nada. Ha desaparecido. En la sociedad vasca nada ha cambiado en los últimos días. Lo hizo a partir de 2011, cuando las personas amenazadas y los cargos públicos pudieron dejar de moverse con un esquema de seguridad y escolta. Ahí se normalizó la situación. Lo de ahora es una cosa simbólica, sin efectos reales.
¿Algunos de sus dirigentes se agruparán en algún partido político, dentro de las normas de la democracia?
Si no tienen reclamaciones judiciales pendientes y están en libertad, no hay problema. Hay un partido político que responde a sus objetivos y está legalizado desde 2011, Sortu; algunos antiguos miembros de Eta tienen cargos en él.
Pero, por ejemplo, Josu Ternera, el que leyó el comunicado que anunciaba el final de Eta, no puede ir a Bilbao porque lo detienen, puesto que tiene dos causas judiciales abiertas. Tendrá que comparecer ante la justicia, y si sale absuelto podrá hacer lo que quiera.
¿Existe un espíritu independentista, pacífico, dentro de la sociedad vasca?
Siempre ha habido un sector independentista en la sociedad vasca, pero ha sido y sigue siendo minoritario.
Usted dice que la sociedad vasca está igual hoy que hace unos días. ¿No es una buena noticia para ellas la disolución de Eta?
Por supuesto. Los vascos lo han deseado más que nadie, pero no les provoca una sensación emotiva de alegría. Piensan que es demasiado tarde. Se alegran, pero no es una celebración como el triunfo en un torneo de fútbol.
¿Cuál es el papel de las víctimas en la actualidad?
En general, mantienen una postura crítica. Sus demandas tradicionales son: memoria, que se conozca y no se justifique lo que ha sucedido; justicia, porque hay más de 300 crímenes, de los 853 asesinatos cometidos por Eta, que no se han esclarecido (aunque desde que anunció el abandono del terrorismo se han producido 157 detenciones de sus miembros); verdad y dignidad.
JUANITA SAMPER OSPINA 
Corresponsal de EL TIEMPO 
MADRID 
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