¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Perú: clasificó el país, no la selección (Último tango)

El Mundial es para disfrutar de estar ahí, lo importante era llegar, la fiesta es pertenecer.

Jorge Barraza
De cómo un país puede verse como por encanto eufórico, unido, esperanzado, importante como nunca antes en siglos de historia, de cómo puede elevarse la autoestima nacional. De eso puede dar testimonio el Perú. Si hubiese un barómetro capaz de medir la felicidad de los pueblos, el miércoles por la noche, el jueves, el viernes, hoy mismo el Perú encabezaría cómodamente el ránking mundial. Y todo ello sin sombra de pecado ni subterfugios políticos ni marketineros: es una alegría genuina no sugerida ni direccionada. La causa es el fútbol, ese presente de los ingleses para el resto del planeta.
“El fútbol no te va a dar de comer”, rezongaba mi padre en su lógica del trabajo, del estudio, del empleo útil del tiempo, después de que uno se pasaba horas en la canchita de al lado. No, no lleva el pan a la boca, pero ¡qué alimento espiritual…! Siempre preguntamos: ¿de qué está hecho este juego…? No existe otra actividad humana capaz de entretener, emocionar, aglutinar a una nación entera, porque en este ejército de alegres no hay desertores. Con un agregado: hacerla enorgullecer. El fútbol acciona el orgullo y la nacionalidad, dos sentimientos que, combinados, generan explosiones de júbilo. Los políticos pagarían fortunas por hacer el gol del triunfo en un partido de su selección. Ganarían millones de votos. No pueden porque, además de todo, los políticos son pataduras.
A propósito de políticos: a algunos -pocos- les pareció oportunista, o demagógica, la decisión del presidente peruano de declarar el jueves feriado nacional. Fue muy buena, por cierto, en consonancia con el sentimiento nacional. El Perú no perdió nada, su gente se sintió gratificada, oficializó la algarabía. Era absurdo que un individuo entrara en su oficina a las 8 y comenzara a llenar formularios. ¿Para qué…?
El hombre común, la gente que sufre, siente que estos compatriotas dejaron el alma en el césped para darle una alegría. Allí, sobre el rectángulo verde, se sintieron de nuevo un país ganador, ciudadanos de primer mundo. Pocas actividades reflejan tan cabalmente la idiosincrasia nacional como el fútbol. En algunos estadios de Rusia sonará el himno peruano y desatará ríos de lágrimas. Es el lloro de la emoción.
Tiene el fútbol, además, memoria selectiva Y práctica. Al volver a un Mundial, Perú apretó el botón “eliminar” y tiró a la papelera 35 años de amargura. Adiós. Lo que vale ahora, lo que queda, es la alegría actual, lo anterior no cuenta más. Todos los hinchas recordamos los títulos, las jornadas de gloria, los goles maravillosos. El resto se desmaleza. Brillante.
Estamos persuadidos de que ninguno de los otros 31 clasificados celebró tanto como Perú, acaso por esa larga noche de 35 años. Acá no parece haber clasificado una selección sino un país. Y si los jugadores y el técnico son los primeros responsables de la conquista, el público ha sido el factótum. Llenó siempre el estadio Nacional, peregrinó con fe hasta los otros, soñó, sufrió, se angustió, pero nunca dejó de creer ni de alentar. La Federación -dicho esto seriamente- debería levantar una estatua al hincha peruano y enclavarla en la entrada del estadio. Fue su jugador número doce, y no defraudó en ninguno de los veinte partidos.
Debe saberse: pocas veces la clasificación de un país fue tan celebrada en otros. En Argentina y Uruguay hubo cantidades de mensaje de apoyo a la Selección Peruana. “Vamos, hermanos peruanos”, “Estamos contigo, Perú”, “Siempre nos apoyaste, suerte Perú” (desde Argentina, por aquello de las Malvinas). Desde San Juan, Mar del Plata y muchas ciudades argentinas. En general se alegró toda Sudamérica.
Perú celebra tras partido contra Nueva Zelanda

Perú celebra tras partido contra Nueva Zelanda

Foto:EFE/Víctor Gonzáles

Hubo un partido también. Nada para recordar, apenas la noche histórica, el estallido por el gol de Farfán, las emociones, las anécdotas personales de cada uno, las cábalas, los miedos, las ilusiones, la fe, las promesas, los pálpitos, el llanto, los abrazos.
Perú venció 2-0 a Nueva Zelanda. Lo máximo que lo podía vencer. Es un equipo que llegó con lo justito al Mundial, contando las monedas. Pero eso qué importa. El Mundial es para disfrutar de estar ahí, ya no es crucial, lo importante era llegar, la fiesta es pertenecer. La gente se ve representada por este equipo, el Flaco Gareca es la figura de la selección, el hombre más querido del país. Puede pedir el deseo que quiera, le será concedido. Pasaron muchas cosas para que explotara este volcán emotivo. Al cabo de la primera etapa de la Eliminatoria Perú ni soñaba, estaba sumido en ese sopor de la desesperanza. Era octavo con 8 puntitos. Uruguay lideraba con 19, Brasil 18, Ecuador, Colombia y Argentina reunían 16. Estaba tan lejos de Rusia como de Marte. Pero Gareca seguía diciendo “estamos bien, falta mucho, nuestras posibilidades están intactas”. ¿Cómo creerle…? La reacción posterior multiplicó la fe. Y el milagro se dio. Por eso la algarabía de los fieles. Por eso y por los 35 años que quedan atrás.
Como tantos técnicos extranjeros, Gareca también debió soportar la hostilidad inicial, el tradicional “vete a robar a tu país” y el no menos típico “argollero”, pero mantuvo siempre su flema, esa serenidad oriental que Dios le proveyó. Atravesó exámenes de probidad, de humildad, de capacidad y tuvo el mérito enorme, amén del resultado final, de devolverle a la Selección el fútbol peruano, su sello, el que sienten los jugadores allí nacidos: la pelota es sagrada, va al piso y se la trata bien. También la virtud de poner la camiseta por encima de todo, de egos, de dirigentes, de periodistas, de chismes, de todo. ¿Pérez no quiere jugar…? Juega Gómez. ¿García se hace el estirado…? No se lo convoca… También allí afloró la flema del Flaco, que nació en Tapiales pero parece tener pasaporte británico. Así fue situando el compromiso con la camiseta en el peldaño más alto.
Están los que protestan que haya 32 equipos en el Mundial (“son demasiados”). Los que se quejaban cuando había 24. Y estarían seguramente los que ladraban contra 16. ¿Qué pretendían, un cuadrangular…? Antiguamente el fútbol se circunscribía a seis potencias Mundiales (Alemania, Italia, Inglaterra, Argentina, Uruguay, Brasil) rodeadas por otra media docena de selecciones de poderío respetable como Francia, España, acaso Hungría, Checoslovaquia. Y los continentes eran dos: Europa y Sudamérica. Eso era todo. El resto del mundo rellenaba. Hasta 1974 la FIFA agrupaba 144 asociaciones, hoy nuclea a 211, un 47% más. Y todas progresan, se esmeran, buscan un buen entrenador, planifican para formar juveniles, se preparan cada vez mejor y dan más batalla, como Islandia y Panamá en esta Eliminatoria. ¿Por qué quedarse en 16 si se puede hacer feliz al doble…?
Perú es justamente el pasajero número 32 en el tren mundialista. El tren de la felicidad. De haber habido menos cupos, se hubiese quedado en la estación y su pueblo no hubiese vivido ese miércoles glorioso.
Es la historia de cómo el fútbol hace feliz a un país, de cómo ayuda a vivir mejor.
Jorge Barraza
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción