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EEUU

Erradicación de ilícitos 'es con fumigación, a pie eso no funciona'

Barry McCaffrey tiene dudas de que las Farc abandonen un negocio tan lucrativo como es el de las drogas ilícitas.

Barry McCaffrey tiene dudas de que las Farc abandonen un negocio tan lucrativo como es el de las drogas ilícitas.

Foto:Federico Puyo / Para EL TIEMPO

Exfuncionario del gobierno Clinton critica al Gobierno colombiano por suspender las aspersiones.

Este martes la Casa Blanca confirmó un dato que si bien se anticipaba no dejó de caer como un baldado de agua fría: por cuarto año consecutivo los cultivos ilícitos en el país volvieron a expandirse y esta vez alcanzando en el 2016 un número jamás visto en la historia.
La cifra, 188.000 hectáreas sembradas en el país, representa de paso un aumento del 140 por ciento entre el 2013 y el año pasado.
En Washington, por supuesto, la noticia no cayó bien. Pese a reconocer lo mucho que ha avanzado Colombia en estos últimos 15 años, no se entiende que luego de desembolsar más de 10.000 millones de dólares en este período exista aún más coca que cuando comenzaron su participación con el Plan Colombia, en el 2001.
Uno de los más ‘enconflictados’ con la estadística es el general (r) Barry McCaffrey, director para la Oficina contra los Narcóticos (ONDCP) durante el gobierno de Bill Clinton, quien fue uno de los que más empujaron para que tanto el expresidente como el Congreso de la época se montaran en una estrategia cuyo fin principal era poner en cintura al narcotráfico.

Las Farc saben que en política no pueden competir en igualdad de condiciones, porque la gente no los quiere, y por eso el dinero de las drogas

En entrevista con EL TIEMPO, McCaffrey responsabiliza a las Farc, critica al Gobierno por suspender la fumigación y vaticina un futuro peligroso para ambos países.
Hace un año se celebraron en la Casa Blanca 15 años de éxitos del Plan Colombia. Pero esta semana se confirmó que los cultivos ilícitos en el país llegaron a un récord histórico. ¿Qué pasó?
Colombia ya no es el país que existía hace 15 años. Los progresos han sido enormes en gran parte gracias a ese esfuerzo tanto de colombianos como de estadounidenses. Dicho eso, lo que está pasando con los cultivos es muy grave y amenaza con descarrilar ese progreso.
¿Pero a qué atribuye usted esta nueva bonanza?
A las Farc. En las negociaciones de paz con ellos, el gobierno Santos cedió en este punto y les entregó las drogas al decidir que no erradicaría en esas zonas y al cancelar las fumigaciones aéreas. Siempre pensé que las Farc jamás iban a ceder en tres puntos: no iban a dejar las armas –las van a esconder –, no se iban a desmovilizar para dedicarse a arreglar bicicletas en Bogotá, y jamás iban a entregar los enormes recursos que les produce el tráfico de drogas. Ellos saben que en política no pueden competir en igualdad de condiciones, porque la gente no los quiere, y por eso el dinero de las drogas.
Su conclusión es muy polémica. ¿Por qué cree que el Gobierno cedió en ese punto?
Porque si no se les permitía seguir sembrando coca no hubiesen hecho la paz. Al menos no ahora. Yo era muy cercano al presidente Santos, y ahora, con esto que digo, puede que ya no me quiera. Creo que la idea era detener el conflicto a como diera lugar y luego se les sacaba del negocio y se les introducía a la vida civil. Fue un cálculo político. Santos es un gran patriota y merece mucho crédito por detener las balas, pero su cálculo fue equivocado y ahora estamos ante estos enormes niveles de cultivos.

No es que las Farc quieran seguir siendo criminales, pero se trata de un negocio que genera enormes dividendos y de eso es difícil separarse

¿Qué es lo que más le preocupa de la situación?
Esas montañas de coca van a producir miles de millones de dólares que ya no serán usados para comprar armas sino para corromper el sistema, para comprar influencia, para pagarles sueldos a los miembros de la insurgencia y asegurar que sigan con ellos. Creo que la situación, antes que mejorar, va a empeorar. También creo que el problema se ha visto desde una premisa falsa y es que si no se les deja sembrar coca a los campesinos, estos se mueren de hambre. En el mundo hay millones que viven de productos agrícolas legítimos. El Gobierno lo que tiene que hacer es desarrollar una infraestructura que permita a los que viven en zonas remotas poder sembrar piñas, orquídeas, o lo que sea, y que con ello puedan vivir decentemente.
¿Qué tanto cree que ha influido en la expansión de los cultivos el fin de la fumigación aérea?
En el mismo minuto en que decidieron dejar de fumigar perdieron el control del problema. Por supuesto, la fumigación no es todo y debe estar acompañada de un despliegue policial, de desarrollo alternativo en esas áreas. Pero sin fumigación es muy complicado. No se puede ir arrancando matas a pie y a sabiendas de que los cultivos van a ser defendidos a muerte por las organizaciones criminales. Eso no funciona.
Pero la suspensión de las fumigaciones estuvo atada a un informe de la Organización Mundial de la Salud que dijo que los químicos empleados causaban daños a la salud y el medioambiente ¿Eso no justifica la decisión?
Eso es una patraña. La aspersión aérea se usa en muchos países para fines agrícolas y es muy segura. Se hace de manera computarizada para evitar errores. Sé que esto que digo es controvertido, pero me parece que esas justificaciones no se sostienen en la ciencia e intelectualmente todo el mundo la sabe.
¿Cómo cree, entonces, que se deba enfrentar el problema a partir de ahora?
La verdad, no lo sé. No es que las Farc quieran seguir siendo criminales, pero se trata de un negocio que genera enormes dividendos y de eso es difícil separarse.
¿Se debe reactivar la fumigación aérea?
No creo que pueda hacerse, pues eso hace parte de los acuerdos con las Farc. Es un asunto que debe resolver Colombia. Mi opinión es que los militares y policías tenían arrodilladas a las Farc y no estaban lejos de derrotarlas. En la historia de la diplomacia, nadie entregó en la mesa de negociación algo que ganó en el campo de batalla. Pero eso fue lo que pasó. Y el punto de fondo es que gracias a eso la coca está disparada y serán miles de millones de dólares los que van a fluir hacia la política, para corromper a jueces y neutralizar a los militares y policías, bien sea con sobornos o falsas acusaciones.
¿No ve alternativas?
Creo que lo que se viene es un largo proceso y no es claro el horizonte. Una alternativa es dejar que los cultivadores siembren lo que quieran y justo cuando esté por llegar la cosecha fumigar todo y dejarlos sin nada, pues dependían totalmente de la coca. Así se les convence de dejar el negocio y buscar ayuda. Pero eso es con fumigación, a pie eso no funciona.
El Gobierno ya presentó un plan para erradicar de manera manual 100.000 hectáreas este año y dice que las Farc serán parte de la solución. ¿Qué opina?
Quizá las Farc colaboren un poco para aparentar, pero no creo que funcione. Le repito: no abandonarán un negocio tan lucrativo.
Hay indicios de que el consumo de coca en EE. UU. está creciendo. ¿Lo relaciona con el auge de la producción en Colombia?
Por supuesto. Si 700 toneladas métricas (las que se estima pueden producir los cultivos colombianos) inundan una sociedad, hay gente que la va a probar y le va a gustar y se va a volver adicta. En los 80, la coca destruyó a muchas comunidades en EE. UU. y puede volver a pasar. Y tendrá un gran impacto en Colombia, pues mucha de esa droga se venderá en su país.
¿Cómo cree que cae esta noticia en la administración de Donald Trump?
Esta administración tiene gente muy buena, pero el Presidente está muy mal preparado para el cargo, es errático y no escucha a los expertos. Mi teoría es que, dada la retórica que se le escuchó en la campaña, verá esto como una amenaza a la seguridad nacional y tomará alguna decisión rápida que complicará las cosas. Si fuera asesor del Gobierno colombiano, que no lo soy, les diría que esto no le conviene a ninguno de los dos países. No creo que el Congreso (republicano) pueda hacer mucho, pues está amarrado a Trump.
¿Pero entonces qué pasa con la relación?
Puede que decidan suspender el chorro de dinero. Pero eso es un error. Siempre dije que hay que mantener el apoyo a Colombia unos 5 o 10 años más para ayudar a consolidar la paz. Y ojalá Colombia no decida desmantelar sus fuerzas. Para asegurar la paz, necesitan una policía y un ejército fuertes, y necesitan el apoyo de Estados Unidos.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
En Twitter: @sergom68
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