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'Colombianos no están cualificados con las habilidades necesarias'

Según el Banco Mundial, la educación conlleva beneficios considerables y sistemáticos en materia de ingresos, y contrarresta el aumento de la desigualdad.

Según el Banco Mundial, la educación conlleva beneficios considerables y sistemáticos en materia de ingresos, y contrarresta el aumento de la desigualdad.

Foto:Jaime Moreno / Archivo EL TIEMPO

Cuarta entrega de la serie DIEZ RETOS ECONÓMICOS PARA EL FUTURO.

Juan Carlos Rojas
La educación es un importante motor del desarrollo de un país, así como uno de los instrumentos más eficaces para reducir la pobreza, lograr paz, estabilidad e igualdad. Pero para lograr estos resultados es necesario que el sistema educativo en todas sus categorías –desde primera infancia hasta la educación superior– sea pertinente a las necesidades del sector productivo y, en general, de la vida. Sin embargo, el mundo, y en específico el laboral, está cambiando más rápido que el sistema educativo; y este se está quedando rezagado ante el avance de esos cambios.
Según el Banco Mundial, la educación conlleva beneficios considerables y sistemáticos en materia de ingresos, y contrarresta el aumento de la desigualdad. En el caso de las personas, promueve el empleo, los ingresos, la salud y la reducción de la pobreza. Y en el caso de las sociedades, contribuye al desarrollo económico a largo plazo, promueve la innovación, fortalece las instituciones y fomenta la cohesión social.
“Existen cada vez más evidencias de que lo que genera crecimiento y prepara a las personas para el trabajo y la vida son las capacidades adquiridas en la escuela”, asegura el organismo internacional.
Sin embargo, los desafíos que se plantean para que la educación sea pertinente son mayúsculos y aún más en Colombia. Las conclusiones que se pueden extraer de estudios de la Ocde, del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Ministerio de Educación, entre otros organismos, es que los colombianos no están cualificados con las habilidades necesarias para el sector productivo.
Los colombianos ni siquiera están cualificados en los conocimientos básicos, según las evidencias. Aunque el país fue uno de los tres que lograron una mejora significativa en los resultados de las pruebas Pisa 2016 –que evalúa las tres áreas básicas del conocimiento que debe tener un estudiante de 15 años: matemáticas, lenguaje y ciencias– está a 25 años de alcanzar el promedio de los países de la Ocde, y esto teniendo en cuenta que dentro de 25 años ese promedio será mayor.
Según esos resultados, menos de la quinta parte de los colombianos evaluados alcanzó el nivel mínimo. Además, la mayoría de los estudiantes del país solo demostró capacidad para identificar información y llevar a cabo procedimientos matemáticos rutinarios, siguiendo instrucciones directas en situaciones explícitas, y responder a preguntas relacionadas con contextos conocidos. Es decir, lo más básico.
Pero más allá de los conocimientos básicos, los colombianos también carecen de otras habilidades que inclusive son más importantes para el sector productivo. Según Diana Hincapié, economista del BID y una de las autoras del informe: ‘Aprender mejor, políticas públicas para el desarrollo de habilidades’, “los colombianos estamos rezagados en todas las habilidades (académicas, cognitivas y específicas), las cuales son necesarias para aumentar la productividad de las personas en el mercado laboral”.

Los empresarios demandan habilidades que no existen, hay vacantes que no se pueden cubrir, productos que no se pueden producir, innovaciones que no se realizan

Según el Banco Mundial, en Colombia el 47 por ciento de los empresarios dicen tener dificultades para cubrir sus vacantes por la falta de competencias de los egresados. María Marta Ferreyra, una de las autoras de la investigación ‘Momento decisivo: la educación superior en América Latina y el Caribe’, también del Banco Mundial, explicó: “Los empresarios demandan habilidades que no existen, hay vacantes que no se pueden cubrir, productos que no se pueden producir, innovaciones que no se realizan, entre otras”.
La experta advierte que las consecuencias se dan en gran medida por una desconexión entre el sector productivo y las instituciones de educación superior. Las consecuencias son graves repercusiones en la economía del país y el estancamiento de su desarrollo.
El Informe Nacional de Competitividad 2016-2017 expone que la incapacidad del sistema educativo para atraer, formar y reentrenar a la fuerza laboral en programas y competencias pertinentes es uno de los principales impedimentos para la diversificación y sofisticación del aparato productivo de un país.
Según ese mismo informe, aunque Colombia ha mejorado en la cobertura educativa en todos sus niveles durante los últimos diez años, aún persisten distancias considerables respecto a países líderes en la región, como Chile y Brasil.

No solo más gasto, sino más efectividad...

Según el BID, la solución no es solo mayor inversión en la educación. Actualmente, América Latina y el Caribe destinan en promedio 3 puntos porcentuales más de su producto interno bruto (PIB) a la educación que hace 25 años. Aun así, la región está rezagada. “Los gobiernos deberían centrarse en gastar los recursos actuales de manera más efectiva. Es decir, la sugerencia es que revisen cada uno de los programas y garanticen que están siendo efectivos a la hora de generar en los estudiantes las habilidades necesarias”.
El estudio del BID asegura que los principales cuellos de botella para el desarrollo de habilidades no parecen ser solo la falta de gasto público ni de incentivos para acumular habilidades. Sino que lo que se requiere es un mejor gasto para mejorar la calidad de las interacciones en el hogar y en la escuela, ayudando a los alumnos a evitar conductas de riesgo y a completar más años de estudios, así como también para crear un entorno de negocios más favorable que fomente el aprendizaje en el lugar de trabajo.
Las sugerencias que hace el organismo tanto a corto como a mediano y a largo plazo se basan en que los gobiernos deben evitar diseñar políticas basadas en especulaciones y conjeturas.
El BID también expresa que los gobiernos serán más efectivos si utilizan la evidencia existente antes de implementar nuevas políticas. Las cuales, además, deberían abordar los objetivos, capacidades, recursos y peculiaridades de cada grupo de edad. Por ejemplo, que promuevan el desarrollo infantil; o en cuanto a primaria, mejorar el desarrollo de habilidades académicas básicas (matemáticas, lenguaje, ciencias), pero también de las habilidades para la vida (liderazgo, comunicación asertiva, trabajo en equipo).

¿Hacia dónde ir?

Ya se ha evidenciado que el sistema educativo no está capacitando para atraer, formar y reentrenar a la fuerza laboral en programas y competencias pertinentes y que esto se convierte en uno de los principales impedimentos para la diversificación y sofisticación del aparato productivo de un país, según el Informe Nacional de Competitividad. Por lo tanto, el trabajo que se debe hacer es desde el mismo sistema educativo, pero también del productivo.
La desconexión entre, por ejemplo, las instituciones de educación superior y las empresas es uno de los puntos en los que se debe avanzar. Según el informe del Banco Mundial, falta variedad en las áreas de conocimiento. En promedio, en América Latina y el Caribe se gradúa un porcentaje menor de científicos y un porcentaje mayor de maestros que en Estados Unidos, el Reino Unido y otros países. En el caso colombiano, el 54,1 por ciento de los estudiantes universitarios están estudiando ciencias sociales, administración de empresas y derecho.

Es necesario que se fortalezca otro tipo de habilidades, como las competencias blandas: liderazgo, trabajo en equipo, claridad de propósito, organización y seguimiento, y capacidad de influenciar

La investigadora de la organización, Marta Ferreyra, explicó: “No necesariamente son las carreras que el sector productivo necesite. De ahí que es necesario que se entreguen incentivos para crear otras carreras y programas necesarios”. Además, aseguró que para solucionar este problema es necesario que las instituciones educativas formen en áreas pertinentes y relevantes para el sector productivo. También es necesario que se fortalezca otro tipo de habilidades, como las competencias blandas: liderazgo, trabajo en equipo, claridad de propósito, organización y seguimiento, y capacidad de influenciar.
De una u otra forma, si se aplica la estrategia de profundizar en la información y hacerla pública –acerca de salarios de egresados, empresas en las que entran a trabajar, entre otros– las universidades se verán en la obligación de ofrecer carreras relevantes, dialogar con el sector privado, saber qué busca y generarlo.
Y desde el sector productivo se deben buscar alianzas y espacios con las instituciones de educación superior en las que se expongan las necesidades que tienen, así como también se apoyen proyectos de investigación aplicables en el sector privado. Pero el problema y la solución no están solo en la educación superior, aunque esta sea la más cercana al sector productivo. La adquisición de competencias viene desde la primera infancia y pasa por la educación primaria, básica y media. De ahí que también se debe replantear la calidad educativa en estas instancias.
En primera infancia, por ejemplo, la cobertura neta en preescolar ha disminuido en los últimos años, situándose en un nivel cercano al 55 por ciento, según el Informe Nacional de Competitividad. Al comparar esta cifra con algunos referentes internacionales, el nivel de cobertura es insuficiente para un país que aspira a ser el más educado de América Latina en el 2025.
De acuerdo con las metas establecidas en el Plan Nacional de Desarrollo, para 2018, dos millones de niños deberían ser beneficiados por el programa de Atención Integral a la Primera Infancia, que en la actualidad llega al 26 por ciento de los niños entre cero y cinco años. Es decir, el porcentaje deberá garantizar una cobertura cercana al 46 por ciento del total.
SIMÓN GRANJA 
REDACTOR EL TIEMPO 
EL TIEMPO
* Este informe especial ha sido preparado por Mauricio Galindo, Martha Morales, Ómar Ahumada, Juan Carlos Domínguez, Carlos Arturo García, Simón Granja, Sebastián Londoño y Rolando Lozano.
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