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Lecturas Dominicales

Un profesor en Bucarest

'Solenoide', Mircea Cartarescu. Impedimenta, 800 páginas. $104.000.

'Solenoide', Mircea Cartarescu. Impedimenta, 800 páginas. $104.000.

Foto:

Reseña de 'Solenoide', la última novela del escritor rumano Mircea Cărtărescu.

Como tantos otros escritores, Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956) también tiene su propio diario. Comenzó a escribirlo cuando tenía 16 años y, a partir de él, confiesa, han nacido todos sus libros. “Todas las mañanas apunto lo que recuerdo de mis sueños de la noche anterior”. Su más reciente novela, Solenoide, surge también de allí. “Todos los sueños que aparecen en el libro son sueños que he tenido”. Pero, a decir verdad, Solenoide es mucho más que un compendio o saco de sueños. De entrada, hay que decir que Solenoide es un libro monumental no solo por su envergadura (cerca de 800 páginas), sino por el universo dentro del cual gravita su personaje; un libro del que, como lo asegura en su posfacio el también escritor rumano Marius Chivu, “se escribirá durante mucho tiempo sin que lleguemos a tener nunca la impresión de haber contemplado suficiente su mecanismo, de haber entrevisto sus tramas, de haberlo ‘leído’ de verdad”.
Pero, ¿de qué trata el más reciente libro de Cartarescu? En principio, la novela aborda la vida de un profesor de lengua rumana de una escuela barrial de Bucarest, la número 86. Un profesor apático y sin mayor atractivo que parecer estar condenado a vagar por sus aulas eternamente mientras se dedica a escribir, en sus ratos libres, una especie de diario de su vida. Un profesor, en fin, sobre el que además pesa un tormentoso fracaso literario (“para aprender a correr, primero hay que saber caminar”, le dijeron).
Pero la novela es mucho más que la bitácora triste de un viaje poético interrumpido, de un sueño truncado. La novela también es la historia de una ciudad que acecha y cobra vida cada vez que el profesor se pasea por sus calles decrépitas, o se anima a esperar el tranvía de turno bajo los “polvorientos cielos bucarestinos”, o cruza por las villitas burguesas del periodo de entreguerras que “debieron de tener buena pinta en otra época”, o, finalmente, le echa un vistazo a cualquiera de las edificaciones grises levantadas durante la época del comunismo. Es ahí cuando el Cartarescu más realista se abre paso para dejar una impronta sublime.
El escritor rumano Mircea Cărtărescu.

El escritor rumano Mircea Cărtărescu.

Foto:AFP

“Aquí es siempre, como ya he dicho, otoño; un otoño putrefacto y luminoso. La capa de asfalto que, quién sabe cuándo, extendieron sobre esta calle pavimentada, está descolorida y roída como un trapo viejo, repleta de protuberancias provocadas por los gérmenes lívidos de las plantas subterráneas”.
Desde la ya conocida ‘Stefan cel Mare’ de sus libros anteriores hasta la ‘Maica Domnului’ donde se encuentra la casa en forma de barco que sirve de refugio para el profesor de Solenoide, la Bucarest de Cartarescu es ciertamente abrumadora. Escribe el autor desde las primeras de cambio, al referirse a su ciudad:
“Había comprendido ya, a los diecinueve años, cuando había leído todo, que Bucarest no era como otras ciudades que se habían desarrollado a lo largo del tiempo sustituyendo las chabolas y los depósitos por grandes edificios, remplazando los tranvías tirados por caballos por tranvías eléctricos. Bucarest había aparecido de repente, ya en ruinas, derruida, con el revoque desconchando y las narices de las gorgonas de estuco rotas”.
Es en esa Bucarest, pues, donde el profesor deambula todos los días buscando una vía de escape que lo redima de su vida fracasada, y que termina por encontrar a través de la alucinación y el delirio en una de las habitaciones de la casa-barco de la calle Maica Domnului a la que llega una tarde atraído como por un imán para quedarse para siempre.
Al lector, por lo pronto, solo le queda armarse de valor y golpear.
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