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Cortes

Agudelo, el héroe de Fuerza Aérea que salvó 60 vidas con su Hércules

El mayor Wílbert Agudelo completa casi 20 años en la Fuerza Aérea.

El mayor Wílbert Agudelo completa casi 20 años en la Fuerza Aérea.

Foto:Carlos Ortega / EL TIEMPO

El mayor Wílbert Agudelo logró aterrizar con éxito la aeronave luego de una explosión.

Llevaban poco más de una hora de vuelo sobre las espesas selvas entre Florencia (Caquetá) y Marandúa (Vichada). De pronto, la tripulación del Hércules 1040 de la Fuerza Aérea, bajo el mando del mayor Wílbert Agudelo, sintió una explosión.
Estaban a miles de metros de altura y la única posibilidad era que se tratara de un incidente dentro de ese gigante del aire.
Agudelo –que lleva un año piloteando la nave y cuya misión era llevar a salvo a sus siete tripulantes y los 53 militares de la Brigada Antinarcóticos– primero verificó que el avión hubiera mantenido las condiciones de vuelo y decidió enfilarse hacia la base Apiay, en Villavicencio, donde aterrizó de emergencia.
Al final, el balance fue trágico, pero pudo ser peor: la explosión accidental de una granada mató a un soldado y dejó heridos a otros siete.
Con un avión lleno de humo, que afortunadamente no se filtró a la cabina, el mayor Agudelo y sus tripulantes tocaron tierra en Apiay, donde procedieron a la evacuación de emergencia. Fueron los 20 minutos más largos de sus vidas.
Nunca pensé en la muerte. Yo solo sabía que tenía que llegar a salvo con mi gente. Mi objetivo era llegar a salvo”, le dijo el piloto a EL TIEMPO sobre la emergencia.
“Cuándo hay una explosión el mayor riesgo es la despresurización de la cabina, que puede generar una fisura o un daño estructural –dice–. Por fortuna, no la hubo”. Una vez se aseguró de que los heridos tuvieran atención médica (en el avión viajaban enfermeros militares), la tripulación se concentró en controlar cada detalle de seguridad.
“Este fue un trabajo en equipo con cada integrante de la tripulación. Hubo daños internos en el avión y cada uno, de acuerdo con su especialidad, informaba de la situación. Cómo estaba el fluido eléctrico, hidráulico, motores para llevar la aeronave a tierra”, dijo el mayor Agudelo.

Una vida en vuelo

El mayor de la Fuerza Aérea Wílbert Agudelo Rojas nació en Bogotá hace 40 años, de los cuales ha dedicado 19 a la institución. Es casado y tiene un hijo de tres años, quien es su mayor alegría.
De niño se acostaba en el techo de su casa para ver pasar los aviones de la FAC, durante el desfile del 20 de julio. Tenía claro que quería ser piloto. Hoy es considerado entre sus pares como uno de los mejores, tanto por sus horas de vuelo como por el entrenamiento, que, sumados a la pericia y el instinto de supervivencia, le permitió sortear con éxito la emergencia del miércoles
Agudelo fue el último en descender del avión, después de los soldados y de sus hombres. Ya en tierra pensó que podían haber muerto y se abrazó con su tripulación con la certeza de que gracias al trabajo en equipo lograron sobrevivir.
JUSTICIA
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