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Los 2.000 barriles que transformaron la vida y la economía del país

Panorámica de la antigua refinería de Barrancabermeja en sus comienzos, en el año 1922.

Panorámica de la antigua refinería de Barrancabermeja en sus comienzos, en el año 1922.

Foto:Cortesía Ecopetrol

En 1918, el pozo Infantas, primer hallazgo de petróleo, marcó el despegue de la industria petrolera.

Quizás los millones de conductores, que a diario encienden sus vehículos y motocicletas para ir al trabajo, o los miles de viajeros que suben a un avión desconocen que uno de los factores clave para que la industria petrolera se desarrollara en el país, a partir de 1920, fueron las medidas antimonopolio del Gobierno de Estados Unidos para contener el enorme poder que llegó a ostentar el controvertido empresario John Rockefeller, quien era el amo y señor del negocio en ese país.
En los años previos, según relata el profesor Xavier Durán en el libro de los 60 años de Ecopetrol, el escritor Jorge Isaacs, ya famoso por su obra cumbre María, pero quien también era empresario, recorrió junto a su colega de Lorica, Córdoba, Diego Martínez, los primeros afloramientos de crudo del Sinú, fue el primero en obtener una concesión petrolera, en 1886, que luego vendió en 1894.
Once años más tarde, en 1905, por el freno de la Primera Guerra Mundial, Roberto de Mares, otro de los pioneros, con el apoyo del presidente Rafael Reyes, su padrino de matrimonio, obtuvo la concesión petrolera que llevaría su apellido, ubicada en Barrancabermeja, Santander, cuna del petróleo.
El contrato, que fue a 30 años, estipulaba que el Gobierno se quedaba con el 15 por ciento de la producción neta, y para estimular la exploración, el Ejecutivo daba 1.000 hectáreas de baldíos por cada uno de los primeros 5 pozos que resultaran exitosos.

El Gobierno se quedaba con el 15 por ciento de la producción neta, y para estimular la exploración, el Ejecutivo daba 1.000 hectáreas de baldíos por cada uno de los primeros 5 pozos

El ambiente era tenso, pues Colombia venía de perder en 1903 a Panamá, pero como los estadounidenses ya tenían avances en la industria, el presidente Reyes le pidió a Diego Martínez, otro de los precursores del sector –impulsó en Cartagena la refinería de aceite para el alumbrado– ser el enlace para reactivar las relaciones con EE. UU., para iniciar las primeras búsquedas de crudo.
De acuerdo con los registros históricos, para 1913 inversionistas británicos de la petrolera Weetman Pearson también se interesaron, pero el brazo hábil de Rockefeller, a través de la firma Standard Oil de New Jersey –fruto de la división adoptada por el Gobierno norteamericano- presionó para bloquear el negocio.
En medio de un creciente sentimiento antinorteamericano y tras las intrigas sobre la posibilidad de que la eventual entrada de la británica afectara la compensación de Estados Unidos a Colombia por Panamá, esta firma europea desistió de la idea.
En paralelo, Martínez llegó a un acuerdo con la Standard Oil de Nueva Jersey para explorar en el Sinú, pero tras inyectar 750.000 pesos de la época la firma abandonó las iniciativas, pese a haber enviado un geólogo a analizar el potencial de las áreas de la concesión De Mares.

El primer hallazgo

Ante esto, Roberto de Mares se asoció con los empresarios americanos Michael Benédum, Joe Trass y George Crawford, quienes habían creado el 20 de mayo de 1916, en Wilmington (Delaware), la icónica Tropical Oil Company (Troco), que con un capital de $ 50 millones, se asoció con De Mares para explorar en la zona y dos años más tarde, en 1918, el esfuerzo dio sus frutos, con la perforación del pozo Infantas, que encontró crudo con una cifra para nada despreciable para la incipiente época: 2.000 barriles diarios.
Con el camino despejado, la mano de Rockefeller se volvió a activar, y a través de la petrolera Standard Oil de Nueva Jersey compró a la Troco y terminó por dominar el sector petrolero nacional durante la primera mitad del siglo XX.
En ese periodo tomó vuelo la producción, que arrancó con 0,06 millones de barriles al año y, con algunos bajonazos, tocó pico en 1949, cuando se extrajeron 29,7 millones de barriles, según Ecopetrol.
Así lucía el pozo Infantas, que en 1918 fue el primer pozo productor de petróleo del país.

Así lucía el pozo Infantas, que en 1918 fue el primer pozo productor de petróleo del país.

Foto:Cortesía Ecopetrol

Además, en 1921 comenzó la operación de la refinería de Barrancabermeja, mientras que con las enormes dificultades que implicaba “romper la selva”, la Andian National Corporation construyó el primer oleoducto para llevar los crudos hasta Mamonal, cerca de Cartagena. Se trataba de una línea de 538 kilómetros y 10 estaciones de bombeo que permitió, el 10 de junio de 1926, otro de los hitos importantes: la primera exportación a Estados Unidos. Fueron 88.172 barriles los que zarparon hacia ese país.
El oleoducto tuvo capacidad inicial de 30.000 barriles por día, y su contrato estaba pactado a 50 años, con la condición de que terceros lo pudieran usar.
En los años siguientes, otras petroleras comenzaron a llegar al país, atraídas por las oportunidades de negocio, entre ellas la Texas Petroleum Company, que tuvo un área en Puerto Boyacá, la Societé Européene de Petroles y la Compañía de Petróleo El Cóndor.
Esta última, tras recibir en 1938 en Yondó, Antioquia, una concesión, fue comprada en ese mismo año por la holandesa Shell, que para 1951 produjo más de 12 millones de barriles, la tercera parte de la producción del país. En este periodo, fueron más de 20 las empresas que arribaron al país.
Este desarrollo generó un rápido avance de Barrancabermeja, que pasó a tener hospital, escuelas, carreteras, ferrocarril exclusivo para las operaciones petroleras y el puerto sobre el río Magdalena.
Pero el progreso no estuvo adornado de un camino de rosas propiamente, pues se generaron tres clases claramente marcadas: los empleados estadounidenses, el personal administrativo colombiano de la operación y los obreros, confinados a las barracas (asentamientos informales).
Para 1940 la unidad de ventas de Standard Oil de Nueva Jersey se convirtió en Esso, pero años más tarde el ambiente volvió a complicarse luego de los sucesos del 9 de abril de 1948, que reactivaron el sentimiento antinorteamericano durante los años previos a la terminación del contrato De Mares, influenciado por la nacionalización del petróleo en México, ocurrida 10 años atrás.

El Estado llega al negocio

Según las reseñas sobre esa época, los años previos a 1951, en el gobierno de Mariano Ospina Pérez, comenzaron las gestiones previas para la reversión del contrato De Mares –el del primer hallazgo– y que terminaba ese año, al tiempo que se creó el Consejo Nacional de Petróleos.
Y fue el 26 de agosto de 1951, en la administración de Laureano Gómez, cuando la concesión De Mares revirtió al Estado y la naciente Ecopetrol se hizo cargo de la operación de las áreas en Barrancabermeja, año en el que la producción total de crudo fue de 23,6 millones de barriles.
En los años siguientes, Ecopetrol implementó nuevas plantas en la refinería, que pasó a administrar en 1961, pero la producción no subía, mientras crecía la demanda por combustibles.
Y si bien en 1963 se descubrió el campo Orito, en Putumayo, con reservas por 240 millones de barriles, se encontró petróleo (pesado) en el campo Castilla (Meta) y se descubrió el campo Chuchupa en La Guajira, que con 7 terapiés cúbicos sigue produciendo hoy, en 1973 Colombia se convirtió en importador.
Por ello, para mover la inversión, en 1974 se creó el contrato de asociación, que comenzó a atraer a diversas empresas y que en 1981 produjo el que muchos consideran el mayor hito de nuestra historia petrolera.
De la mano de Occidental Petroleum, se descubrió el campo Caño Limón, en Arauca, cuyas reservas de 1.250 millones de barriles dispararon los recursos petroleros, que permitieron recuperar la autosuficiencia.
En 1985, cuando fue inaugurado el oleoducto Caño Limón- Coveñas de 770 kilómetros, la producción saltó de 64 millones de barriles anuales a 137 millones de barriles en 1988 y a 155 millones de barriles en 1991.
Durante esos años, Ecopetrol no logró crecer porque casi todo lo que ganaba se transfería al Gobierno, hasta que en el 2003 nació la Agencia Nacional de Hidrocarburos, encargada de la suscripción y administración de contratos y de impulsar a la industria durante un el fuerte auge de precios altos (140 dólares por barril el 30 de junio de 2007) que duró hasta junio del 2014, cuando estaba en 105 dólares y descendió a menos de 30 dólares en enero del 2016.
No obstante, en los últimos 11 años, con la transformación de Ecopetrol en una empresa de más de 400.000 accionistas, el petróleo ha impulsado la inversión extranjera, llegando a ser el 42 % de los recursos foráneos en el 2009 y a aportar el 23 por ciento de los ingresos corrientes de la Nación en el 2012, porcentaje que fue bajando hasta el 6 por ciento en el 2016 .
Hoy, cuando los precios del petróleo vuelven a rozar los 80 dólares y con las lecciones aprendidas de ahorrar a pesar de las bonanzas, el sector vuelve a ganar terreno en su aporte a las finanzas públicas y a emprender nuevos retos para ganarse la aceptación de las comunidades de las zonas productoras, en busca de su sostenibilidad.
ÓMAR G. AHUMADA ROJAS
SUBEDITOR DE ECONOMÍA EN NEGOCIOS
En Twitter: @omarahu
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