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Lecturas Dominicales

Tiempo de ferias

Las ferias de arte están en clara sintonía con las prioridades de este momento de globalización.

Las ferias de arte están en clara sintonía con las prioridades de este momento de globalización.

Foto:Catalina Cortés

El curador Eduardo Serrano escribe sobre las más importantes muestras de arte en el país.

Daniela Vargas
A partir de 1967, cuando en Colonia (Alemania) se inauguró la primera feria de arte, pero sobre todo en lo corrido del presente siglo, este tipo de eventos han proliferado alrededor del mundo hasta convertirse en los acontecimientos más concurridos y determinantes en el desarrollo de las artes visuales a nivel global. Sabido es que la más importante feria que se realiza en la actualidad es la de Basel (Suiza) y que las de más relieve en Latinoamérica son las de São Paulo, Río de Janeiro, México y Buenos Aires, seguidas muy de cerca por ArtBo, que se organiza hace doce años en Bogotá. Art Basel-Miami y las ferias aledañas llevadas a cabo en esa ciudad se han convertido igualmente en una excelente plataforma para los artistas latinoamericanos.
Las ferias de arte, cuyo objetivo es reunir, presentar y comercializar obras de diferentes regiones, están en clara sintonía con las prioridades de este momento de globalización en el cual, gracias en primer lugar al internet, pero sin duda también al carácter internacional de estos eventos, se ha logrado no solo que se puedan apreciar las más reputadas obras de arte contemporáneo en prácticamente todos los rincones del planeta, sino que los artistas de lugares como Colombia (tal vez por su tradición de país introvertido y su imagen tercermundista) hayan logrado extender sus alas e iniciar el vuelo hacia otras latitudes.
Este amplio horizonte que plantean las ferias artísticas ha dado como resultado novedosas tendencias visuales y de mercado. En cuanto a la producción de los artistas, por ejemplo, las ferias han desempeñado un papel de suma importancia, puesto que, conscientes de la creciente cantidad de público a la que pueden llegar sus propuestas, no entran en reparos en la realización de sus trabajos. Hay incluso quienes elaboran obras especialmente para estas muestras, vistosas y de grandes dimensiones para que no pasen desapercibidas, pero la mayoría son consistentes con sus contenidos tradicionales y con sus recursos creativos.
Su efectividad como estímulo visual también es evidente en el número de estudiantes que las visitan en busca de orientación, y en la cantidad de profesiones relativas al arte que, como la curaduría, se han convertido en las más apetecidas para las nuevas generaciones. Los curadores no son solo figuras influyentes en las directrices de las ferias, sino que muchas galerías contratan sus servicios para las presentaciones, buscando participar con propuestas visionarias y coherentes.
Cada galería se empeña en exponer sus obras más sobresalientes, conscientes de que su nombre, como escenario de trabajos emblemáticos en el circuito del arte contemporáneo, redundará tanto en su prestigio como en sus ventas. Algunas galerías limitan su presencia a una determinada corriente que consideran característica de su gusto o sus definiciones, pero por lo general muestran trabajos representativos de diversas tendencias, seguramente con la esperanza de que todas las predilecciones puedan ser satisfechas en su espacio. Notoria es la combinación de arte moderno y contemporáneo que se ve en todas las ferias, pese a que sus propósitos e ideologías son diametralmente opuestos.

No hay que olvidar que, no obstante lo que diga el galerista, el crítico o el curador, el verdadero precio del arte es el que el coleccionista está decidido a pagar por él

precios son fijados por las galerías, dado su protagonismo en estos eventos eminentemente comerciales, en los que, si bien se ofrece al gran público la oportunidad de apreciar obras de arte que representan la creatividad actual y son lugares de aprendizaje y entretenimiento, lo fundamental es la relación cliente-galería. No hay que olvidar que, no obstante lo que diga el galerista, el crítico o el curador, el verdadero precio del arte es el que el coleccionista está decidido a pagar por él.
Estos últimos asisten ávidos; varios de ellos, los más noveles, a dejarse guiar por algún experto (curador, crítico, profesor o galerista) en la temerosa adquisición de trabajos de algún artista joven y, por tanto, no muy costosos, mientras los más curtidos acuden a adquirir piezas de aquellos artistas cuya trayectoria han seguido con atención y les ha despertado alguna apetencia estética, política o conceptual. La meta de unos y otros es acertarle a una creación que sea digna de figurar eventualmente en un museo.
En Colombia, la primera feria fue ArtBo, que patentó gran ambición desde el principio, cuando, gracias al apoyo económico de la Cámara de Comercio, logró convertirse en un evento de gran envergadura al que acuden las galerías nacionales con más músculo comercial, así como galerías de aproximadamente treinta países, y coleccionistas, críticos y curadores de muchas partes del mundo. La feria se ha diversificado, se ha afinado, ha seguido aumentando tanto en dimensiones como en prestigio, y en la actualidad es el eje central de las actividades de octubre, convertido en el mes del arte en Bogotá.
Odeón fue la primera de las ferias alternativas de la capital y ha adquirido notoriedad tanto por la calidad de las propuestas y la reputación de las galerías participantes, también de varios países, como por el atractivo escenario, un viejo teatro, donde tiene lugar, y para el cual se han creado obras in situ que acrecientan ostensiblemente el interés de los visitantes.
Barcú, la feria que se lleva a cabo en el barrio La Candelaria, ha puesto su énfasis en artistas emergentes y en galerías en crecimiento, aunque también participan autores de reconocida trayectoria. Es un evento de gran popularidad y renombre, que se extiende a varias casonas coloniales y durante el cual se programan diversas actividades culturales.
La Feria del Millón, así denominada porque el precio de ninguna obra puede superar el millón de pesos, está orientada al arte de los jóvenes, quienes por lo general no han tenido acceso a galerías pero cuyas obras demuestran valores y fortalezas que permiten augurarles un promisorio porvenir. Esta muestra apuesta por esclarecer que el valor artístico y el valor comercial del arte son dos criterios diferentes.
Una de las ferias capitalinas más recientes es Art Chicó, interesada principalmente en el arte internacional. Esta exposición tiene lugar en el Museo del Chicó. En Medellín, por su parte, se creó hace poco Artmed, exhibición que viene a llenar un vacío imperdonable, dada la calidad del arte producido en la capital antioqueña. Todos los certámenes cuentan con actividades académicas, como conversatorios y conferencias encaminadas a ilustrar al público sobre las obras expuestas y a estimular el coleccionismo.
EDUARDO SERRANO
LECTURAS
Daniela Vargas
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