¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Lecturas Dominicales

'Hay fuerza femenina en el cine colombiano': Natalia Santa

Con su opera prima, Natalia Santa se convirtió en la primera colombiana en llegar a Cannes como directora.

Con su opera prima, Natalia Santa se convirtió en la primera colombiana en llegar a Cannes como directora.

Foto:Carlos Ortega.

Natalia Santa es la directora de 'La defensa del dragón'. La película se estrena el 27 de julio.

Sergio Alzate
Si las personas fueran las representaciones de sus cosas, si las casas fueran extensiones de sus habitantes, entonces Natalia Santa sería una mujer de otra época. Sobre sus muebles de madera hay todo tipo de objetos de antaño. Aparatos análogos como cámaras fotográficas o equipos estéreos. En el suelo hay arcones cerrados. De las paredes cuelgan retratos antiguos. Un globo terráqueo descansa en una esquina. Sobre una repisa hay lámparas de queroseno. Y puede que lo sea, sí: una mujer de otra época. A sus 39 años, sus ojos grandes y negros, su pelo oscuro, su palidez de día de abril la dotan de una atemporalidad similar a la estética de su primera película, La defensa del dragón, que este año se estrenó en el Festival de Cine de Cannes, fue seleccionada para la Quincena de Realizadores y optó por la Cámara de Oro. Y que, además, la convirtió a ella, a Natalia, en la primera directora colombiana en ir al festival desde esta posición.
“Pero yo no soy una directora. Lo que hago es contar historias”, dice Natalia con una taza de té entre sus manos. Tampoco se considera una excepción a la regla. Hay mujeres haciendo cine en Colombia, dice. Antes no pensaba en esto, pero la exposición que Cannes le dio la hizo reflexionar en el rol de las mujeres en la industria cinematográfica. Resalta la labor de Natalia Orozco, de Lina Rodríguez, de Clare Weiskopf, de Viviana Gómez, cuyos trabajos van desde la ficción hasta el documental.
–Hay una fuerza femenina en el cine colombiano –dice–. No es cosa de Natalia Santa. Son muchos nombres y cualquiera hubiera podido ser en vez del mío.

Yo no soy una directora. Lo que hago es contar historias

Más allá de un reconocimiento al trabajo de dirección, la verdadera ambición de Natalia con La defensa del dragón era narrar las historias cotidianas de tres hombres maduros que pasan sus días buscando placebos para sus dificultades. Samuel es una antigua leyenda del ajedrez nacional que no triunfó en Rusia y que prefirió dedicarse a enseñarles a los jóvenes los fundamentos del juego. Joaquín es un relojero que busca rescatar el negocio que heredó de su padre del mercado digital chino. Y Marcos, por su parte, es un médico homeópata español cuyo único vínculo con su hijo son las mesadas que este le envía para costear su adicción al póker. Masculinidades en el vórtice de la vejez temprana obligadas a lidiar con la soledad, el fracaso y la desaparición del mundo conocido. Tres hombres unidos por la consciencia de que antes de que la vida se burle de ellos, están en la obligación de burlarse de sí mismos.
Natalia escribió el guion preguntándose sobre las condiciones de estos tres personajes: ¿escogieron la soledad? ¿Su aislamiento fue forzoso? ¿Qué tanto influyó el factor económico? ¿Cómo eran sus relaciones familiares y sentimentales? Detalle a detalle fue describiendo sus entornos. La pintura descascarada en una puerta, los relojes análogos y sus manecillas en perpetuo movimiento, el salón de ajedrez con sus tableros bicolores y sus jugadores con las espaldas encorvadas, los ojos fijos en las piezas. Y de allí supo la estética de la película: planos fijos, fotográficos y simétricos, enquistados en las aristas de los detalles.
–Y como conocía tan bien a los personajes y tenía tan clara la parte visual de la película, me decidí a dirigirla. Animada, además, por Ivette Liang, la productora.
Aquella claridad mental, sin embargo, no significaba nada más que la génesis. Había que afrontar todo el proceso desde la inexperiencia de un equipo de trabajo que, en su mayoría, estaba formado por novatos. Natalia aprendió que dirigir una película es más que decir “corte” y “acción”. Había que conseguir fondos y, luego de los fondos, realizar la preproducción y de allí un casting y después el rodaje y una sucesión de cosas que le exigían estar siempre alerta. También debía ser madre. Resolver los caprichos de sus dos niños. Atender llamados. Quitar hambres. Escuchar balbuceos. “Esto hizo que la película fuera como cinco partos”, dice riendo.
Natalia alcanzó a dudar si la película podría llegar a terminarse. En un momento, la locación que había negociado para filmar allí las escenas del relojero se canceló a última hora.
–No, mire, si cierro la relojería durante diez días pierdo diez millones de pesos –le dijeron.
–Pero yo no puedo pagarle ese dineral –respondió Natalia.
–Entonces, no puedo alquilársela.
Y hubo más problemas: uno de los actores se alejó del proyecto; el dinero no alcanzaba para lo presupuestado y no se conseguía coproducción; los tiempos se extendían más allá de lo esperado. Una serie de tropiezos que Natalia y su equipo sorteaban sin saber si habría otro. No era un seguir obstinado por la espera de una recompensa. No había recompensa alguna. La obsesión se convirtió en terminar algún día la película. Mirarse unos a otros y decir “acabamos”. Proyectar la versión final y pensar que cada hora había valido la pena. Había ambiciones, claro. Que gustara, la más obvia. Que satisficiera el orgullo de todos los involucrados, también. “Pensábamos, en nuestros sueños más locos, en el Festival de Cine de San Sebastián”, cuenta Natalia. Incluso, durante tres etapas distintas de La defensa del dragón, postularon la película a este festival español. En cada una de las ocasiones fueron rechazados. El costo final de producción fue de 1.200 millones de pesos, financiados en su mayoría por el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico de Proimágenes.
“Todo esto, los retrasos, los obstáculos, el no tener coproducción, el no haber conseguido entrar a San Sebastián era lo que teníamos destinado que pasara”, dice Natalia, que estudió literatura en la Universidad Nacional de Colombia y ha colaborado en guiones de telenovelas como La ley del corazón y Verano en Venecia. No tener que deberle nada a nadie, ni contar con ningún compromiso previo, les hizo saber que la película era de ellos y de nadie más. No tenían que ceñirse a ninguna directriz externa ni por qué someterse a la dictadura del éxito.
–Esta sociedad está demasiado obsesionada por el éxito hasta un punto enfermo –dice Natalia.

Pensábamos, en nuestros sueños más locos, en el Festival de Cine de San Sebastián

Ahora, desde la seguridad que da la retrospectiva, ella cree que los problemas y los cambios terminaron por hacer una película mejor. “No es que las opciones iniciales fueran peores”, aclara. La mejoría, dice, se dio en que cada contratiempo fortaleció su trabajo como directora y en que La defensa del dragón pudo haber sido otra cosa de haberse dado todo como estaba previsto.
Los versos finales del poema Ajedrez de Jorge Luis Borges dicen: “Dios mueve al jugador, y éste, la pieza./ ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza/ de polvo y tiempo y sueño y agonía?”. ¿Qué destino detrás del destino llevó a que Edouard Waintrop viera en el Festival de Cine de Cartagena una versión preliminar de La defensa del dragón y que él, un francés, además de delegado general de la Quincena de Realizadores, se sintiera identificado con esa historia bogotana de tres hombres un poco fracasados, un poco solitarios y dueños de su propio destino? “Lo más chistoso del asunto es que no queríamos exponer la película tan pronto. Fue cosa de último momento”, cuenta.
–¿Y la película no está comprometida con ningún otro festival de cine para su estreno? –recuerda Natalia que Edouard Waintrop le preguntó.
–No, no, con ninguno, con ninguno –le respondió.
Natalia Santa se graduó de Literatura de la Universidad Nacional de Colombia. Además de cineasta, ha escrito guiones para televisión.

Natalia Santa se graduó de Literatura de la Universidad Nacional de Colombia. Además de cineasta, ha escrito guiones para televisión.

Foto:Carlos Ortega.

Para poder participar a tiempo en Cannes, el trabajo de edición, proyectado para cinco meses como mínimo, tuvo que reducirse a dos. “Nos tocó trabajar a un ritmo casi de veinticuatro horas los siete días de la semana”, afirma Natalia, con sus dos hijos abrazados a ella, pidiéndole permiso para jugar, preguntándole qué juego elegir, porque “ella es la directora”, le dicen, aunque Natalia les explique que en casa nadie dirige a nadie, que todos son una familia. Dos meses de trabajo que pasaron casi sin que se diera cuenta, sin saber muy bien qué significaba aquello de que no había más latinoamericanos en la Quincena de Realizadores o que era la primera vez que una película dirigida por una colombiana llegaba a una selección oficial del festival de cine francés. “Y llegas allá y la gente te dice que se identifica con esta película tuya, con esta historia que creías tan bogotana y tan cotidiana como los habitantes de la ciudad”. Tras su estreno oficial el 24 de mayo, vinieron las opiniones. Lee Marshall, del portal de cine Screen Daily, resaltó de la película su “sentido agudo sobre cómo la gente puede ser moldeada por su contexto hasta ser parte del fondo” y de su directora el tener un evidente estilo de dirección. El crítico de cine John Bennett escribió para The Movie Waffler que Natalia Santa con esta cinta es “una prometedora voz cinematográfica”. Actualmente el filme tiene un valoración de 6,5 sobre 10 en la base de datos cinematográficos IMDb.
La luz declina a través de los ventanales y el color del día pasa de la potencia del blanco a una dulzura mate. Ahora todos los esfuerzos están enfocados en el estreno de La defensa del dragón en las salas colombianas el próximo 27 de julio. “¿Qué espero que pase?”, se pregunta Natalia. Medita un instante en silencio, con una mano sobre la barbilla, antes de responder que lo que espera es que dure más de una semana en cartelera. A su modo de ver, esa es la paradoja del cine colombiano: se hace, se premia, se reconoce, pero no se visibiliza lo suficiente. Que dure dos, tres, más semanas sería el sueño máximo para ella, que tampoco se atreve a pedirle más a su cinta. Ya le ha dado más de lo pensado.
LECTURAS
Sergio Alzate
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO