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Delitos

Más colombianos son asesinados en momentos de ocio que por la guerra

En 2016, el departamento cerró con una tasa de 15 asesinatos por cada 100.000 habitantes.

En 2016, el departamento cerró con una tasa de 15 asesinatos por cada 100.000 habitantes.

Foto:Luis Lizarazo / Archivo EL TIEMPO

Según informe Forensis, más del 30 % de homicidios ocurren en celebraciones o partidos.

Lyrsey Ramírez, de 24 años, y sus dos niños de 7 y 9 años fueron asesinados con arma blanca el jueves pasado en el barrio La Alameda, de Cali. El responsable fue el padre de los niños, quien trató de quitarse la vida. Sobrevivió y hoy enfrenta un proceso que lo tendrá al menos 40 años tras las rejas.
Esta misma semana, un joven que llevaba una camiseta de Millonarios fue atacado con puñal en una estación de TransMilenio por tres hombres que tenían camisetas de Nacional. Murió rumbo al hospital. Fue el segundo hincha asesinado en menos de una semana en las mismas circunstancias. Y en Pitalito, Huila, el 28 de abril pasado, un joven de 16 años le disparó en cuatro oportunidades a su papá, de 57, en su propia casa. Al parecer, una discusión fue el detonante del crimen.
Estas cuatro tragedias, ocurridas en diferentes puntos del país, son una muestra de la violencia homicida que asuela el país por cuenta de la intolerancia. Esa realidad, que se está volviendo cada vez más evidente en la medida en que más zonas del país entran al posconflicto, está retratada en el último Forensis, el informe anual de Medicina Legal sobre las muertes y lesiones personales en Colombia.
Los datos del Forensis 2016 muestran que mientras la violencia relacionada con el conflicto armado ha disminuido sustancialmente, la violencia intrafamiliar, en particular la de parejas y exparejas, ha aumentado, y las agresiones interpersonales (las riñas) siguen siendo una causa capital en un alto número de muertes y heridas de consideración.
El año pasado, el número de muertes asociadas al conflicto armado fue inferior a los 300 casos. “Lo que estamos presentando es que la violencia está mutando: no desaparece sino que se transforma. Esa historia de violencia permanece porque nos enseñaron que los problemas se resuelven así –dice Carlos Eduardo Valdés, director de Medicina Legal– (...). La violencia intrafamiliar es una de las primeras en Colombia y en los últimos 10 años ha venido en aumento –creció 7 % respecto al 2015–, lo que genera un círculo perverso porque los niños y niñas maltratados o que ven a sus padres maltratando a sus parejas aprenden a relacionarse a través de la violencia”.
Más grave aún, dice Valdés, es que las agresiones intrafamiliares no solo aumentaron en número, sino en severidad.
De acuerdo con el informe Forensis, el año pasado 123.298 personas fueron víctimas de lesiones. En 62,1 % de los casos el agresor era un familiar, conocido o amigo de la víctima.
Por violencia intrafamiliar consultaron a Medicina Legal 77.182 personas, 65,70 % por agresiones de su pareja. Ese tipo de violencia aumentó en 2.947 casos con respecto al 2015.
Aunque el año pasado, de nuevo, el homicidio bajó en todo el país (fueron asesinadas 11.532 personas, con una tasa de 23,66 víctimas por 100.000 habitantes, la más baja en 40 años), al menos en 16 de cada cien casos las personas fueron asesinadas por parejas, exparejas, familiares y amigos.
El escenario de los asesinatos también es revelador. Así, de acuerdo con las estadísticas del Forensis, hoy es más probable que alguien sea asesinado en el marco de actividades culturales, de entretenimiento o deportivas (31,69 de los casos) que en enfrentamientos armados o en medio de un hecho delictivo. Esto, según el Instituto, se da por intolerancia y porque los eventos donde hay alcohol de por medio generan “algún tipo de violencia impulsiva”. Y al menos en uno de cada diez asesinatos, el escenario es la propia vivienda de la víctima.
Esto confirma que los colombianos no saben celebrar en paz. Así, diciembre y enero son los meses con más casos de homicidios y lesiones interpersonales. Y el domingo es el día con más muertes en la semana: casi una de cada cuatro. Y el Día de la Madre, aunque con menos casos cada vez, sigue siendo el día más violento del año.
Desde el 2002, de manera sostenida, el país ha logrado bajar notablemente la cifra total y la tasa de homicidios. De casi 29.000 asesinatos a comienzos de la década pasada, con una tasa cercana a 80 por cada 100.000 habitantes, se pasó a menos de 12.000 casos el año pasado, con una población mayor que hace tres lustros. Dos procesos de paz –con los ‘paras’ en la década pasada y el actual con las Farc– y el desmonte de los grandes carteles del narcotráfico explican esa caída, así como los mayores controles al porte de armas con salvoconducto y las restricciones a la rumba.
Sin embargo, los números del país están lejos de los que podrían considerarse ‘normales’: la tasa mundial de asesinatos es menor a 6 por cada 100.000 personas. Y en Estados Unidos, donde la cultura de tener y portar armas es un verdadero problema social, la tasa ronda los cinco casos, más de cuatro veces menos que la colombiana.
Expertos señalan que se necesitan acciones más fuertes para golpear al crimen organizado y las llamadas oficinas de cobro (sicarios), responsables de numerosas muertes en el país. Para esto destacan que falta una acción más contundente para sacar del mercado las armas de fuego ilegales, prohibir el porte libre de armas blancas y, sobre todo, llevar a la cárcel a los asesinos. En este momento 9 de cada 10 homicidios quedan impunes porque no se logra establecer una pista contra el responsable.

No sabemos celebrar

Una proporción superior al 60 por ciento de los homicidios estaría, según el doctor Valdés, relacionada con peleas y discusiones personales. Pero ¿por qué las celebraciones terminan en acciones violentas?
“El alicoramiento hace que se pierda mucha conciencia. En fechas especiales suele haber mucho más consumo de licor y hay algo instalado en el inconsciente del colombiano que lo lleva a reacciones que pueden terminar en tragedia”, dice Cecilia Dimaté, psicóloga y doctora en Estudios Políticos de la Universidad Externado.
El antropólogo Fabián Sanabria sostiene que no se trata de que la violencia interpersonal haya aumentado, sino que estaba eclipsada por el conflicto.
“Simplemente una vez se pasan las páginas de la violencia armada con los acuerdos de paz y se reducen los muertos por este motivo, se pone de relieve algo que estaba oculto, de la misma manera que se ve la corrupción en el campo político”, afirma.
Dimaté coincide en que ha bajado el conflicto, pero las formas de relacionarse de las personas no se han transformado: “Nuestra historia ha estado cargada de una violencia permanente que se transmite de generación en generación”.
La psiquiatra Olga Sanabria, directora del Hospital de Niños y Adolescentes del suroriente de Bogotá, señala que bajo el manto del conflicto también estaba presente el maltrato intrafamiliar. Incluso afirma que la mayoría de niños que conoció por su trabajo y que estuvieron en las filas de grupos armados lo hicieron no por haber sido reclutados forzadamente, sino porque decidían irse de sus casas como una salida al maltrato que vivían.

Violencia sexual

En las cifras de violencia sexual (21.399 casos), que son las más bajas de los últimos 10 años, también se ve cómo los agresores son personas cercanas. El año pasado se hicieron 58,2 exámenes médicos en promedio cada día, mientras en el 2015 fueron 60,6. En el 86 % de los casos las víctimas eran menores de edad. Las personas cercanas a la víctima son las responsables del 88 % de los abusos sexuales. De esos, el 43,34 % (8.496 casos) fue un familiar; el 25,97 %, un conocido; el 9,67 %, un amigo y el 9,19 %, la pareja o expareja.

En 2016 se suicidaron seis personas cada día

Medicina Legal reportó que en el 2016 se quitaron la vida 2.310 personas, la cifra más alta de la última década. Este hecho violento, que es calificado como un problema de salud pública, va en aumento, y es en el centro del país incluida Bogotá en donde se registró la mayor cantidad de episodios. Para el director del Instituto de Medicina Legal, el aumento del suicidio es un síntoma de que la sociedad colombiana está enferma. La curva en los últimos cuatro años muestra un preocupante escalamiento.
La violencia intrafamiliar está marcando la pauta de ese incremento, sobre todo en menores de edad y personas de la tercera edad. Este informe señala, además, que los mayores violentadores del adulto mayor son sus propios hijos.
Según Forensis, el mayor número de casos de suicidio se presenta entre los 18 y los 45 años; sin embargo, hoy son muchos más los menores de edad que se quitan la vida que hace 15 años (265). Lo más preocupante es que cuatro fueron niños de menos de nueve años. En los adultos mayores –más de 65 años– fueron 224 las personas que se quitaron la vida. En cuanto al género, de cada 10 suicidios 8 fueron hombres y 2, mujeres.
Las razones que tuvieron estas personas para quitarse la vida, según las estadísticas, son enfermedades mentales, en un 29 por ciento; conflictos entre parejas, con el 26 por ciento; los problemas económicos representan un 14 por ciento y el desamor contribuye con otro 14 por ciento.
El centro del país es en donde se conoció la mayor cantidad de suicidios con un 29 por ciento del total de los casos y le siguen la región de Antioquia y el Eje Cafetero con un 24 por ciento; en tercer lugar, la región Caribe con un 15 por ciento; el Pacífico, con un 15 por ciento; los Llanos Orientales, con un 4 por ciento; la región amazónica, con un 2 por ciento y, por último, los Santanderes, con el 1 por ciento.
El informe señala que la gran mayoría de los suicidios son evitables, “el 80 % de las personas suicidas avisan de su intención y el 50 % mencionan abiertamente su deseo de morir”, por lo que “la gran mayoría son evitables”.
Durante la presentación del estudio, Valdés aclaró que en el suicidio de 4 menores de edad en lo corrido de este año no hubo ninguna influencia del peligroso juego de la Ballena Azul, sino que los menores se quitaron la vida por motivos relacionados con problemas al interior de sus hogares.
JUSTICIA
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